Evidentemente el sistema tiene fallas. Hay grietas que obligan a pensar en un proceso que debe mejorarse. En este contexto, esto es reconocido no sólo por quienes interactúan en él sino, y básicamente, por quienes lo padecen. El caso de Adrián Ocampo, un chico de 18 años es un caso testigo y casi emblemático respecto de las preguntas sin respuestas que giran en torno a la decisiones que toman los jueces que intervienen en causas registradas en Balcarce. Respecto de los últimos hechos en los que estuvo involucrado el joven, según el parte oficial de la Policía, refieren a varios ilícitos y hasta un episodio en el que resultó herido de arma blanca en lo que fue un hecho confuso en el que se enfrentaron aparentemente dos grupos antagónicos.   El último fin de semana, Ocampo fue detenido por la policía en la vía pública. Primero había ingresado en una casa de calle 12, entre 19 y 21, propiedad de la familia Mazilli, y luego, encapuchado, huía del lugar razón por la cual la policía dispuso un operativo cerrojo que posibilitó su detención en calle 21, entre 10 y 12, a media cuadra del sector del hecho, y se secuestró una consola mezcladora profesional que había sustraído desde la vivienda mencionada. Esa noche, la Policía lo puso a disposición de la justicia y dio intervención a la Fiscalía de Delitos en Flagrancia del Departamento Judicial de Mar del Plata. Aun habiendo antecedentes que marcan un importante grado de reincidencia, la doctora Lucrecia Bustos, jueza de Garantías, ordenó la libertad del joven, y se desconoce si la magistrada ordenó algún tipo de medida complementaria que apunte a intentar resociabilizar a una persona que ha burlado todos los controles y que tiene, según datos aportados por la policía, más de sesenta ingresos a la comisaría de Balcarce por distintos hechos.  

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