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La historia de Andrés Avelino: nueve hijos, una vida dura y un mensaje que emociona

Redacción Vanguardia

 

Andrés Avelino Moreno tiene nueve hijos. Perdió a sus padres muy joven y tuvo que salir a trabajar, primero como canillita y luego en el campo. Aunque no todos tienen un lazo biológico, destacan de él su ejemplo y su capacidad de reinventarse frente a la adversidad. También sus enseñanzas,  el amor por la familia que construyó a lo largo de su vida, y el valor inmenso de su legado. 

El Día del Padre, como todos los años, se festejará este domingo. Además, como un agregado para hacerlo más especial, se desarrollará durante la pandemia de coronavirus lo que evita que haya reuniones sociales y familiares como las que se acostumbran para estas fechas. No obstante, y en este contexto, aparecen historias que vale la pena conocer por su costado humano y solidario. Es la de Andrés Avelino Moreno (70), apodado “El vaca”, quien nació un 13 de septiembre de 1950. Hijo de Raúl Moreno y Adelfa Tizera, fue el quinto de ocho hermanos. Nació, creció y aún vive en el mismo barrio de siempre; “Sierra Larga”. Su papá trabajó en el campo y fue empleado municipal, manejando maquinaria vial, mientras que Andrés, siendo muy chico, tuvo que trabajar, igual que sus hermanos mayores, para colaborar con la economía del hogar. Se levantaba a las 6 de la mañana todos los días para ir a retirar los periódicos y luego salir a venderlos como parte de un oficio de canillita que abrazó por años. Pero a los 11 años su vida cambiaría para siempre. Ese día, como tantos otros, su papá lo despertó, le hizo el té antes de ir a buscar los diarios sin imaginarse Andrés que esa sería la última vez que lo vería con vida. Él estaba haciendo la cola esperando que le entreguen los periódicos como todos los días cuando amigos de la familia lo fueron a buscar para decirle que su papá había fallecido de un infarto a la joven edad de 44 años. Fue entonces cuando su mamá se vio forzada a salir a trabajar para criarlo, trabajando sin descanso de sol a sol. Luego, siendo aún un niño, Andrés  tuvo que dejar la venta de diarios para ir a trabajar al campo haciendo todo tipo de trabajos rurales. Fueron años muy duros, de mucho sufrimiento y necesidades. De chico, su pasión por el futbol lo llevó a ser hincha y jugador de San Lorenzo, vistiendo esa casaca y siendo un jugador “aguerrido, de temperamento y con un gran despliegue físico”, cuentan quienes lo vieron jugar. A sus 21 años conoció y se enamoró de  quien luego se convertiría en su esposa durante 16 años, María Teresa Burgos, quien tenía 4 hijos chiquitos, Carola, Raulito, Carlitos y Paola. Luego tuvo tres hijos más, Natalia, Mónica y Germán. Durante esos años pasaron y vivieron muchas cosas, buenas y  malas, como un problema de salud de María Teresa por lo cual tuvo que dejar a sus hijos  pupilos en Protección a la Infancia durante el tiempo que le llevó a ella recuperarse. “Tenemos guardado en la memoria muchos lindos recuerdos de nuestra niñez, y siempre está él presente. Los domingos que no trabajaba lo dedicaba a jugar con nosotros a la bolita, carreras o a saltar la soga. Siempre peleábamos con nuestros primos porque decíamos que él era el más fuerte de todos los papás. Lo sentíamos como un súper héroe, le decíamos que nos mostrara los músculos de sus brazos y nos colgábamos para que nos levantara. Sus consejos nunca faltaban a la hora de la comida. Nos decía que teníamos que ser buenas personas, que es lindo que la gente nos quiera y no tener que bajar la cabeza delante de nadie por vergüenza, que no nos acercáramos a la droga porque era veneno y nos iba a matar. Recuerdo que un día de Reyes nos levantamos y fuimos a buscar nuestros regalos, encontramos una bolsa grande llena de frutas. Nos dijo que era lo que le quedaba a los Reyes Magos. Mucho tiempo después nos enteramos que esa fruta fue pedida fiada en el almacén del barrio”, contó a La Vanguardia Paola Moreno, su hija, quien hoy es la titular de la Secretaria de Desarrollo Social.

A sus 37 años, la vida volvió a golpear a Andrés muy duro. “Mi mamá murió de un infarto dejándolo solo, con 7 hijos y un sobrino de casi 2 años, Maxi, el cual lo estaban criando desde hacía 1 año y medio. Fueron días muy tristes donde tuvo que reinventarse y salir adelante. No fue para nada fácil, tenía que mostrarse fuerte para y por nosotros. Hizo lo mejor que pudo en ese momento y trato de mantenernos juntos. Un tiempo después conoció a quien hoy es su esposa, Estela –su compañera incondicional-, con quien se casó y tuvo una hija, Dalma. Siempre admiré de él la voluntad que tiene para reinventarse ante cualquier tipo de situación, la forma de encontrarle a todo un porque y tener la capacidad de encontrarle a todo una explicación. El estar siempre con una sonrisa o decir simplemente una palabra y lograr un estallido de carcajadas”, sostuvo.

“Este domingo día del padre, nosotros, tus hijos, queremos decirte lo mucho que te amamos, que fuiste el mejor padre que Dios pudo escoger para nosotros, que cada uno de tus sacrificios y consejos no cayeron en tierra infértil sino que supimos tomarlos y replicarlos en nuestros hijos. Que aunque digan que el orgullo no es bueno estamos orgullosos de que seas nuestro padre. Que nunca buscamos la perfección ni que no cometieras errores porque gracias a ellos y con tu ejemplo, aprendimos que podíamos equivocarnos y volver a empezar. Supiste demostrar, sin buscarlo, que para ser padre no es lo más importante un lazo biológico sino que el sentimiento de padre se construye día a día. Quiero decirte que te damos las gracias por habernos elegido como tus hijos, aun contra todo y todos. También decirte gracias por todos los valores y buenos sentimientos que nos inculcaste siempre. Quiero que sepas que daríamos cualquier cosa por devolverte aunque sea un poquito de todo el sacrificio que hiciste por nosotros. Que acá estamos y vamos a estar siempre a tus pies para lo que podamos servirte porque para nosotros no hay mayor felicidad que verte bien y realizado”, concluyó emocionada Paola.

El dato                                    

En la Argentina, el primer festejo del Día del Padre se hizo un 24 de agosto de 1958. Ese día, pero en 1816, nacía Mercedes Tomasa de San Martín y Escalada, única hija del general José de San Martín y, por tal motivo, el homenaje se extendió a todos los padres.

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