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Agrotecno

La agricultura sustentable apuesta a la Inteligencia artificial

Redacción Vanguardia

Se necesitará entre 35% y 56% más de recursos para atender una demanda que se duplicará en los próximos 25 años.

El Instituto de Liderazgo en la Sustentabilidad de la Universidad de Cambridge (CISL) señala que la alimentación es el fundamento de la estabilidad y el progreso humano. Por eso la agroalimentación debe juzgarse en términos globales.

La característica del sistema productivo de agroalimentos es que depende en forma directa de la naturaleza, y está por lo tanto plenamente identificada con sus cambios y fluctuaciones estructurales, sobre todo en lo que se refiere al uso de sus recursos esenciales, que son el suelo, el agua, y el clima.

Señala la CISL que un ecosistema inestable en la naturaleza se traducirá necesariamente en shocks económicos y geopolíticos.

La población mundial – estima Naciones Unidas – superará los 10.000 millones de personas en 2050, lo que significa que la tierra y el agua que consumirán en este periodo estará por encima de las posibilidades del planeta; y esto plantea una crisis orgánica de la producción agroalimentaria mundial, que tendrá lugar incluso por encima de los daños que pueda ocasionar el calentamiento de la atmósfera o “cambio climático”.

El sistema agroalimentario en los países avanzados tiene un carácter esencialmente extractivo y profundamente industrializado, lo que significa que trata los recursos como un objeto de explotación, y tiende a agotarlos o degradarlos.

En la estimación del CISL se necesitará entre 35% y 56% más de recursos para atender una demanda que se duplicará en los próximos 25 años. Frente a esta situación se abren 2 posibilidades: una es que el cambio que se impone en el sistema mundial de agro-producción lo provoquen las crisis y los conflictos, y el otro es que se realice mediante una transformación económica y tecnológica deliberada que impulse el crecimiento de una oferta global de carácter sustentable.

Esto lleva directamente a redescubrir la importancia primordial de los nuevos procesos de fermentación y de innovación biológica en los ingredientes básicos de las grandes industrias agroalimentarias, como son las actividades lácteas y la ganadería moderna.

Para eso se requiere una visión absolutamente realista de una actividad dominada por grandes corporaciones de excepcional productividad, encabezada por EE.UU, en la que 1% de las compañías ocupan más de 65% de las tierras agrícolas, y en la que sólo 12 cosechas y 5 especies animales proveen más de 75% de los alimentos del sistema global.

El 2do punto es advertir que, sin la industria química internacional, sobre todo alemana, no habría habido forma de garantizar en modo alguno la seguridad agroalimentaria del planeta, pero también hay que señalar que este extraordinario logro de la innovación y de la ciencia ha tenido como contrapartida una emisión desmedida de dióxido de carbono, y ha provocado una polución generalizada del medio ambiente.

Esto hace ineludible volcarse al mundo biológico, guiado en esta transición por las “leyes de la vida” y la ciencia más avanzada del mundo actual, que es la biotecnología.

 
 

En este proceso de transición entre 2 formas absolutamente divergentes de encarar la producción agroalimentaria en el mundo hay que colocar en 1er lugar a los nuevos modos innovadores de la agricultura sudamericana, principalmente la de la Argentina a través de la siembra directa, que se caracteriza por ser aquella que en vez de crear dióxido de carbono (CO2), lo absorbe y modifica incorporándolo a un ciclo productivo que en vez de destruir la naturaleza se fusiona con ella.

La aparición en gran escala de los fertilizantes biológicos representa una nueva concepción de la agricultura capitalista, que en vez de “explotar” los recursos asume como propio el ciclo de la vida, y por lo tanto despliega una visión esencialmente biológica y no química.

Toda esta extraordinaria transición que está ahora en marcha se encuentra híper-potenciada por la revolución tecnológica de la Inteligencia artificial, que es la que permite el pleno despliegue de la 4ta Revolución Industrial, cuyo epicentro está en EE.UU, que es precisamente el eje de la agricultura industrial y centralizada. Es lo que responde a la lógica de las “leyes de la vida” en la que todo tiene un carácter circular.

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