Paula Jannielli  intenta desde hace 18 años cerrar un capítulo de su vida que está inconcluso. Como un libro al que le faltan hojas, durante todo este tiempo ha intentado dar con sus padres biológicos a los que nunca conoció. Presentaciones en oficinas oficiales, pruebas de ADN, publicaciones en las redes sociales, y pequeños indicios  nunca confirmados fueron marcando una búsqueda que sigue siendo tan incierta como hace casi dos décadas atrás. En una entrevista con La Vanguardia, Paula contó que “hace 18 años que vengo con esta búsqueda que comenzó cuando me enteré que no era hija biológica de mis padres. Según pude reconstruir parte de la historia, ellos en realidad me habían ido a buscar a la casa de una partera en Buenos Aires, en la localidad de Turdera, en Lomas de Zamora. Esa mujer supuestamente entregaba los bebés a la noche con datos de las partidas de nacimiento que eran falsos, por lo que mi fecha de nacimiento -el 28 de junio del año 1976- sea en realidad el día que me fueron a buscar. Quiero aclarar, según confirmé más adelante, que no tengo nada que ver ni soy hija de desaparecidos durante la dictadura”, sostuvo.  “Nunca me detuve en la búsqueda, hasta que un día llegué hasta la dirección de esta mujer que me había entregado. Primero la persona que me atendió me dijo que no sabía nada, pero después me terminó diciendo algo así como que ella salvaba a esos chicos que entregaba. En definitiva, no pude obtener muchos datos, y creo que esa mujer no va a decir nunca nada, aunque somos muchos los que estamos tratando de saber quiénes fueron nuestros padres. Supuestamente mi mamá era de Entre Ríos y tenía 14 ó 15 años cuando me tuvo. No sé qué le habrán dicho o si me entregó ella, la verdad que no sé cómo fue ni cómo llegó a esa casa, así que estoy en esa búsqueda. Estoy unida a un sinfín de grupos de gente que está en la misma situación que yo, pero estamos estancados porque no logramos que este reclamo se masifique. De otra manera, es muy poco lo que se logra avanzar”, afirmó Paula.

-¿Tus padres de crianza son los que te cuentan esta historia?

-No, ellos fallecieron. Mi papá cuando yo era muy chica y mi mamá cuando yo tenía 15 años. Yo lo supe por otro lado, en realidad hablé con un familiar y me confirmó que aquella sospecha que tenía era cierta, y que mis padres de crianza habían hecho una promesa de no decirlo nunca, como un pacto de silencio.  Creo que alguno sabe más pero no dicen nada.

-¿En esta búsqueda es que das con esta partera?

-Sí, ella vive exactamente en Turdera, pero no dice nada. Esa mujer es de apellido Sas, y lo que llegué a saber también es que allá en la provincia de Entre Ríos, en aquel momento, había unos médicos ginecólogos con el mismo apellido que supuestamente hacían el contacto con ella, aunque no sé si son familiares. En verdad no se pudo llegar a nada porque no hay datos. Esta señora no tiene papeles, decía que no sabía nada de eso y por otro lado mencionaba que se habían prendido fuego todos los papeles que tenía durante un incendio. Lo que creo es que en todo esto había plata de por medio, obviamente.

-¿Cómo fue tu infancia? ¿Siempre viviste en Balcarce?

-No, en realidad fue bastante complicada. Hasta la muerte de mi papá de crianza todo fue bárbaro; vivíamos en Capital y después, a partir de ahí, comenzó toda una odisea con mi mamá que no sé si fue porque quedó mal psicológicamente o por qué motivo, pero evidentemente arrastraba alguna historia pesada que la afectó mucho. A los 10 años me vine a vivir acá a Balcarce, a la casa de mi prima, y desde chica siempre existieron cosas que no me cerraban. Todo el mundo me decía que no podía ser, que eran locuras mías. Como sea, yo necesito saber quién soy, después si se llega a establecer una relación o no con mis padres si es que viven es otra historia.

-¿Estuviste en Abuelas por si tus padres eran desaparecidos?

-Si estuve en Abuelas, en su momento, y fue como el primer paso. Ellas fueron las primeras que investigaron el tema de la partida ya que yo hasta ese instante no tenía nada. Ellas mismas fueron las que me dijeron como que esa partida de nacimiento que tenía era trucha. Habían estado buscando esa persona que figura como el juez firmante y era una hombre que justo en ese momento estaba de reemplazo de la titular, por lo que los papeles que llevé no eran legales. Es decir, más allá de que figure como legal porque fueron a anotarme como hija de ellos, cuando en realidad no era así, queda demostrado que todo lo que vino después está basado en una historia falsa. En Abuelas me hicieron el ADN y no fue compatible con ningún desaparecido.

-¿Y cómo siguió la historia?

-Bueno, más adelante en el tiempo me enteré que cuando tendría 15 años, una persona que me ve en la casa de unas amistades comenta que me conoce y que sabe de mi historia. Dijo algo así como que “era la prima adoptada de”. Evidentemente muchas personas sabían que yo había sido adoptada por mis padres, pero nunca nadie se animó a contarme lo que pasó antes de ese encuentro en Turdera con mis padres de crianza. Esa fue la primera sospecha.

-¿Esta persona que dijo que eras adoptada cómo sabía?

-No lo sé. Cuando empiezo con mi búsqueda, porque cada vez estaba más segura que era adoptada, fue todo impulso e intuición. Había un montón de cosas que a mí no me cerraban, y fue en ese momento cuando me entero del comentario completo que había hecho esa persona en la casa que yo frecuentaba. Ahí decidí ir hasta las últimas consecuencias.

-¿Tu historia trascendió las fronteras y hasta llegó a la televisión?

-Exacto. Estuve en el 2014 en un programa de América. En ese momento llamó una señora de Buenos Aires diciendo que era la hermana del que podía ser mi papá, que había escuchado todo el programa, que coincidían todos los datos, que ella seguía teniendo también relación con la que podía ser mi mamá pero que en ese momento ella estaba en una depresión porque había fallecido una hija. Esta mujer, que podía ser mi mamá, se iba a hacer el ADN conmigo para saber si era mi madre. Yo me lo hice, pero después los resultados tardaron muchísimo, hasta que un día llame a la productora del programa y fue ella la que me dijo que se lo había hecho y había dado negativo. Fue todo muy raro y desprolijo. Yo no busco dinero ni una herencia, sólo saber realmente quién soy.

-La partera es entonces la que realmente sabe lo que pasó…

-Sí. Lo único que sé es que mi papá de crianza parece la llegó a conocer a mi mamá biológica. Era supuestamente rubia, de ojos celestes, una chica de 14 o 15 años que había llegado de Entre Ríos pero no sé más que eso. Yo jamás encontré nada en mi casa que me diera algún indicio. Es hasta donde yo pude saber. Pero no me rindo, quiero llegar hasta el fondo.

Un capítulo inconcluso

Como Paula, cerca de unas 1.200 personas se acercan cada año al Banco de Abuelas de Plaza de Mayo con la sospecha de ser hijos de desaparecidos de la última dictadura (1976-1983). En su sede, situada en el centro de Buenos Aires, les extraen una muestra de sangre y analizan su ADN para saber si coincide con el de las casi 300 familias de su base de datos. Todas buscan a los niños que los militares robaron a sus madres detenidas-desaparecidas y entregaron a otros brazos para que los criaran. Los resultados tardan entre 15 días y 2 meses. Sólo unos cuatro al año dan positivo, pero cada hallazgo se convierte en una fiesta. No fue el caso de Paula.

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