El “Acuerdo de Comercio e Inversiones Recíprocas entre EE.UU. y la Argentina” es primordialmente un pacto de inversiones y sólo subsidiariamente comercial; y las inversiones que se prevén son las norteamericanas, en tanto que el comercio - entendido como exportaciones argentinas - prácticamente no existe, salvo una y absolutamente esencial que es el de las ventas de carne vacuna de la Argentina a EE.UU. que se realizan con arancel cero (0%) por decisión del presidente Donald Trump.
Los tratados de libre comercio de la década del ´90 tenían como objetivo central la expansión del comercio exterior, y fundamentalmente de las exportaciones, mientras que los acuerdos contemporáneos como es el caso del vínculo EE.UU.-Argentina, su finalidad principal es atraer inversiones; y de esa manera, y con posterioridad, desatar una corriente de nuevas exportaciones a un mercado de donde provienen las inversiones originales.
Este es el caso de EE.UU, que es la 1era economía mundial (U$S 27 billones/26% del PBI global); y también la fuente de más de 60% de la inversión extranjera directa (IED) del capitalismo de la época.
El comercio internacional del siglo XXI es la obra de las cadenas transnacionales de valor, que constituyen un sistema de producción de alcance global integrado por 88.000 empresas mundiales con sus 600.000 asociadas y afiliadas; y por cuyos eslabones transcurre más de 85% del intercambio internacional.
En este sistema integrado transnacional de producción que es el núcleo estructural del capitalismo del siglo XXI más de 60% de sus firmas son de origen norteamericano.
Lo que ha hecho EE.UU. en este acuerdo comercial de carácter reciproco es integrar a la Argentina con la economía norteamericana.
Como contrapartida le ofrece a la Argentina exportar de inmediato 80.000 toneladas de carne vacuna, y hacerlo con arancel cero (0%), lo que le permite multiplicar esa cifra con el único límite de sus capacidades internas.
EE.UU. produce 10 millones de toneladas de carne vacuna por año, y su demanda asciende a 12 millones de toneladas, lo que implica que por necesidad tiene que importar 2 millones de toneladas en este periodo, lo que asegura un mercado de carnes creciente para las exportaciones argentinas.
El precio de la carne vacuna en EE.UU. alcanzó un valor de U$S 6.12 por unidad, que trepa a U$S 12.50/unidad en las carnes provenientes de novillos de más de 400 kilogramos. Estos son los niveles más altos del precio de las carnes norteamericanas de los últimos 70 años.
En breve síntesis, la carne vacuna argentina exportada a EE.UU. con arancel cero (0%) tiene un precio que está muy por debajo de esos niveles récord, lo que constituye una enorme ventaja comparativa; a lo que hay que sumar que se trata de “la mejor carne del mundo”, cuya base es el ganado Angus, el mismo tipo y la misma raza que la norteamericana, pero que se cría mayoritariamente en praderas libres y no en los encierros del “feedlot” como hacen obligatoriamente las estadounidenses.
La decisión de Trump de otorgar un arancel cero (0%) a las carnes argentinas hace desaparecer la noción misma de “cupo de importaciones”; y de lo que se trata ahora es de vender lo máximo posible las carnes argentinas en el segmento de la alta calidad y elevados precios a través de una asociación con las grandes cadenas de restaurantes norteamericanos de alta categoría, para vender en ellos la “mejor carne del mundo”.
La oportunidad que la abre a la ganadería argentina el “Acuerdo de Comercio e Inversiones Recíprocas entre EE.UU y la Argentina”, sellado entre Donald Trump y el presidente Javier Milei, es verdaderamente excepcional, un caso único o al menos con escasas comparaciones de un intenso favoritismo y aprovechamiento sistemático de las ventajas comparativas.
La cuestión ahora es aumentar no sólo el número de cabezas de ganado de alta calidad en la Argentina, sino ante todo mejorar la productividad de sus rodeos.
Este es el camino del éxito y la prosperidad para la producción ganadera del país, la más antigua de sus industrias.