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La historia de superación de Juanelo: perdió las dos piernas tras un accidente provocado por la cola de un tornado

Redacción Vanguardia

Tiene 37 años y un accidente en la ruta provocado por la cola de un tornado un día de tormenta le cambió la vida. El auto en el que viajaba se estrelló contra una alcantarilla y por las heridas que sufrió debieron amputarle las dos piernas. Tras ese episodio de 2017 volvió a caminar utilizando prótesis y hoy es ejemplo de superación.

 

La vida nos pone a prueba todo el tiempo. Muchas veces de situaciones dramáticas surgen, como nunca antes, la esperanza y los gestos de supervivencia y superación. Juan Manuel Romero (37) “Juanelo” es protagonista de esas historias que impactan y conmueven pero que también inspiran a pensar que siempre, mientras haya vida, se puede seguir adelante. Cuando el 8 de diciembre de 2017 Juan se subió a su auto nunca imaginó que sería la última vez que lo haría de esa manera. En un día de tormenta, y tras recorrer varios kilómetros por la ruta nacional 226 hacia Mar del Plata –iban a una fiesta-, la imprevista aparición de la cola de un tornado cruzó el asfalto y literalmente sacó al auto de Juan de la ruta e hizo que se estrellara contra un alcantarillado sobre una de las banquinas. El golpe fue tremendo. El vehículo quedó destruido y Juan fue rescatado del auto y derivado de urgencia a un centro de salud con graves lesiones en sus extremidades inferiores. Más tarde se confirmó la peor noticia: teniendo en cuenta las heridas que presentaba y lo comprometido del cuadro, los médicos decidieron la amputación de las dos piernas a la altura de las rodillas. En sólo un par de minutos, la vida de Juan cambió para siempre. Esa tarde Juan viajaba con su hermano y su cuñada cuando ocurrió el accidente, aunque la peor parte se la llevó él que conducía el auto. Pero Juan se recuperó y hoy da testimonio. En una entrevista con La Vanguardia contó que gracias a dos prótesis volvió a caminar, dijo que su hijo Ignacio es una “verdadera motivación”  y que tiene muchos proyectos por cumplir. Sobre aquella tarde del accidente, Juan recordó que “cuando retomamos la ruta 226 hacia Mar del Plata empezó a caer mucho granizo. Íbamos por el kilómetro 53 y mi hermano en ese momento me dijo; “Juan hay autos más adelante, vamos a parar, no perdemos nada, es un rato” y acepté aquella indicación. En ese momento pasó algo muy rápido y muy raro: la cola de un tornado que venía del lado de Lobería me arrastró de la ruta, el auto dio con el guardarail que generó un golpe tipo tijera; es como que entró y salió del auto que, tras el choque, empezó a girar entre las dos rutas, no sé si dio 4 o 5 vueltas pero en ese momento me la vi brava y dije “Juanelo hasta acá, ya está, llegaste hasta acá”. Llegué a pensar en esos segundos “esto en algún momento va a parar, muerto o vivo en algún momento va a parar”. Y sí, paró: Fue en el arroyo. El auto se dio contra el arroyo entre las dos rutas. Fue en ese instante cuando me dice mi hermano “Juan bajemos que el auto va a explotar” y por dentro pensaba que era ese ruido del motor y el agua del arroyo. Bajó gente gracias a Dios a darles una mano a ellos dos, que pudieron bajar y en ese momento se me oscureció la vista. Me quité el cinturón, me hice para atrás y me di cuenta que estaba agarrado. La puerta me había apretado las piernas y no las sentía. Le doy otra vez para atrás al asiento y el cuerpo se me levanta. Miro y no podía creer que tenía la pierna prácticamente amputada por la puerta o por el guardarail. Ahí entré en crisis. La otra pierna no la podía ver pero intuía que estaba igual. Estaba en shock”, recuerda Juanelo de aquellos instantes dramáticos.

