En setiembre de hace 85 años se puso el número identificatorio a la principal ruta que atraviesa nuestro partido. Eso ocurrió cuando la Dirección Nacional de Vialidad decidió determinar el denominado primer esquema de numeración, en los caminos correspondientes a su competencia. Así fijó también lo referido al mantenimiento, el control y la atención de entonces. Hoy son 623 los kilómetros de este trayecto que, con atractivos paisajes, va del sudeste al noroeste de la provincia bordeando la sierra de Tandilia y pasando por Balcarce, Tandil, Azul, Olavarría, San Carlos de Bolívar y Pehuajó para terminar en General Villegas. Cuando Vialidad adoptó aquella decisión la ruta unía Mar del Plata con Pehuajó.
En 1972 quedó extendida desde ese último distrito hasta Villegas al ceder el gobierno bonaerense a la Nación esos 136 Km., que era la ruta provincial 86. Así quedó delineada esta carretera que partiendo desde la costa llega al distrito que limita con las provincias de Santa Fe, Córdoba y La Pampa. Su trazado inicial había sido marcado dos años antes de aquella denominación identificatoria, es decir en 1933. La historia de esta ruta tiene mucho que ver con el pasado y el presente de Balcarce por su vinculación con los partidos vecinos de General Pueyrredón y Tandil, más lo que significa cada día para la circulación de vehículos de distinto tipo –autos, camiones y el transporte colectivo- y la atracción para los turistas.
DE 6 A 7,30 METROS
En la década de 1970 fue muy importante la obra para ensanchar la cinta asfáltica entre Mar del Plata y Balcarce, que tenía apenas seis metros entre banquina y banquina, curvas muy cerradas y puentes angostos. El anuncio de Vialidad Nacional fue muy bien recibido por quienes transitaban habitualmente por los 64 kilómetros del trazado, la población en general y los gobiernos municipales de las dos ciudades. El periodismo habló antes de “peligrosa” al referirse a la ruta, apuntando que esa característica había sido la causa de muchos accidentes. Las principales correcciones se llevaron a cabo desde el paraje El Dorado hasta El Cruce y uno de los trabajos más importantes se hicieron en la conocida “curva de Llanes” a poca distancia de la Escuela No. 30 “Florentino Ameghino”, en La Martha, kilómetro 53. Otras modificaciones se hicieron en el kilómetro 48 frente a la Estación Terrena de Comunicaciones Vía Satélite, y en Puerta del Abra. También se realizó una modificación en el tramo donde está la laguna La Brava. Vialidad explicó que uno de los objetivos era eliminar curvas muy cerradas, siendo ensanchada la calzada hasta dejarla en 7,30 metros, es decir 1,30 más. También el mismo tratamiento fue efectuado en los puentes de hormigón armado que pasaron a tener 13,30 metros de ancho. Realizó la obra la empresa SACOAR SA, cuyas oficinas y el obrador fueron instalados cerca de la loma próxima a El Cruce y a la falda de la sierra La Bachicha, siendo arrendada una cantera.
Otro anuncio en ese tiempo fue el anticipo que Vialidad tenía previsto ejecutar un proyecto similar desde la mitad del camino hasta el ingreso a Mar del Plata. En publicaciones se señaló que el organismo nacional quería “adecuar a la 226 a las necesidades y a las características del tránsito actual, que son fundamentalmente distintas de la imperantes casi cuarenta años atrás cuando fue concebida”. Es decir, en 1933.
PEAJE Y AUTOVIA
En 1990 comenzó el cobro de peaje por la empresa Camino del Abra con las cabinas El Dorado (Km. 32) y más adelante La Vasconia (153) e Hinojo ( 276). Trece años más adelante la concesión pasó a manos de Rutas al Sur y en 2007 concluyó la obra de la autovía entre Sierra de los Padres y El Dorado. En 2012 otra importante realización fue la extensión de la segunda calzada de 33 Km. desde ese último paraje a El Cruce.
El periódico El Constructor dijo en enero del año siguiente que esa ampliación era “y va a ser un antes y un después de la ruta 226”, dotándola de seguridad y confort para 1.700.000 de usuarios que la transitaban en ese entonces.
