El nombre del cerro es consecuencia de un hecho importante de nuestra historia. Ocurrió en el primer tiempo tras haberse fundado en 1876 San José de Balcarce, cuando ya el gobierno de la provincia había creado dos años antes el pueblo Balcarce (hoy Mar el Plata), estando los dos en el partido que se denominaba así y llegaba hasta la costa.
Autores de libros –uno, Carlos Alberto Segura- se han referido a que desde ambos sitios se pugnaba para ser el asiento de las autoridades del distrito. Ganaron los llamados “serranos” frente a los “costeros” por decisión gubernamental. Así, en setiembre de 1877 se trasladó aquí el juez de Paz, José Andrés Chaves -la máxima autoridad- desde la estancia La Independencia en la zona de La Peregrina. También comenzó a deliberar en esta población la Comisión Municipal, integrada por cuatro vecinos. Ese paso adelante a favor de los intereses de los pobladores de entonces fue celebrado con un encuentro espontáneo –una merienda, detalló Carlos en su libro “Balcarce, una mirada sobre mi pueblo”- que se hizo en el Cerro “Del Triunfo”. De ahí su nombre.
Ya el lugar era una cantera que según Rafael Cabot, quien publicó el primer libro, fue localizado para ese fin por Serafín Viglizzo, un vecino que es nombrado en distintas comisiones de la época. Cuando hubo que levantar las casas se lo hizo con arena del cerro, ladrillos de los primitivos hornos y arena de La Brava. En 1881 se firmó el primer convenio para la extracción de material en ese lugar, el más alto del pueblo.
Años más adelante se comenzó a hacer el empedrado, para lo cual –se tiene entendido- el cerro y una cantera de Los Pinos fueron los sitios de provisión. Avanzando los trabajos de extracción, surgió después la preocupación por “la acción devastadora de la mano del hombre” –como dijo El Liberal- y en el gobierno del intendente Juan Pastori ( 1958-62) la provincia ordenó la cesación de la actividad minera. En ese momento con la imaginación de un recordado y apreciado vecino se inició otro importante capítulo en esta historia.
Saverio Bonazza, fotógrafo profesional y creador de cosas que quedaron en Balcarce, sugirió que en la vieja cantera “con poco gasto se puede hacer un hermoso anfiteatro para realizar actos y fiestas de distinta naturaleza”, relató El Liberal. Así, integrando el programa de celebración del 150º aniversario de la Revolución de Mayo, fue inaugurado en 1960 –se cumplirán 64 años- este amplio espacio en nuestro cerro histórico. El acto contó con la presencia de una “extraordinaria multitud” dijo el diario: un anticipo de las que se verían desde entonces hasta hoy. Suele hablarse de sitios emblemáticos en una ciudad. En ese sentido El Triunfo lo es. En aquella jornada inaugural habló Saverio Bonazza, quien destacó que era una obra gracias al esfuerzo mancomunado de sectores políticos, el Concejo Deliberante y la Comisión Permanente de Cultura y Festejos. Hoy el anfiteatro fue recuperado gracias al trabajo y el compromiso de un grupo de vecinos que lograron su puesta en valor y hasta han logrado ampliar sus posibilidades respecto de las actividades que allí se desarrollen.
Pasaron décadas y en 2001 el gobierno del intendente José Luis Pérez impuso el nombre de aquel vecino al anfiteatro, cuyo escenario se denomina Roberto Cambaré y en La Pulpería se recuerda al folclorista y recitador Carlos Máximo Cabrera. En esa construcción se depositaban antes máquinas y herramientas municipales hasta su remodelación. Bonazza, con una reconocida trayectoria, fue además el creador del escudo de Balcarce que refleja el trabajo, el esfuerzo rural, el libro, la naturaleza e incluye a la Pirámide que en el centro de la plaza Libertad sostiene la estatua de la República. Ese diseño fue elegido en el concurso que, a ese efecto, se hizo en la celebración en 1965 del Centenario de la creación del partido. Saverio, un entusiasta del tiro al blanco y la fabricación de armas, fue uno de los fundadores de la Seccional Balcarce del Tiro Federal Argentino. Además, en aquellos festejos por el Centenario fue muy festejada su participación cuando en la mañana de los 100 años -31 de agosto- despertó a la gente con estruendos desde el centro de la plaza. Lo hizo con un antiguo cañón que había restaurado y que, desde esas jornadas, fue recordado como “el cañón de Bonazza”.
Esa pasión por las armas lo llevó a reproducir en miniatura y para la venta, a un cañón de modelo antiguo que en 1963 patentó con la marca Goliat y a eso agregó la fabricación de ballestas. Actuó en la actividad política militando en el Partido Socialista Democrático.
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