Fue un trágico episodio en 1919. Anarquistas, policías y vecinos armados se enfrentaron en la esquina donde hoy está la Municipalidad. Se pidió auxilio policial a Ayacucho y militar a Dolores.
Protestas sociales y una ola de descontento popular hubo en el país hace más de 100 años. Esos acontecimientos que sacudieron a los argentinos e inmigrantes se produjeron a partir de 1917 y alcanzaron su pico en el ´19. En los primeros días de enero una huelga paralizó en Buenos Aires a los talleres metalúrgicos Vasena, que fue acompañada por durísimos enfrentamientos y el saldo de obreros muertos. Aquello quedó denominado en la historia como la Semana Trágica durante el gobierno del presidente Hipólito Yrigoyen, el primero elegido por el voto popular. Ocurrieron los episodios en un intenso tiempo de paros y movilizaciones de trabajadores.
En Balcarce también se vivió una jornada trágica. La narración de aquel 1 de Mayo de 1919 llegó a estas columnas de La Vanguardia gracias a la recopilación que años atrás realizó el vecino Horacio Miguel Albani, integrante del personal del Banco de la Nación Argentina y de conocida adhesión a las ideas del radicalismo. Horacio –gentilmente- facilitó a esta sección del diario copia de una nota que publicó en El Liberal “en base a los relatos orales de personas que estuvieron presentes en el lugar y que vivieron personalmente esa asonada dramática o que tuvieron acceso a documentación”, escribió. Albani mencionó a aquellos testigos en esas líneas: su padre Edgardo H. Albani, quien tenía 7 años y acompañaba a su madre en las compras diarias; Luis Concaro, de 18 años; y Juan Bontempo, quien tenía 15 y era cadete en la estación ferroviaria de Ayacucho.
El testimonio de Bontempo es importante porque, en su puesto de trabajo, recibió por telégrafo morse los pedidos de auxilio remitidos desde nuestra
ciudad para que fuera enviado un contingente policial y se transmitiera a Dolores que desde allí llegara ayuda militar. Tal grado de dramatismo se alcanzó ese día en el sector donde hoy está el palacio municipal, avenida del Valle y calle 16. Allí funcionaba desde dos años antes un gran mercado o feria que había abierto por un ciudadano árabe. El vecino Manuel Iarrar cuenta en su libro sobre esa colectividad que Mohamed Casin Cheij denominó La Internacional a aquella muy importante tienda de ese entonces.
Frente a sus puertas –escribió Albani- se inició el tiroteo “entre fuerzas policiales y vecinos de Balcarce contra los anarquistas y “ácratas”, como comúnmente los llamaba el vecindario”. Los anarquistas se habían concentrado desde las 13 horas para festejar el 1º de Mayo y lo hicieron haciendo oir fuerte sus voces: “Hijos del pueblo que oprimen cadenas / las injusticias no pueden seguir / antes que esclavo prefiero morir / ¡ Prefiero morir !”. También gritaron: “Bandera roja triunfará / la torpe burguesía /
¡ atrás ! ¡ atrás !”.
La manifestación no estaba permitida, apuntó Horacio en su recopilación. El comisario Bedecarratz intentó arrebatar una bandera anarquista, le contestaron con un disparo que dio en el pescuezo de su caballo y así comenzó el tiroteo. La primera víctima fatal fue el sereno de la tienda La Internacional. Le contaron a Albani que las fuerzas policiales eran escasas y estaban muy mal armadas, habiendo sido la tropa reclutada entre la colectividad sirio-libanesa. Ante esa limitación, hubo otros vecinos armados en el enfrentamiento. “Los anarquistas –siguió el relato- se replegaron hacia el monte o laguna de Marolda, lugar lleno de sauces y agua estancada, ubicado en la esquina de del Valle y 12 (actual estación de servicio), donde se atrincheraron y resistieron a balazos”. No fue necesario que llegaran policías desde Ayacucho o soldados de Dolores. En la noche los anarquistas escaparon a los tiros corriendo por un puente de madera que cruzaba el boulevard a la altura de la calle 10. Otra víctima fue el cabo de policía Riera que murió de un balazo al intentar penetrar en el monte. Los vecinos hicieron luego una colecta y donaron a su familia una casa ubicada en calle 23, entre 20 y 22. Finalizó Horacio su nota en El Liberal señalando que no trascendió la cantidad de muertos y heridos pertenecientes al bando ácrata, “medida tal vez impuesta para silenciar la magnitud de la asonada”. Agregó que aquel
día marcó el comienzo del fin de los anarquistas en Balcarce, “por una fuerte acción contra ellos para que no se pudieran volver a repetir hechos como el acontecido”.
La nota completa en la edición impresa de LA VANGUARDIA.
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