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Un mensaje del Papa, una de las primeras comunicaciones de la Estación Terrena

Redacción Vanguardia

 

 

Fue en 1969. Obdulio Siffredi fue el primer jefe. El hombre en la Luna y poder verlo en directo fue el bautismo que popularizó en el país a la Estación Terrena de Comunicaciones Vía Satélite de Balcarce que, dos meses después, fue presentada oficialmente. La inauguración fue un acontecimiento internacional.

 

Puede decirse que por obra de la naturaleza y la posición geográfica de nuestro Partido, en Balcarce fue construida la Estación Terrena de Comunicaciones Vía Satélite. Era necesario en aquel momento encontrar en el país una zona de montañas bajas con suficiente protección a las interferencias. Y debía estar dentro de un radio de 400 kilómetros del punto de mayor tráfico de comunicaciones, es decir la Capital Federal. Entonces, las sierras El Volcán y La Vigilancia entre las que cruza la ruta nacional 226  y donde hay una especie de olla con parapeto rocoso -se la denominó “pozo de silencio”- fue el sitio elegido. La Argentina había ingresado en julio de 1965 en el gobierno del presidente Arturo Illía al sistema del consorcio internacional INTELSAT, iniciándose el proceso que concluiría con la inauguración de la moderna planta en setiembre de 1969. Fue ya en la gestión que encabezó el teniente general Juan Carlos Onganía, que realizó esa obra. Nuestra ciudad, por obvios motivos, siguió muy de cerca esa construcción.  Primero con sorpresa, luego con progresivo asombro ante lo que se iba conociendo  y por último sabiendo que Balcarce pasaba ser nombrado en todo el mundo. Como años antes con las campañas de Juan Manuel Fangio en Europa. Mientras, en Buenos Aires, la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTEL) capacitaba al personal que vendría a trabajar y a vivir aquí. Fueron  27 los técnicos finalmente elegidos para ir a la Terrena.  Uno de ellos es Luis Arabia, porteño del barrio Parque Patricios -hincha de Huracán-, egresado de la Escuela Nacional Técnica José de San Martín No. 12 y especializado en electrónica con orientación en telecomunicaciones. “ENTEL –recordó en una nota publicada en La Vanguardia- hizo un llamado para técnicos que desearan trabajar en algo nuevo, ofreciendo vivienda y el traslado. Yo algo había leído sobre comunicación satelital –una novedad en el país-, me  inscribí e hice la capacitación de cuatro meses con ingenieros italianos. Finalmente seleccionaron a 30, de los cuales vinimos 27 a Balcarce”. En la Terrena siguió la enseñanza otros tres meses, que estuvo a cargo de personal de ENTEL en la parte teórica y por la empresa italiana que construyó la Estación, en lo referente a la práctica.

 

Llegó luego aquel siempre recordado momento de la transmisión del alunizaje, en julio, es decir antes de la inauguración de la Estación. “Ya habíamos tenido contactos con la planta italiana de Fucino -contó Luis- y fueron los técnicos de la compañía de ese país los que hicieron la propuesta. Los satélites entonces no eran tan estables como ahora, había que buscarlos y seguirlos, recibiéndose las coordenadas desde Estados Unidos. Así, se buscaba la máxima señal con la baliza”. Eran las 18,56 horas del jueves 17 cuando sorpresivamente –nada se había anunciado- los argentinos vimos imágenes del Centro Espacial de Houston y luego a Armstrong, Aldrin y Collins, los tripulantes de la Apolo 11, héroes del espacio. En los días siguientes siguieron las emisiones hasta las históricas caminatas. El asombro fue doble: el hombre en la Luna y poder verlo en directo. El bautismo popularizó en el país a la Terrena de Balcarce, que dos meses después fue presentada oficialmente. Desde aquel momento el personal, entre ellos Arabia, fue conociéndose todavía más, con habituales agasajos a los chicos para el “Día del Niño”, reuniones de camaradería y la celebración con todas las familias  en la Terrena en cada Nochebuena y Año Nuevo: “una época muy linda, eramos todos iguales, aprendí mucho, tengo que decir gracias”, dice, mientras se nota emoción en sus ojos por ese recuerdo.

