Corrió con una baquet Studebaker y fue el concesionario de esa marca. También era ciclista y motociclista. Fue elogiado por el periodismo porteño.
Cien años atrás el auto de carreras en nuestro país fue la baquet, con dos asientos, sin guarbarros, sin estribos, tampoco paragolpes y sin techo. Es decir, despojado de aditamentos ornamentales a los que se los consideraba innecesarios para correr. La tendencia era alivianarlos al máximo para ponerlos en pista. El nombre del auto era por sus asientos de butaca, que derivado del francés significa cubo o balde .
Datos de la historia indican que los pilotos eran generalmente los preparadores de esas máquinas. También que en calles del pueblo y caminos de nuestro partido –que tenía unos treinta años- podían verse Ford T, Chevrolet, Rugby, Studebaker, Ford A y Dodge. Con una baquet de esta última marca Miguel Viggiano –dicen relatos de la memoria oral- protagonizó un episodio que fue el comentario de unos 20.000 balcarceños que vivían en el distrito.
En el interior del campo La Paloma superó a un avión en un improvisado circuito. Quedó en la historia que ese fue el ”debut” de ese apasionado vecino por la velocidad que también compitió en ciclismo y motociclismo. Para el diario El Liberal, que se fundó en esa época, Viggiano fue por los éxitos conseguidos después “el primer gran piloto que dio Balcarce”.
En esa trayectoria figura un abandono por desperfecto mecánico en el circuito La Chata, un triángulo de 12 kilómetros en la zona del paraje Sarapistón camino a Tres Esquinas y alrededor de donde años más adelante fueron instalados el aeródromo y el Aero Club Balcarce. En ese trazado ganó competencias tiempo después y en 1925 fue a correr a Mar del Plata logrando un resonante triunfo con una marca “para el asombro”: 103 Km/ h.
EL FUTURO QUINTUPLE
Ya era agente Studebaker y en su taller de calles 14 y 19 trabajaba como ayudante de mecánico el que sería con los años quíntuple campeón mundial de la Formula 1. Juan Manuel Fangio tenía entonces 13 años y un año y meses antes había ingresado a cumplir tareas en otros tres talleres, cuyos dueños eran Capettini, la concesionaria Rugby del corredor Carlini y la agencia Ford de Estevez. Juan Manuel iba aprendiendo los secretos del ajuste de motores, dice la Fundación Fangio en su página digital.
Pilotos famosos de ese momento eran Gaudino, Riganti, Zorzoli y Blanco. Con ellos Viggiano corrió en una prueba más extensa y famosa, la Florencia Varela-Mar del Plata, donde aparecía como un seguro ganador hasta que por un error se desvió para seguir hacia Vivoratá en lugar de Mar del Plata. Volcó y murió el acompañante, Manuel Romera.
En 1929 llegó primero en la nueva edición de esa carrera, para pasar luego a ser piloto oficial de Studebaker. Con ese respaldo fue a un nuevo desafío: el Gran Premio, en cuya primera etapa terminó primero en Rosario y dejando atrás a figuras como Bucci, Riganti, Zatuzeck, Negri y otros. Cuando se reanudó la competencia en la segunda etapa y camino a Córdoba lo superó Bucci, tras lo cual una falla mecánica lo hizo abandonar.
En ese año ´29 Fangio debutó como acompañante de Manuel Ayerza, quien condujo un Chevrolet 28 en una competencia de Coronel Vidal a General Guido. Al año siguiente el futuro gran campeón fue nuevamente acompañante en el circuito La Chata, estando al volante del Plymouth 4 cilindros 1929 su cuñado José Brujas Font.
Mientras, Viggiano era elogiado por el periodismo porteño. La Prensa habló sobre el piloto balcarceño con comentarios y fotos al destacar el récord que había logrado con su baquet en el trayecto Buenos Aires-Rosario. Siete años más adelante Fangio condujo por primera vez en una competencia no oficial en Benito Juárez, con un Ford A 1929 y siendo inscripto con el seudónimo Rivadavia, su primer club de fútbol.
En década siguiente el automovilismo deportivo tomó otro rumbo. En 1937 la Dirección Nacional de Vialidad autorizó las carreras, tras una prohibición de tres años por un serio accidente que protaganizó el piloto Ernesto H. Blanco al atropellar a 13 espectadores. Así, el Automóvil Club Argentino organizó el Gran Premio Argentino con un recorrido de casi 6.900 kilómetros, que comenzó en Rosario para finalizar en La Plata. Ganó el arrecifeño Angel Lo Valvo luego de manejar unas 80 horas con el seudónimo Hipómenes, el dios griego de las carreras. Estaba naciendo el Turismo Carretera.
La nota completa en la edición impresa de La Vanguardia
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