Los estudiantes secundarios celebraban ese día con el desfile de carrozas por calles y la realización de picnis en La Copelina, en un sector de La Brava.

Siempre, o casi siempre, ganaba la Industrial. Los alumnos del  segundo establecimiento de educación secundaria creado tenían conocimientos, máquinas y otros elementos para armar las carrozas de mayor impacto. Fue en el tiempo en que el ingeniero Edgar Dabín dirigía la Escuela Industrial. Después ocupó ese cargo el agrimensor Juan José Foglia.

La actual Técnica Lucas Kraglievich funcionaba en el sector que da sobre la calle 18 en el predio municipal de la esquina con la 17, donde ahora esta el Museo Fangio. Más adelante se la trasladó a su actual sede en avenida Cereijo y 28. En aquel tiempo había otras tres escuelas medias: la Normal (la primera en 1933), el Colegio Santa Rosa de Lima y el Nacional.

Los chicos de la Industrial se quedaban entonces con los mejores comentarios en los desfiles de carrozas por el centro de la ciudad, que atraían a gran cantidad de público –padres, vecinos, docentes y muchos estudiantes- y que marcaban una de las bienvenidas a la estación esperada: la primavera.

Lectores de La Vanguardia seguramente recuerdan esas tarde-noches y también, si eran padres de alumnos, las semanas previas en que dedicaban tiempo en preparar las carrozas con ganas e ingenio. Y es posible que de esos gratos momentos surja en la memoria cuando, en uno de esos años, la Industrial apareció lentamente en la calle 17 con la obra más aplaudida.

Ese King Kong balcarceño fue una creación basada en los gorilas ficticios y gigantescos que Hollywood llevó al cine en casi diez películas –la primera en 1933-, que provocaban desde la pantalla tremendo miedo cuando ascendía por ejemplo hasta los edificios más altos de Nueva York, como las desaparecidas Torres Gemelas o el Empire State. En la primavera balcarceña Kong fue comentado con elogios a los chicos de la Industrial por lo que hicieron. Es que siempre, o casi siempre, ganaban.

EN LA COPELINA

De esas primaveras quedó en la memoria de muchos otra manera de celebración, que fueron los picnics y -en alumnos secundarios- su realización en La Copelina, en un lugar de laguna La Brava.

Hacia allá iban en camiones u otros vehículos con todo lo que se lleva a un picnic, más el espíritu de los jóvenes. Nadie se podía perder esas horas compartidas de varones y mujeres.

Según datos de la época, La Copelina fue una fábrica con su  embotelladora de agua mineral  que puso en marcha en enero de

1931 el doctor Manuel V. Carbonell, al que años después se agregó un mirador y donde se plantaron palmeras, robles y otras especies. En ese paisaje con sierra y verde incluso hubo además un pequeño zoológico. Era un centro de atracción turística.

Sobre esa vertiente de agua mineral hay recuerdos e imágenes en la página digital Fotos Viejas de Mar del Plata, de Pablo Javier Junco. Ahí se apunta que la fábrica de agua mineral estuvo a 38 kilómetros de Sierra de los Padres y a 58 de la vecina gran ciudad.

Los bailes también fueron parte en Balcarce del festejo por la llegada de la primavera.

Volviendo en este repaso de años atrás a los desfiles de carrozas, uno importante fue cuando en agosto de 1965 la población celebró el centenario de la creación de nuestro partido. Integrando aquel gran programa de actividades –unas 40- realizadas en once días, estuvo la elección de la Reina del Centenario.

Fue Carlota Azucena Alvarez –alumna de la Escuela Normal- la soberana del histórico festejo, organizado por el gobierno municipal de Alejandro Cano y una comisión de unos 100 vecinos de distintos sectores y variadas actividades. La reina y dos princesas fueron paseadas en una gran carroza por las calles. Años más adelante Carlota fue elegida concejal municipal y en 1989 sus pares la designaron presidenta del cuerpo deliberativo.

El diario El Liberal señaló en una edición que no se conocían antecedentes que esa fecha -31 de agosto- antes hubiera sido evocada por los balcarceños. En 1965 Balcarce fue visitada por primera vez por un Presidente de la Nación en ejercicio, cuando Arturo U. Illía participó en los actos centrales.

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