Sin embargo, quienes no hayan presentado síntomas de varicela, no significa que no la hayan tenido. Como explica Rozenek, el 70% presenta lesiones en piel y "se dan cuenta" de que la tuvieron, pero el 30% no.
Lo que ocurre luego es que durante años el virus se "guarda" en los ganglios neurológicos y queda latente.
“En algún momento, las personas mayores se vuelven más susceptibles a tener Zóster", sostiene la médica. Y añade que también tienen un riesgo mayor las personas inmunocomprometidas, entre las que se incluyen los pacientes oncológicos, con VIH, personas trasplantadas, quienes están en tratamiento con quimioterapia, reciben corticoides a alta dosis, o medicamentos biológicos.
"El virus se multiplica siguiendo el nervio del ganglio neurológico donde quedó escondido, y por seguir este trayecto es que parece una víbora y adquiere el popular nombre de culebrilla", explica.
Generalmente se presenta como una erupción con ampollas en el tórax -donde se manifiesta en la mayoría de los casos-, el abdomen o la cara, produce un dolor agudo y punzante, y puede estar acompañado de fiebre, fatiga y un malestar generalizado.
La profesional asegura que puede ocasionar dolor varios días antes de la aparición de las vesículas o ampollas típicas en la piel, lo que puede dificultar el diagnóstico.
Los primeros síntomas suelen ser picazón, dolor, hormigueo, sensación molesta o sensibilidad al tacto en el tórax, el abdomen o el rostro. Tras los primeros días, comienza la fase aguda de la enfermedad, en la que aparece la erupción cutánea, con ampollas en las zonas afectadas, acompañadas de un dolor agudo.
“Al cabo de unos 10 días, las vesículas se convierten en costras que, normalmente, duran entre 2 y 4 semanas”, explican en el portal www.hablemosdezoster.com.
“Las regiones de los nervios intercostales son las más frecuentemente afectadas, y le sigue el nervio oftálmico. En este caso puede producir muchas complicaciones oftalmológicas, como conjuntivitis, queratitis, y llegar hasta la ceguera”, advierte Rozenek.
Respecto a las complicaciones, se pueden dar en el momento agudo de sobreinfección de las vesículas, y afectar varios nervios vecinos. “En esos casos, en vez de verse una sola viborita, se ven varias en paralelo. Cuando afecta el ojo puede traer distintas complicaciones locales, a veces graves”, reitera.
Sin embargo, advierte que la complicación más "temida" y más frecuente es la neuralgia post herpética (NPH). Se trata de la persistencia del dolor agudo hasta tiempo después de la finalización del cuadro, cuando las vesículas ya se secaron y no se ven. Puede extenderse durante semanas, meses o incluso años.
Una de cada 3 personas que padecieron Zóster pueden tener persistencia del dolor por más de 2 o 3 meses luego del cuadro, y esto es más prevalente en mujeres de edades más avanzadas.
La posibilidad de sufrir NPH, además, aumenta con la existencia de comorbilidades. De hecho, en la Argentina, casi la mitad de los que desarrollaron la complicación tenían enfermedades previas, según el comunicado distribuido por GSK (la compañía farmacéutica que fabrica la vacuna) con los resultados de la encuesta.
“El tratamiento es con un antiviral (aciclovir) que debe ser administrado precozmente para que sea útil: antes de las 72 horas de la aparición de las vesículas", detalla. Y apunta que la erupción puede dejar cicatrices hiperpigmentadas en la zona de las vesículas.
Rozenek explica que la única manera de prevenir el Zóster es a través de la vacunación, que requiere receta. Y, lamentablemente, solo accede a esa vacuna quienes pueden afrontar su costo: en el momento de la publicación de esta nota, rondaba los 233 mil pesos cada dosis.
“La vacuna tiene ya muchos años de experiencia en el mundo y en nuestro país. Es segura y ha demostrado que genera una inmunidad duradera, de más de entre 10 y 15 años hasta lo que hoy se tiene de seguimiento, por lo que se recomienda la vacunación una sola vez en la vida”, explica la médica.
Se administra en dos dosis separadas por entre 2 a 6 meses. Como indica la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología (SAVE), está indicada a partir de los 50 años, o desde los 18 en personas inmunocomprometidas. Lo ideal es consultar al médico de cabecera.
“No tiene virus vivos sino proteínas con el agregado de una sustancia química que aumenta la respuesta inmunológica, por lo que pueden recibirla aún los pacientes inmunocomprometidos que, como dijimos, tienen mucho más riesgo de tener Zóster, de presentar formas graves y complicaciones, y de repetir el cuadro”, explica Rozenek.
Para quienes ya padecieron la enfermedad y quieren vacunarse, deberían dejar pasar al menos un año desde el alta. Si se trata de pacientes inmunosuprimidos, deberían consultar con su médico cuánto tiempo dejar pasar, indica la médica.
El miedo de repetir el cuadro es frecuente entre quienes lo padecieron. “La posibilidad de repetirlo, según distintos trabajos, es entre el 6, el 8, el 10% como mucho. Es infrecuente”, tranquiliza
Sin embargo, admite que las personas con inmunocompromiso tienen altas chances de repetirlo, de 20 a 100 veces más que quienes no tienen depresión de sus defensas.