Chaco es una de las provincias en las que se focalizó el plan de vacunación contra el dengue, con un inoculante que previene la enfermedad grave pero también puede generar barreras para que el virus tenga menos probabilidad de ser transmitido, si la cobertura vacunal es amplia.
Sin embargo, ése no sería el motivo de la diferencia de casos con respecto al último año, ya que según la subsecretaria de Promoción de la Salud de la provincia, Antonieta Cayré, la adherencia a la vacuna en Chaco no sólo viene siendo baja, sino que recién ahora se están aplicando las segundas dosis.
Otro factor que podría evaluarse como aliado de una menor circulación es el clima más benévolo de diciembre, en términos de que las temperaturas no han sido tan calurosas. Pero Cayré, también descartó esa variable. “En realidad, cuando hace mucho calor, cerca de 40 grados, los mosquitos no vuelan y el riesgo baja. El clima no tan agobiante es el que más contribuye a que el Aedes aegypti salga y pique”. Además, los últimos meses fueron bastante lluviosos.
La causa de que haya menos casos
Entonces, si el motivo del descenso de casos no es la vacuna ni la temperatura, ¿por qué bajó tanto la cifra de contagiados en la provincia? Según la funcionaria consultada, la causa es la más básica, obvia y muchas veces subestimada por las políticas preventivas: una campaña muy intensa de descacharrado durante todo el año, lo que hizo que entre el fin del invierno y el comienzo de la primavera la circulación del dengue se cortara al menos durante dos meses, algo que en 2023 no había ocurrido.
Según Cayré, para que eso funcione “cada tres días hay que limpiar los recipientes de las casas en los que se acumula agua de lluvia, para que no crezcan las larvas de mosquito. Y como en muchas localidades aquí no hay agua de red y utilizan agua de lluvia para consumo, es clave que esos contenedores estén tapados”.