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“El hombre sin ideales y sin convicciones no llega a ningún lado”

Redacción Vanguardia

A los 27 años Enrique Santiago Vistalli (57)quedó ciego por una enfermedad congénita y decidió trabajar por los discapacitados. Formó una familia, creó una Fundación y llega con ayuda a quienes más lo necesitan. Su historia de vida. Foto: La Vanguardia 2013.

Aún cuando el destino se encarga de abortar cualquier proyecto de vida, siempre existe lugar para la superación personal y para descubrir nuevos mundos, o en todo caso aspectos de la vida cotidiana poco transitados. Este es el caso de Enrique Santiago Vistalli (57) quien por una enfermedad congénita quedó ciego a los 27 años y no sólo no bajó los brazos sino que redobló sus esfuerzos y se transformó en mentor de una de las asociaciones que desde Tandil más batalla por los derechos de los discapacitados de la provincia de Buenos Aires. Esta semana Vistalli visitó Balcarce para reunirse con dirigentes y el mismo presidente del Concejo Deliberante y, en un alto de su estadía, le concedió un reportaje a La Vanguardia para hablar de sus sueños y contar su historia de vida.  “Mis padres obviamente sabían cuál iba a ser mi futuro porque tengo un hermano mayor que tiene el mismo problema. También tiene alguna enfermedad y no es congénita ya que nosotros nos hemos hecho algunos estudios en la ciudad de La Plata, en el Santa Ludovica puntualmente  para saber si cuando él iba a ser padre los hijos iban a tener problemas, A Dios gracias no fue así. A los 17 años terminé el secundario en el Colegio San José de Tandil y me puse a trabajar con mi viejo en el taller de frenos que tenía. Trabajé hasta los 22 años porque me dijeron que no siguiera porque los tornos y los compresores del taller me producían un desgaste auditivo entonces quedar ciego y sordo iba a ser muy duro. Me puse una casa de repuestos y con eso nos bastó, trabajaba a la par de mi hermana, y después empecé a recorrer la provincia de Buenos Aires tratando de ayudar y dar contención a los discapacitados. A los 27 años ya había quedado totalmente ciego ya que mi enfermedad era progresiva, y mi vida cambió para siempre”.

-¿Fue muy dura esa etapa?
-La gente hoy no te entiende, así que imaginate hace 40 años. No por maldad, sino que las personas no saben cómo manejarse porque cree que uno los va a rechazar. Yo ando por todos lados, por toda la provincia orgulloso, me paro en las confiterías, charlo con uno y con otro, un día me dijeron que no creían que era un murciélago, pensé que eras un tipo normal. A partir de ahí me dediqué a la Asociación de Ciegos y fundé seis instituciones más con diferentes metodologías de discapacidad, viajando por 47 ciudades durante 15 años. Después de trabajar por mi institución fundamos esta ONG hace siete años que se llama A.RE.DIS. (Asociación Regional Discapacitados).

La nota completa en la edición impresa.

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