Mientras el sol cae implacable sobre la ciudad, Gustavo, padre de dos hijos y uno en camino, clava la pala de punta una y otra vez en la tierra seca, llena de cardos y pastos altos, testigos del abandono, la desidia y la incapacidad de los gobiernos hasta aquí de cumplir con aquella promesa que se lanzó como un gran acontecimiento en junio de 2004 cuando el ex presidente Néstor Kirchner lo presentaba oficialmente en la casa de gobierno y ante los jefes comunales de distintos distritos de la provincia de Buenos Aires, entre ellos el de Balcarce.  
Hoy, a casi seis años de aquel anuncio, en Balcarce las 415 viviendas que se comenzaron a construir –sólo se entregaron algunas- representan ya no la esperanza, sino el sufrimiento de cientos de familias que no creen más, no escuchan, y no aceptan  respuestas vacías. En ese contexto, en la última semana pasó lo que muchos suponían iba a pasar. Cinco familias angustiadas por su situación social, tomaron pacíficamente casas del Plan Federal. Son viviendas que forman parte de uno de los barrios que se construyen en 116 y 9. Como no pueden pagar un alquiler, y no recibieron ninguna respuesta oficial, decidieron ingresar a este barrio en construcción antes de permanecer en la calle, y ya comenzaron a acondicionarlas.
Un equipo del diario La Vanguardia logró acceder al predio de la calle 116 y mantuvo un contacto exclusivo con todas las familias que tomaron la decisión de ocupar las casas del Plan Federal. Gustavo Newbery, Roxana, Cristian Andújar, Gastón Tevés, y Jorge Cortés, están alertas, esperan una respuesta y aseguran que “de acá no nos van a sacar”. Gustavo, en diálogo con La Vanguardia, explica que “esta es la única salida que tenemos. No podemos pagar un alquiler y nos quedamos en la calle, por eso tomamos esta decisión. Cuando nos dijeron que estas casas hace dos años y medio que están desocupadas vinimos y pedimos las llaves y nos metimos sin ningún tipo de violencia. Ahora estamos arreglando lo que podemos, y estamos ayudándonos entre todos, sobre todo porque de los cinco sólo uno tiene trabajo y el resto estamos desocupados. Por otra parte, estamos cansados de pedir. Hemos ido en innumerables oportunidades al municipio y nunca recibimos una respuesta. No pedíamos nada extraordinario: un terreno para nosotros mismos construirnos una casa, o que nos den una que nosotros podamos pagar con trabajo. Estábamos en una situación límite, y por los chicos básicamente decidimos  tomar estas casas. La Municipalidad estaba al tanto de nuestra situación y nunca hizo nada, ahora que nos den una respuesta. Mientras tanto, empezamos a cortar los pastos, logramos conectar la luz, y limpiamos las casas para ponerlas en condiciones”, dice Newbey, a lo que su esposa que está embarazada, agrega: “sé que hay gente que se va a enojar, pero las casas hace tiempo que están habitables, aunque no tengan servicio, y nadie se preocupó. Estamos acá no porque queremos sino porque nos pusieron entre esta decisión y la calle. Sabemos lo que pasa en la calle y los riesgos que hay, y por eso tomamos esta alternativa aunque también nos pueda traer algún tipo de consecuencia. Pero vamos a resistir hasta donde podamos, no porque somos usurpadores, sino porque es la única alternativa que nos dan”, explica la mujer.

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