La presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner anunció y envió al Congreso un proyecto de ley de expropiación de la petrolera YPF, de mayoría accionaria de la española Repsol, que fija el control para el Estado federal del 51% y para las provincias del 49% restante. "Declarese de interés público la empresa Repsol-YPF para lograr el autoabastecimiento de hidrocarburos (...) A los efectos legales se declara de utilidad pública y sujeto a expropiación el 51% del patrimonio de la sociedad", según el texto de la  iniciativa establece que "el 49% restante de las acciones se distribuirá entre las provincias productoras de petróleo" de hidrocarburos. Al referirse a la iniciativa, Fernández de Kirchner destacó en un acto en la Casa de Gobierno que el primer titulo del proyecto "habla de la recuperación de la soberanía hidrocarburífera" y criticó el hecho de que Argentina tuviera que importar petróleo y gas en 2011 por más de 3.000 millones de dólares. Esta decisión del Gobierno nacional, abre también una serie de interrogantes respecto del funcionamiento de la petrolera en su relación con cada uno de los eslabones de producción y venta de combustibles. En este contexto, el diario La Vanguardia consultó a Mario Roberto Roza (57) titular de dos de las estaciones de servicio YPF que operan en Balcarce.  
Sobre la situación planteada a partir de esta intervención del Estado, Roza sostuvo que “en estos últimos años hemos tenido muchos problemas, con un antecedente muy malo como fue el de 2001. Había muchas cosas que se hacían con mucha prepotencia y no con la forma comercial que tenía la empresa anteriormente, y estoy hablando puntualmente desde la entrada de los Eskenazi, no la entrada de los españoles. Ahí empezamos a manejarnos con ellos como directores de la empresa y la verdad que fue una agresividad muy marcada y poco entendible hacia nosotros”, expresó. Por otra parte, y en torno a la denuncia de “vaciamiento” que hizo el propio gobierno el empresario afirmó que “para hablar de ese tema hay que manejar información que yo no manejo porque somos, quizás, el último eslabón de la cadena de comercialización”.

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