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Del archivo de LV: La prostitución, desde la fundación

Redacción Vanguardia

Del archivo de La Vanguardia

La prostitución, desde la fundación

 

Fue en la segunda mitad del siglo 19. En los primeros años de San José de Balcarce se reglamentó el funcionamiento de las “casas de tolerancia”, habitadas por prostitutas.

 

Tres médicos son mencionados por historiadores cuando hablan de Balcarce en el tiempo de la fundación del pueblo. El primero fue Manuel Aguilá, designado en 1878 –dos años después de aquella creación-, quien no pudo asumir el cargo por estar impedido de venir a esta tierra. En forma inmediata se nombró a Federico Martínez Cáceres, a quien reemplazó Antonio Díaz de Vivar que fue facultado para expedir certificados de defunción.

Martínez Cáceres cumplió una importante función, porque estuvo destinado a inspeccionar dos veces por semana a las prostitutas. Ocurría que entre las muy serias preocupaciones en esa naciente población estaban las enfermedades infecciosas, especialmente viruela y sífilis, para cuyo combate los mayores avances científicos llegaron recién en  años del nuevo siglo, el 20.

La profesora Elida Patricia Barneche tomó datos del Registro Civil del partido para determinar que en 1888 esas enfermedades y otras de orden infeccioso provocaron 35 muertes. Lo poco que se conocía –escribió- generaba temor en la población, de ahí que se contrató un médico para examinar dos veces por semana a las prostitutas. Otro dato es un poco anterior (1881) en que se realizó un censo provincial, determinándose que en nuestro partido se contaba con tres médicos.

Jorge Alberto Fanelli, otro investigador, ha apuntado que tres años después del nacimiento de San José de Balcarce se creó una comisión para que realizara un estudio exhaustivo con vistas a un control de la prostitución. Ese grupo de vecinos estableció un reglamento para el funcionamiento de las casas “habitadas por prostitutas”.

También ayudó a imaginar ese tiempo Fanelli al señalar que, en esos años, se fue comprobando un aumento en la cantidad de solicitudes para la apertura de ”este tipo de ámbitos de la vida alegre”.

Mencionó así a un tal Carrillo, entre otros ejemplos, que en 1881 presentó el pedido de autorización para poner en marcha una “casa de tolerancia” –como se las llamó durante mucho tiempo- a la que denominó “Café de la Diversión”. Dice el profesor de historia que funcionó mediante los pagos de un impuesto municipal y una patente anual, los que alcanzaban volúmenes considerables de dinero.

 

LIBROS Y LIBRETAS

En los controles participaban la Municipalidad y un médico, destinándose a esta actividad un libro para asentar certificados y fotografías. La muestra permanente del Museo Histórico Municipal incluye en su numerosa cantidad de piezas uno de esos documentos, que se ve en un sector del amplio edificio del cerro El Triunfo.

La mujer que era prostituta tenía una libreta identificatoria donde figuraban su nombre, edad, nacionalidad, color de la piel, estatura y otras señas particulares. Estaba prohibido este quehacer a las menores de 17 años.  En la “casa de tolerancia” la máxima responsable era una regente, a la vez que el médico –un profesional muy importante en esa organización- autorizaba y avalaba el perfecto estado de salud anunciando la ausencia de enfermedades venéreas. “Y mal más temida –enfatizó Fanelli-, la sífilis”.  También la comuna extendía licencias para que se pudiera bailar en los locales y además brindar a los clientes allí atenciones especiales, entendiéndose como tales a los despachos de café y bebidas. Los vecinos que concurrían a esas casas podían exigir se les exhibiera el libro, en cuyas páginas figuraban los certificados de las inspecciones efectuadas por el médico. En estos relatos de esas décadas del siglo 19 se marcó asimismo que la prostitución clandestina estaba absolutamente prohibida, pero se conocía una “sútil forma de clandestinidad”: la introducción de mujeres en casas sin el control correspondiente y al sometimiento a las disposiciones vigentes.

Otra interesante opinión sobre esta realidad social es de la historiadora Ivette Trochon, quien en 2003 aclaró en nuestro colega La Capital, de Rosario, que “no es lo mismo la prostitución sagrada que existía en las sociedades antiguas, que la prostitución mercantilizada a partir del desarrollo del capitalismo o de los procesos de modernización que se dan desde mediados del siglo 19”. Es decir, el tiempo en que fue creado el partido de Balcarce.

 

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