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Del archivo de LV: Colonia Balcarce, una larga lucha y un sentido: la tierra para quien la trabaja

Redacción Vanguardia

 Son los campos Buena Vista y Santa Rafaela. La expropiación  se hizo en 1944 y los certificados de 180 parcelas se entregaron dos años después. 16.200 hectáreas para explotación  agrícola. El vicepresidente Castillo había expropiado y Perón entregado los certificados. Roles claves tuvieron el doctor Ernesto L. Pinto y el primer presidente de la Cámara de Comercio e Industria de Balcarce, Severiano Andrés.

 

El editorial de El Liberal fue contundente: “es la realización más extraordinaria, trascendental y de largas vistas que se haya conocido jamás en Balcarce”. El diario, reflejando seguramente lo voz de la comunidad, juzgó así la decisión que en enero de 1945 tomó el Consejo Agrario Nacional al tomar posesión de 16.200 hectáreas de los campos Buena Vista y Santa Rafaela, junto a la ruta nacional 226 rumbo a Tandil.

Comenzó así a nacer, con ese acto que se hizo en nuestra ciudad, lo que dos años después fue bautizada Colonia Balcarce.

Explicó la profesora Alicia M. Gellert que en aquella década “persistía el problema de la inestabilidad de los arrendatarios que continuamente deambulaban de campo en campo”. Agregó la investigadora de la Universidad Nacional de La Plata que fue entonces la ley de colonización 12.636 la que tuvo un objetivo claro: “darle estabilidad al poblador rural sobre la base de la pequeña propiedad”.

También dijo la docente en uno de sus trabajos –hablando del reclamo que se sostenía desde el sector productor- que en nuestro distrito existían latifundios cercanos a la ciudad cuyos dueños no los trabajaban por lo menos desde hacía 25 años. Esos propietarios los entregaban a intermediarios que los subarrendaban.

Cuatro años antes de aquella toma de posesión de la tierra –es decir, en 1941-- habían comenzado a movilizarse sectores económicos de Balcarce para que se conocieran los alcances de la nueva ley y se creara conciencia sobre la necesidad de su aplicación en el partido.

Apoyaron ese cometido entidades representativas del comercio y la industria, la producción, profesionales, propietarios y vecinos, según el relato de entonces.

 

La Asociación Amigos de la Ciudad, la Cámara de Comercio e Industria -que fue fundada en julio del año anterior- y la Sociedad de Fomento y Turismo aparecen empujando esa iniciativa. El Liberal abrió sus columnas a la trascendente inquietud vecinal.

También la profesora Gellert habló de charlas, publicaciones y actos en ese año. El 5 de octubre –señaló- la Asociación realizó “un importante mitín en la plaza Libertad, donde 2.000 productores firmaron un petitorio” para que la ley de colonización llegara a esos dos latifundios de Balcarce. La solicitud tuvo como destinatario al vicepresidente de la Nación, Ramón S. Castillo, quien era el titular del Poder Ejecutivo en forma interina. El presidente Roberto M. Ortiz –elegido en 1937- ya estaba en uso de licencia por una grave diabetes. Murió en el ´42.

Recién tres años después de aquella concentración en la plaza el Consejo Agrario Nacional solicitó al Ejecutivo que autorizara la expropiación. El  presidente Castillo firmó el decreto en setiembre de ese 1944, fijando que la medida comprendía un total de cerca de 16.200 hectáreas, o sea 8.100 de cada campo. El precio de la hectárea: $ 401,29. El monto total: $ 6.500.000.

Cuatro meses después llegaron a nuestra ciudad funcionarios del Departamento de Colonización y se hizo ese acto de posesión que, como decimos al comienzo, El Liberal comentó con esos conceptos.

 

En sus páginas señaló también que era “el triunfo rotundo de una larga y eficaz campaña. Siempre sostuvimos que la base fundamental del progreso económico local consistía en arraigar a la tierra a los verdaderos productores”.

Pasaron doce meses –contó la profesora Gellert- y las tierras aún no se habían entregado, mientras “ 1.000 productores aspiraban a conseguir una parcela”. Fue finalmente el 3 de junio del ´47 cuando el presidente Juan Domingo Perón dio en mano los certificados de posesión en una ceremonia realizada en el Banco Central.

La información periodística dice que se adjudicaron 180 parcelas y que  fueron otorgadas en arrendamiento con opción a compra y para explotación agrícola-tambera y cultivos de la zona.

En el diario se consideró que lo ocurrido iba a marcar “una etapa decisiva y de enormes proyecciones en el desenvolvimiento de esta comarca y servirá como punto de partida de una nueva era de florecimiento para el progreso de la ciudad y sus pobladores”.

 

 

Vino a Balcarce en 1961

El gobernador Alende dio los títulos 

 

El vicepresidente Castillo había expropiado y Perón entregado los certificados.

 

Gustavo Alberto Pinilla recuerda el almuerzo en cuyo transcurso el gobernador de la provincia Oscar Alende entregó, a fines de 1961, los títulos de los campos de Colonia Balcarce a los 180 productores. Gustavo participó en esa reunión junto a su padre Gustavo Aquilino –uno de los colonos-, su madre Teresa García y hermanos.

Fue en el tiempo en que Arturo Frondizi presidía la Nación y Juan Pastori era el intendente de Balcarce. El jefe de la comuna y el secretario ge-

neral Rogelio Elías Adobbati –no funcionaban tres secretarías municipales, como hoy- recibieron al gobernador Alende, quien llegó al Aero Club en un vuelo iniciado en La Plata.

En la primera sede del Club Rácing se realizó la comida, donde –presentados desde el escenario por Adobbati- hablaron Pastori y Alende.