Fazzone: más de 50 años en la 226
Desde aquella cinta asfáltica de 6 metros de ancho hasta la actual autovía, Carlos Fazzone anduvo primero tres días en la semana y luego de lunes a viernes durante muchos años por la 226. Fue a Mar del Plata y volvió conduciendo camiones Mercedes Benz una enorme cantidad de veces –imposible precisarlo-, yendo vacío y volviendo cargado, con múltiple mercadería que después era entregada al comercio local. La historia del Transporte Fazzone comenzó con su padre José, quien había iniciado esa actividad con el servicio a Buenos Aires y la compañía de su cuñado Beto Cristaldo, en dos días de cada semana. Más adelante José siguió con ese trabajo yendo a Mar del Plata, mientras su hijo Carlos era cadete en Casa Galli, el local de venta de ropa en la esquina oeste de calles 17 y 18 donde hoy está la heladería Cyrano.
Esa tarea la comenzó en los años ´50 con un paréntesis los viernes, cuando iba en El Rápido a ayudar a su padre en Mar del Plata y en un tiempo en que fueron creciendo los clientes. “Ya teníamos mucho trabajo”, dice hoy a La Vanguardia, al contar cuando pasó luego a ser el conductor del transporte acompañado durante años por su cuñado “Rulo” Ramundo y después mucho tiempo por Hugo Scorziello. “El laburo me lo dio mi padre”, reconoce agradecido en la charla con dos cafés. Así, Fazzone transitó por la 226 cuando fue ruta angosta, siguió en la década del ´70 con el ensanche de más de un metro, continuó a partir del ´90 pagando peaje, y fue y trajo paquetes por los actuales dos trayectos extendidos desde la salida de avenida Luro hasta El Cruce. Fueron más de 50 años poniendo en marcha el motor a las 6 y media de la mañana, recorriendo la vecina gran ciudad, llegando en el regreso a media tarde y repartiendo luego lo traído. Recuerda nombres de comercios y vecinos de su amplia clientela, como las ocho farmacias que funcionaron durante décadas en la ciudad, Sierramat, El Liberal, Blanco y Negro, Galcer, otros comercios de venta de ropa, Musa Hnos., Al Gran Bazar al que llegaron a traerle 100 bicicletas en más de un viaje, y muchos más. “El negocio siempre rindió”, acota.
En esas idas y venidas por un camino siempre elogiado por su belleza, vio como otros las obras viales, anduvo bajo fuertes tormentas, tuvo que hacer reparaciones en plena ruta y por otra rotura se quedó durmiendo en San Carlos. En una muy fría mañana encaró el pavimento blanco con el camión patinando: “estaba nevando y no podía subir la loma de Bustamente, yo tenía un matafuegos grande y le dije a Hugo, pónelo bajo una rueda de atrás. El Mercedes empezó de a poco a trepar y salimos, sino…”, dice con una carcajada contagiosa.
LA CALLE 21 COMERCIAL
Carlos es además uno de los vecinos que ha visto crecer la ciudad. Desde su casa en calle 21, entre 22 y 24, es testigo de lo que ocurre en esa arteria hasta donde se ha extendido lo que suele denominarse “centro comercial”. Mira hacia atrás y recuerda, en el ameno diálogo en un cercano café en esa calle, a familias y pocos locales de otro tiempo en ese sector. Los va nombrando: la parrilla de su abuelo Carlos en la esquina que vendió a Bruno, el taller de Yalea y Colavita, un corralón que tuvo Azcárate y Cía., zapatería Mascía, bar de Miller, el local de bombas inyectoras Giménez; las familias Kaspar, Gutiérrez y Lacasta; la verdulería de Pacífico, Romualdo Vivo con la venta de vino Dacia y la Escuela 502. Hoy se ven dos edificios de propiedad horizontal, nuevos negocios y el comienzo de una obra. Como otros, de lunes a viernes anduvo arriba del camión –“siempre manejando con prudencia”, acota- y sin tomarse vacaciones. Pero los domingos se ponía los cortos y la camiseta 7 de El Riojano para ir y volver ligero junto a la línea de cal llevando la pelota. Se le pregunta: “¿ eras veloz como Pavón, el de Boca ? “. “No sé, pero yo no era goleador, creo que sólo hice siete en todos esos años”, responde otra vez con la carcajada que contagia. Entonces habla de aquel fútbol y nombra a los campeones de El Riojano en 1962: Cejas, Cabrelli, Elizalde, Zurita, Aguilar, Hernán Tagliaferri ( “¡ qué jugador !”), Fazzone, Nucciarone, Ruberto, Onar Tagliaferri, Campolietto. La lista sigue con otros jugadores que marcaron una época: Cacho Paz y Bolisio, de Mitre; los hermanos Palito y Bolilla, de Rácing y los Smiraglia con los colores de Amigos Unidos. Luego del fútbol se hace un paréntesis en ese momento de muchos recuerdos, que corta Carlos: “sabés, todavía siento el camión y la ruta…”. Es que fueron más de 50 años.
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