 

La asistencia                                                                                                  

Cuando ya habían pasado varios minutos del accidente y él seguía atrapado en el auto llegaron los rescatistas. “Primero bajó un hombre y me auxilió. Me sacó el cinto y me lo puso en la pierna para parar la sangre, me hablaba para que no me vaya porque había perdido mucha sangre, y en ese momento bajó otra persona con una soga y la colocó en la otra pierna para parar la hemorragia con lo cual caí en que la otra pierna también había sido amputada. En ese momento no había perdido la conciencia y por eso recuerdo todo. Luego vino la ambulancia de los Bomberos Voluntarios y la ambulancia del Hospital. En ese momento, cuando iba viajando en la ambulancia hacia el Hospital rogaba que no agarrara baches o lomas de burro porque realmente me dolía muchísimo. Cuando entré al Hospital ahí me desmayé y no supe más nada”, relató.

 

Confirmación

Tras haber permanecido más de cuatro en quirófano, los familiares de Juan –su mamá y su novia que aguardaban en la sala de espera- recibieron la peor noticia. Les comunicaron que el cuadro era grave y que había que esperar la evolución de las primeras 48 horas. “Al otro día desperté, pedía agua, y cuando entró mi novia lo único que hice fue recibirla con una sonrisa como que no pasó nada. En ese momento se te cruzan muchas cosas, en realidad a mí lo primero que se me cruzó fue mi hijo de  8 años, mi novia, mi laburo. Me pregunté luego de esto ¿Qué hago?, porque la verdad con las dos gambas así y era esa la pregunta, ¿Qué hago?  Hasta que después de unos días en el Hospital de Balcarce me vine a Mar del Plata, estuve dos meses internado en la Clínica de Fractura y Ortopedia, y me operaron para que bajara la infección”.

 

“La puedo contar”

“Hoy la cuento gracias a Dios. Dejé la silla de ruedas y me dieron unas prótesis. Les agradezco mucho a mis amigos de la vida, mis amigos del laburo, le agradezco a Tecsolpar –la empresa donde trabajaba- que me dio una mano grande y que nunca me dejó de lado, a mi novia que me banca cuando uno a veces anda con el día medio rayado, también les agradezco a los Bomberos y al Hospital Subzonal. En estos momentos uno piensa o dice que algunas veces uno se deja morir por boludeces y no aguanta, pero acá estoy, a 11 meses que me pasó esto me dieron las prótesis y me paré. Y acá voy, dándole duro a la bici, a la cinta, a la paralela, a las rampas. Y esto también gracias a un amigo de lejos, a Pablo Giesenow que es de Córdoba y le pasó lo mismo. Pude contactarlo y él fue quien  me levantó en ese momento duro y de bajón, y fue un gran ejemplo para mí.  Le dije “voy a andar en prótesis, ¿pero luego qué? Y él me dijo: “Juan vas a volver a la vida normal de antes, no vas a jugar a la pelota pero hay otras cosas que vas a poder hacer, natación, bicicleta, vas a correr” y eso la verdad que me abrió la cabeza, me motivó a seguir”, mencionó Juan.

 

La vida después

Tras el accidente la vida de Juan cambió por completo. “Dio un giro grande, hoy hace un año y un mes del accidente, de los cuales dos meses estuve internado en la Clínica de  Fractura y Ortopedia en Mar del Plata. Cuando me dieron el alta me quedé viviendo junto a mi novia en esta ciudad por mi rehabilitación. Después de curaciones pude empezar a rehabilitarme en mi casa, kinesiología y terapia ocupacional. Luego ya pude empezar rehabilitación en INAREPS una vez por semana para pasar a dos veces y hoy ya estoy en tres veces por semana. En la actualidad  también voy de lunes a viernes a RE.ME,  otro Instituto de Rehabilitación más lo que yo hago en casa. Es mucha mi voluntad en salir adelante después que curaron bien mis muñones llegaron las prótesis. A los 11 meses mi fuerza y mi voluntad hicieron que me parara sosteniendo un andador con lágrimas porque no lo podía creer”, contó Juan emocionado.

 

El futuro

Juan no sólo volvió a caminar, sino que proyecta su futuro. “Quiero trabajar, seguir mi vida normal, se que patear una pelota será difícil pero tengo un crack en mi vida que lo hará por mí, y si es posible quisiera correr, hacer un deporte!! Si mi historia sirve para ayudar a gente que está en una situación que no sabe cómo hacer para salir adelante me alegaría mucho poder decirles que en la vida no hay obstáculos que con fuerza y voluntad no se puedan superar”, concluyó.

 

 

 

 

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