 

Arabia no olvida ni olvidará nunca aquella llegada, el primer día de junio de 1969, a una ciudad que no conocía y viniendo de la gran urbe: “Eramos 27 familias. Nos trajo Micromar y en la parada de la confitería La Perla –calle 16, entre 15 y del Valle- el encargado le pidió al chofer que nos llevara a los monobloques, porque se enteró que veníamos a trabajar “al Satélite”, como  se decía entre los balcarceños a la Estación Terrena. Los edificios de la calle 15 se habían terminado poco antes. “Ocupamos un monobloque y la mitad de otro, en departamentos de buena capacidad y a estrenar. Muy cansados por el viaje y la mudanza, esa noche fue la primera en Balcarce. Todos a dormir –sigue contando- hasta que horas después, bien temprano, un ruido infernal nos despertó. ¿Qué pasaba? Una sirena no paraba de sonar. Ahí nos dimos cuenta que era el “Día del Bombero” y nosotros flamantes vecinos del cuartel”.

Esa bienvenida no terminó ahí y lo que siguió fue muy grato. En la tarde del domingo muchos balcarceños, inquietos por ver quiénes eran los que venían a trabajar “al Satélite”, comenzaron a girar en auto por la manzana de los monobloques y a saludar a sus ocupantes. Fue algo así como “la vuelta al perro”  -esa costumbre en los pueblos-, pero aquella vez lejos del centro.   

 

Mensaje al pueblo argentino                        Pablo VI, el Papa que ya había hablado del desarrollo de los pueblos en su carta encíclica Populorum Progressio, dirigió desde el Vaticano un mensaje al pueblo argentino abogando por la convivencia constructiva en el orden internacional. Su palabra, en directo y a través de la flamante Estación Terrena, se escuchó luego que el canciller Juan B. Martín habló con los embajadores argentinos en Italia, Francisco Ramos Mejía, y en España, César Urien. Esas fueron las primeras comunicaciones en el mediodía del sábado 20 de setiembre de 1969, cuando se inauguró la planta entre las sierras El Volcán y La Vigilancia, en nuestro partido. En el palco, junto al ministro de Relaciones Exteriores estaba Juan Carlos Onganía, uno de los dictadores de nuestro país. Tras al derrocamiento del gobierno de Arturo Illía, fue uno de los tres militares al frente del Poder Ejecutivo de la Nación –los otros Roberto Marcelo Levinsgton y Alejandro Agustín Lanusse- hasta la entrega del gobierno en 1973 al presidente electo Héctor Cámpora, es decir a Juan Domingo Perón.

Onganía cerró el Congreso, reemplazó la Constitución Nacional por el Estatuto de la Revolución Argentina, prohibió la actividad de los partidos políticos, intervino las universidades y aplicó severas censuras a la prensa y en el ámbito artístico. También en su gestión de cuatro años hubo presos políticos, se creó el sistema de obras sociales con participación de los sindicatos, comenzó la construcción de las centrales hidroeléctricas El Chocón y atómica Atucha, y se inauguraron el túnel subfluvial Santa Fe-Entre Ríos y la Estación Terrena. 

 

En aquel acto de setiembre y luego de esas primeras llamadas a Italia y España el secretario de Comunicaciones, Julio A. Teglia, destacó las grandes proyecciones del paso que daba el país y que lo vinculaba con el segmento espacial. En el final de la ceremonia Onganía respondió el mensaje del Sumo Pontífice: “con fervoroso júbilo hemos recibido vuestra apostólica bendición. Nos unimos a vos en una plegaria por la paz y la justicia”. Después se hizo una recorrida por la planta y, ya en la ciudad, Onganía recibió “en audiencia especial a representantes de la comunidad  previamente seleccionados”, señaló El Liberal el lunes siguiente. En el Campo de Pato se realizó más tarde un gigantesco almuerzo. Ante 5.000 comensales el presidente de esa entidad fundada en 1947, Alberto Hansen, mencionó aspectos de la labor de la misma. Luego el jefe de la comuna, Juan José Mare, habló sobre la transición hacia una época “que desembocará sin dudas en el desarrollo integral de Balcarce. La Estación Terrena –dijo también- marca un hito histórico en la conquista irreversible de nuestra soberanía nacional”.

Onganía apuntó que “Balcarce es una comunidad que va en franco camino de su consolidación comunitaria. Eso es lo que necesita la Argentina. Que las comunidades municipales día a día vayan afianzándose por ese camino. Luego todo vendrá por añadidura”.

 

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