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Del archivo de La Vanguardia: Familias tradicionales: los Domínguez

Redacción Vanguardia

 

 

Las cinco generaciones de esta familia balcarceña estuvieron y están dedicadas a este importante quehacer -la imprenta-, desde 1895 hasta nuestros días.

 

Siete años después de la fundación de San José de Balcarce en 1876 aquellos pobladores recibieron a Dardo Rocha, el primer gobernador de la provincia que pisó esta tierra. En un banquete le pidieron que autorizara

la instalación del Telégrafo, que llegó al año siguiente y seis semanas antes de la apertura de la sucursal del Banco de la Provincia.  Fue 1884 un año importante para los balcarceños. Tiempo después Nicasio Domínguez comenzó a trabajar en ese Telégrafo, tras haber llegado de Córdoba. Su tarea fue montar a un caballo para ir cuidando tranco a tranco el “alambrado eléctrico”, fue así lo que llamaban el guardahilos de aquel entonces moderno sistema de comunicación. En 1895 su nombre apareció en la página de El Independiente, el segundo periódico del pueblo que se publicaba los domingos y donde Nicasio figuró como administrador, incorporándose a ese mundo de tipografía, tinta, moldes, cajas de letras de plomo y una impresora. Ahí comenzó esta historia familiar. Contó en una nota ya publicada por La Vanguardia su nieto, Cacho Domínguez (Arturo), que esa imprenta se llamó El Progreso y que –según comentarios de su padre Luciano- el abuelo fue prácticamente el encargado de esa firma cuyo titular era Antonio Reyes, director de la hoja periodística. A Cacho lo acompaña en esta grata charla su hijo Guillermo, cuarta generación de la familia y reconocido ajedrecista de nuestra ciudad. Dice Cacho que el abuelo y su esposa Fortunata Coronel fueron padres de varios hijos, entre ellos Luciano que también inició su vida laboral por otros caminos trabajando en el mantenimiento de estaciones ferroviarias inglesas. De pueblo en pueblo, en Estación Vela (María Ignacia) -partido de Tandil- conoció a Rosa Antonia Lalli, se casaron y llegaron a Balcarce para trabajar Luciano como pintor de obra.

 

CONTINUA LA HISTORIA

En ese tiempo –alrededor de 1934- su padre Nicasio se retiró de una imprenta que podría ser la que editaba el diario El Liberal. Al dejar esa función le entregaron cajas de tipografía, que Luciano ordenó y agrupó por piezas iniciando lo que ahora vemos como una nueva etapa de esta historia: abrió su imprenta en calles 9 y 20. Fue avanzando y pasó después a alquilar un local en 18 y 11, logró un crédito del Banco Hipotecario Nacional y compró la propiedad de avenida Gonzales Chaves 508 entre calles 13 y 15. Ahí nació La Minerva. Fue 1952 otro año importante al constituirse la firma Domínguez Hnos. con tres hijos de Luciano: Cacho, Héctor (Negro) y Abelardo. Se hizo cargo de La Minerva con el empuje de quienes ya traían en la sangre esas ganas del olor a tinta, de sentir el relieve de los tipos y ver la letra impresa. Esa inclinación fue llevada adelante además por el empuje de  los años: Cacho tenía 22, el Negro 21 y a Abelardo le faltaba uno para los 18. Quizás habría sido extraño que en la vida de los Domínguez no surgiera en un momento la idea de editar un diario. La inquietud se concretó en 1961 con la aparición de El Día, cuyo primer director fue Oscar Carlón. “¡ Lindo sacrificio” recuerda ahora Cacho en la charla, haciendo referencia al trabajo hasta la madrugada –jornada a jornada- para que el matutino estuviera en manos de los lectores a las pocas horas. Un incendio frustó la marcha de El Día, desalentó las ganas de Cacho de seguir (“ en esos días no quise empezar otra vez”), el Negro continuó con la imprenta y Abelardo abrió una importante librería en calle 17, entre Kelly y 18, donde durante años vendió variado material de ese rubro, libros y discos. Tiempo después Cacho adquirió una máquina a Hugo Di Gerónimo y en Kelly entre 25 y 27 levantó la cortina de Imprenta Balcarce, donde con 16 años comenzó Guillermo en 1972: “me gustaba, no quise encaminarme en otra actividad”, comenta quien ya tiene una reconocida trayectoria en el rubro y con su esposa Rosa Esther Gómez son padres de cuatro hijos. Los dos varones es la quinta generación en este quehacer. Pablo y Mariano estudiaron diseño gráfico en la Escuela Martín Malharro, de Mar del Plata. Guillermo no necesita palabras para contar su satisfacción cuando cada mañana ve lo que se ha conseguido en el tiempo transcurrido.

La nota completa en la edicion impresa.

 

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