Suceden en el nivel primario y secundario. Muchos casos –enmarcados en agresiones físicas o psicológicas- son abordados dentro de la tarea que cumplen los servicios de orientación escolar mientras que otros –que no aparecen en la estadística oficial- ocurren de manera paralela pero no llegan a ser reportados. El bullying también se da en chicos de la misma edad pero a través de las redes sociales. En las situaciones más complejas, interviene el Equipo Distrital de la Infancia y la Adolescencia y, eventualmente, el Servicio Local de los Derechos del Niño. En la Argentina siete de cada diez niñas, niños y adolescentes sufren bullying o algún otro tipo de maltrato en entornos escolares. El rol de los padres, la escuela como ámbito de contención social, y la importancia de actuar a tiempo.
Tras dos años de pandemia, y con la vuelta de la presencialidad plena, el bullying vuelve a ser parte de una problemática social que tiene relación con muchas situaciones que se viven a diario en el ámbito escolar. Esta conducta violenta entre alumnos se da con chicos –de distintas edades que transitan el nivel primario y secundario- que no pueden defenderse y tienen que convivir cotidianamente con la humillación, la descalificación y las agresiones. Según datos oficiales, en la Argentina siete de cada diez niñas, niños y adolescentes sufren bullying o algún otro tipo de maltrato en entornos escolares. Esta conclusión está reflejada como resumen en el informe difundido por la ONG Bullying sin Fronteras. Además, se sabe que dos de cada cuatro casos de maltrato escolar se manifiestan a través de plataformas digitales y en 2021 se registraron más de 6.000 denuncias por ciberacoso infantil en la región, lo que ubica al país en el segundo lugar de América Latina con más delitos de este tipo, según un estudio del Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos que funciona en el marco de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). En ese marco, el Observatorio de Derechos de Niñas, Niñas y Adolescentes de la Defensoría del Pueblo bonaerense presentó una guía con el objetivo de brindar herramientas básicas que sirvan a madres, padres e integrantes de comunidades educativas para la prevención y el abordaje del bullying. No obstante, en el ámbito escolar existen protocolos de procedimientos que involucra a distintas áreas y profesionales encargados de abordar estos casos. Fuentes oficiales consultadas por La Vanguardia, mencionaron que en Balcarce hay una preocupante “tendencia en aumento” de casos, aunque esto depende de la realidad que tiene cada establecimiento educativo y de la conformación de la matrícula de esa escuela. Muchos casos son abordados dentro de la tarea que cumplen los servicios de orientación escolar. En las situaciones más complejas, interviene el EDIA Equipo Distrital de la Infancia y la Adolescencia y, eventualmente, el Servicio Local de los Derechos del Niño a través del área de Psicología.
Una madre que habló con este diario, aunque prefirió mantener su identidad en reserva, contó que su hijo vivió una situación de acoso en el baño de la escuela primaria a la que concurre. Según mencionó la vecina, “el jueves de la semana pasada viene mi nene de la escuela con su hermano y me comentó que un compañero de 11 años lo había encerrado a él y a otro compañerito en el baño y le pedía -casi obligándolos- a que le muestren sus partes íntimas. Como no los dejaba salir, empezaron a golpear la puerta del baño y por suerte otro compañerito que escuchó los ayudó a salir”, relató. Cuando conté lo que había pasado a las autoridades –y que pudo repetirse antes-, me dijeron que el nene que los había encerrado está tratado y medicado, pero como quiero que mi hijo no sufra más ese tipo de situaciones pedí que lo saquen de la escuela, aunque hasta ahora no me dieron respuesta”, manifestó.
Según explica el abogado experto en Asuntos de Derechos Humanos y Protección de la Niñez y cofundador de la ONG Bullying Sin Fronteras, Javier Miglino, el bullying o acoso escolar es la forma de comportarse o dirigirse a otra persona, ya sea de forma verbal o física, causando un daño temporal o permanente en la víctima. Para el especialista, constituye un tipo de hostigamiento reiterativo de una o más personas hacia sus semejantes, en el cual la víctima sufre de amenazas, intimidación, manipulación e inclusive agresiones físicas, por eso se trata de "un enemigo silencioso que se nutre de la soledad, la tristeza y el miedo”.
De acuerdo a información relevada por La Vanguardia, los casos de acoso escolar en la ciudad son diversos: desde chicos que son discriminados por su condición social, su orientación sexual, por su aspecto físico, por el pelo, y hasta por los posicionamientos y adhesiones políticas que pueden tener respecto de temas vinculados, por ejemplo, con el aborto o el femenismo. Un padre contó que su hija –que concurre a una escuela secundaria de la ciudad- es discriminada y sufre un “acoso permanentemente” por estar de acuerdo con la ley de interrupción del embarazo y por el simple hecho de llevar un pañuelo verde en su mochila. Pero también las agresiones verbales las sufren quienes no adhieren o no están de acuerdo con el aborto. “Mi hija lo padece todos los días y muchos profesoras contribuyen a eso exponiendo el tema ante los alumnos todo el tiempo”, se quejó una mamá.
Pero este tipo de conductas de acoso derivan también en hechos más graves. Una mamá mencionó que su hija sufre amenazas de “todo tipo” por el sólo hecho de ser delgada y rubia. “Hoy ella está con tratamiento psicológico por lo que vive en la escuela. Las autoridades actuaron, en cierto, pero no alcanza…ella sigue padeciendo la misma situación todos los días”, afirmó. Por otra parte hay casos que se inician en el colegio y terminan en la calle o en otros ámbitos que son comunes para los jóvenes. Como el de una adolescente que sufrió quemaduras con cigarrillo en su rostro porque un grupo de la escuela la tildaba de “cheta”. Paralelamente, otros chicos suelen ser “tomados de punto”. Son los compañeros que son más retraídos o tímidos y a quienes los exponen permanente frente al resto del grupo. Estos casos, si la víctima no es capaz de denunciarlo y pedir ayuda, o los equipos de orientación de la escuela no los detecta, quedan en el anonimato.
El informe completo en la edición impresa de LA VANGUARDIA.
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