Relata además Gustavo que en la organización de ese importante acto también trabajaron su padre, Angel Melucci, Domingo Marino y Floro Mancini.

Habían pasado 17 años de la expropiación de los campos Buena Vista y Santa Rafaela decidida por el presidente de la Nación Ramón S. Castillo y 14 del acto en que el presidente Perón entregó en el Banco Central los certificados para que los colonos tomaran posesión de los campos.

Señala Gustavo a La Vanguardia que esos establecimientos expropiados y “de muy buena tierra” pertenecían a una sola firma: Gallart, Pérez y Santos. Fueron 75 las hectáreas que recibió su padre, quien años antes había tomado conocimiento de esta colonización en un almacén de Pieres donde un vecino de apellido García Márquez le comentó la novedad. Pinilla dudó al principio en buscar más información, pero días más adelante entró a la sede de la sucursal del Banco de la Nación en Lobería y allí comenzó el trámite. Esa gestión fue la que finalmente lo trajo a Balcarce y a la zona de Cinco Cerros junto a Teresa y seis hijos: Raúl, Ernesto, Carlos, Gustavo Alberto, Enrique y Oscar. Aquí nació Juan José.

Acota Gustavo en la charla con La Vanguardia un dato importante. Esas 75 hectáreas eran consideradas entonces una unidad económica para radicación de una familia y su explotación agropecuaria, pudiendo sostenerse el grupo con buena alimentación y educación para los hijos.

Hoy –dice el actual presidente del flamante Club Rotario Balcarce Cerrito- esa unidad económica puede ser estimada en unas 200 hectáreas. Hay quienes calculan que quizás la superficie necesaria sea superior.

 

Décadas antes de pisar Colonia Balcarce había llegado al país Gustavo Aquilino Pinilla. Tenía 14 años y con su padre Santos Leo Vigildo –a quien los nietos llamarían Gildo- dejaron otra tierra, la natal, que está en la española Zamora y es Peleas de Abajo. Esa denominación tendría que ver con luchas de moros y cristianos. No lejos de allí otra localidad es Peleas de Arriba. Las mismas luchas.

Tras primeras radicaciones, los Pinilla se asientan en Casbas. Allí vivía Teresa García, quien con 17 años se une tiempo después a Gustavo y juntos inician otro viaje que termina en Pieres. Fueron naciendo luego los hijos en Lobería y Necochea, donde fue Oscar quien vio la luz.

En este relato que en la charla va haciendo Gustavo Alberto llega el momento del bautismo general que se hizo en Quequén y que, al evocarlo, no puede evitar hacer una pausa. Se nota que lo cuenta emocionado.

Después de aquella etapa apareció en el horizonte de la familia lo que sería Colonia Balcarce.                                                                                                                                                       

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Voces en el proceso de Colonia Balcarce

 

Distintas fuentes permiten hoy al periodismo buscar con mayor precisión datos sobre el proceso vivido en nuestra ciudad y que llevó a la creación de Colonia Balcarce, hace casi 65 años. Seguramente existen otros trabajos informativos que pueden brindar antecedentes, incluso haya voces de vecinos que cuenten aquello.

En ese posible cúmulo de opiniones y descripciones surgen los aportes de la profesora Alicia M. Gellert y El Liberal. De la lectura de un trabajo de la investigadora de la Universidad Nacional de La Plata y las columnas del diario se advierte la participación que –con otros protagonistas- tuvieron el doctor Ernesto L. Pinto y el primer presidente de la Cámara de Comercio e Industria de Balcarce, Severiano Andrés.

“Encaró una lucha a fondo –dijo el periódico sobre Pinto-, y que fue lograr el fraccionamiento de los grandes latifundios que asfixiaban a Balcarce”, para que pequeños colonos pudieran comprar la tierra.

Pinto, cirujano egresado de la Universidad Nacional de Buenos Aires que llegó en 1918, era en esa década del ´40 presidente de la Sociedad de Fomento y Turismo. Dio charlas –siguió contando El Liberal- movilizó a los agricultores, levantó tribunas en el campo y la ciudad, “creó conciencia”.

Agregó algo más el periódico: “fue alma mater de una obra positiva que posibilitó con la amplia ayuda oficial posterior, crear y consolidar muchas situaciones económicas”.

El doctor Pinto –vale el recuerdo- fue además comisionado municipal durante cuatro meses y tuvo mucho que ver con la creación del Patronato de la Infancia (hoy Sociedad de Protección a la Infancia) y la Escuela Normal, donde fue uno de los docentes “sin percibir sueldo para que la Escuela pudiera subsistir”.

Se casó aquí con María Angela C. Aicega y fueron padres de seis hijos. En una línea periodística se lo describió también como “buen mozo y amable”.

 

La profesora Alicia Gellert es la otra fuente que permite ampliar más el panorama sobre los protagonistas que ayudaron a modificar la posesión de tierras del partido. En aquel tiempo se observaba con preocupación “la paulatina despoblación de la campaña de Balcarce, que se venía acentuando desde 1920” precisó la investigadora. Juzgó asimismo como muy interesante una nota que Severiano Andrés publicó en El Liberal en 1946, donde plantea con mucha crudeza esa realidad.

Andrés, propietario de la mueblería La Capital (donde hoy está ANSES), fue el primer presidente de la Cámara de Comercio e Industria de Balcarce. Por lo que se lee, su preocupación por aquella problemática no se limitó a esa opinión. Fue más allá y denunció públicamente que un año y ocho meses después de haber tomado el Estado posesión de las tierras expropiadas, los agricultores no habían entrado aún en las parcelas.

Eso finalmente ocurrió en enero del ´47, cuando el presidente Perón entregó los 180 certificados en el acto realizado en el Banco Central.

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