De acuerdo a datos que divulgó el municipio, el área de Obras Privadas aprobó en los últimos dos años "la construcción de casi un millón de metros cuadrados en la ciudad destinados a nuevas viviendas y desarrollos de usos mixtos".
En 2024 se aprobaron 400.052 metros cuadrados de obra nueva, un 15% más que en 2023 (347.824). A estas cifras hay que sumarle unos 230.000 metros de obra regularizada en ambos períodos. Aseguran del área que sumados darán lugar a alrededor de 1.500 nuevas viviendas.
Semejantes cifras recuerdan a lo que ocurrió en la ciudad en la década del 60, cuando se produce una transformación de la ciudad y se convierte en un balneario popular, hecho que implicó un proceso de verticalización.
Salvando distancias: entonces el privado financiaba por años en cuotas fijas, los edificios se levantaban entre medianeras, las unidades eran "para un público no marplatense, departamentos que eran más para dormir, ir a la playa y volver a la noche", describe el historiador Víctor Pegoraro, doctor en Historia por la Universidad de San Andrés, investigador de la UNMDP y el Conicet, que reconstruye esa época de fervor inmobiliario en su libro "Mar del Plata vertical. Piqueta, construcción y progreso", publicado en 2023. Se priorizaba la rentabilidad sobre la estética.
Allí concluye: "Mar del Plata se creó como un negocio inmobiliario. No una sola vez —en su fundación— sino dos veces: a mediados del siglo XX, los edificios en altura transformaron la ciudad tradicional, modificando el paisaje urbano y también la sociología, la economía y la imaginación de la ciudad".
En aquellos años, incluidos parte de los '70, según un estudio de la revista I+A de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño (FAUD) de la Universidad Nacional de Mar del Plata, se construyeron casi 3 millones de metros cuadrados, marcando un antes y un después en la fisonomía urbana.
Hoy, aunque los tiempos y las razones sean otras -la llegada de nuevos residentes post pandemia, el auge del home office, la multitud de jóvenes que eligen la ciudad y una renovada apuesta a la inversión inmobiliaria en una Mar del Plata productiva-, el cambio está en marcha. No exento de debates, contradicciones y tensiones entre el progreso y la identidad de la ciudad.
La dinámica es la misma, desarrolladores autorizados a construir en predios de antiguas construcciones, un mecanismo que ya operaba en aquellos años, aunque entonces la demolición avanzaba sin criterios de preservación. De hecho el icónico Havanna, que llegó a sus alturas también por excepción al código urbano de entonces, está asentado donde hubo un distinguido chalé pintoresquista: el de Jacinto Peralta Ramos, hijo del fundador de la ciudad. La nueva reconfiguración tiene sus cimientos.