Juanito nació en Corrientes con parálisis cerebral, una condición neurológica que afecta el movimiento, el equilibrio y la postura, dificultando funciones básicas como el habla, la alimentación y el aprendizaje. Esta alteración se debe a daños en el cerebro ocurridos antes, durante o después del nacimiento, generalmente en etapas muy tempranas del desarrollo. En busca de una alternativa que mejorara su calidad de vida, sus padres decidieron preservar el cordón umbilical de su hermana Amparo en un banco familiar, una elección que en su momento les brindó tranquilidad. Años más tarde, gracias a esa decisión, Juan accedió a un tratamiento con las células madre del cordón de su hermana. Los resultados fueron esperanzadores: hoy habla más, asiste a una escuela inclusiva y, según su mamá Mirna, “está más conectado con el mundo”.
Casos como el de Juan empiezan a ser cada vez más frecuentes a medida que la medicina regenerativa avanza. Las terapias con células madre, en especial las obtenidas de cordón umbilical, pasaron en las últimas décadas de ser una promesa futura a una opción real para miles de personas en todo el mundo. Aplicadas inicialmente en trasplantes para enfermedades de la sangre como leucemias o linfomas, hoy se investigan, y en algunos casos ya se aplican, en condiciones tan diversas como parálisis cerebral, autismo, lesiones deportivas, artrosis o enfermedades autoinmunes.
De un trasplante pionero a una revolución médica
La historia de las células madre de cordón umbilical comenzó en 1988, cuando la Dra. Eliane Gluckman y su equipo realizaron el primer trasplante exitoso en un niño con anemia de Fanconi, una enfermedad genética de la sangre. Desde entonces, el uso de estas células fue creciendo de forma sostenida, sobre todo en el ámbito de las enfermedades hematológicas. Hace 20 años, solo 1 de cada 40.000 personas accedía a ellas; hoy lo hace 1 de cada 2.500, y se estima que en una década será 1 de cada 70. Una de sus grandes ventajas es que pueden utilizarse en distintas etapas de la vida, desde el nacimiento hasta la adultez. Gracias a la criopreservación, pueden conservarse durante décadas y estar disponibles para quien las almacenó o para familiares compatibles. Por eso, la guarda se convierte en una inversión en salud que puede marcar la diferencia en el acceso a terapias regenerativas.
Desde ese primer trasplante exitoso con sangre de cordón umbilical, se han contabilizado más de 62.000 trasplantes formales en todo el mundo, según datos de la Cord Blood Association. Estos procedimientos, en su mayoría, se utilizan para tratar enfermedades hematológicas como leucemias, linfomas o anemias severas.
Más allá de los trasplantes tradicionales, en los últimos años se han documentado miles de tratamientos clínicos y experimentales con células madre de cordón umbilical, especialmente en el campo de la medicina regenerativa. Entre las condiciones en estudio se incluyen la parálisis cerebral, el autismo, lesiones neurológicas, enfermedades autoinmunes, afecciones de la piel, pérdida de audición adquirida, lesiones deportivas y ciertos trastornos degenerativos.
En América Latina, si bien la infraestructura pública para trasplantes con células madre de cordón umbilical es limitada, crece el número de tratamientos realizados en instituciones privadas o como parte de investigaciones clínicas.
Un campo en expansión: qué se está investigando hoy.
Durante años, las células madre de cordón umbilical se usaron casi exclusivamente en trasplantes para enfermedades de la sangre, como leucemias o anemias. Pero en las últimas dos décadas, la investigación científica comenzó a mirar más allá. Hoy, hay más de 400 ensayos clínicos en curso en distintas partes del mundo que evalúan su potencial en enfermedades no hematológicas.
Entre los casos que concentran mayor interés están la parálisis cerebral infantil, el autismo, las lesiones de médula espinal, la artrosis, la pérdida de audición neurosensorial, la diabetes tipo 1 y la esclerosis múltiple. En cada uno de ellos, se estudia si las células madre pueden contribuir a reducir la inflamación, reparar tejidos o mejorar funciones deterioradas.
Testimonios que le ponen rostro a la ciencia.
Más allá de las cifras, las historias de quienes accedieron a estas terapias permiten dimensionar su impacto potencial. Mayra, una madre de 36 años que sufrió una parálisis facial, participó en un tratamiento con células madre obtenidas de cordón umbilical de su hija que, asegura, la ayudó a recuperar funciones físicas y a mejorar su calidad de vida. “Nunca imaginé que podría necesitar algo así, pero hoy agradezco haber tenido esa posibilidad”, cuenta.
Bauti, un niño de seis años diagnosticado con autismo, también fue parte de un ensayo clínico que utiliza células madre para modular la inflamación cerebral. Según sus padres, luego del tratamiento notaron mejoras en su atención y en la interacción social. “Se activaron zonas del cerebro que antes no respondían”, relata su papá.
Gael nació con Epidermólisis Bullosa, una enfermedad también conocida como ‘Piel de mariposa’, con una alta tasa de mortalidad en el primer año de vida. Sus padres, que habían almacenado previamente las células madre de cordón umbilical, accedieron a un tratamiento experimental que, si bien no cura la enfermedad, permitió mejorar notablemente su condición y calidad de vida, aliviando sus síntomas.
Estos testimonios no solo son un reflejo del avance científico, sino de una transformación real en la vida de las personas: las mejoras físicas han dado paso a una mayor integración en entornos sociales, laborales y familiares. La autoestima crece, la confianza se fortalece, y la calidad de vida mejora de manera integral.
De la investigación a la práctica
Aunque todavía no forman parte del tratamiento estándar en la mayoría de los casos, las terapias con células madre de cordón umbilical avanzan firme en el terreno de la investigación médica. Lo que hasta hace algunos años era una posibilidad lejana, hoy se estudia en laboratorios y hospitales de todo el mundo, incluso en la Argentina, con un objetivo claro: ofrecer nuevas herramientas frente a enfermedades complejas.
Un futuro que se construye paso a paso
Los avances en medicina regenerativa no ocurren de un día para otro. Requieren tiempo, evidencia y validación. Pero en el caso de las células madre de cordón umbilical, lo que hasta hace poco era terreno exclusivo de la investigación básica hoy muestra resultados concretos en estudios clínicos y experiencias reales.
Cada estudio, cada paciente tratado bajo protocolos experimentales y cada resultado documentado, aporta una pieza más a un escenario que empieza a tomar forma: el de una medicina que complementa lo que hoy conocemos como práctica clínica habitual. En ese escenario, la medicina regenerativa no es una promesa, sino una certeza. Y su verdadero potencial, por ahora, es una frontera en movimiento, en la que cada avance, empuja ese límite un poco más allá.
Hoy, las células madre de cordón umbilical están cada día más cerca y al alcance de todos, abriendo una puerta a tratamientos más efectivos y menos invasivos, como una oportunidad real y única para mejorar la calidad de vida de las personas.