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Balcarce histórica: La Colombófila: 40 años de vuelos

Redacción Vanguardia

Recuerda muy bien Raúl José Guma cuando su padre Raúl lo llevó a que conociera el grupo de colombófilos que en nuestra ciudad llevaba adelante la actividad. Ese momento permanece en su memoria como un  hecho imborrable, como el comienzo de algo importante en su vida. Aquel día fue un socio “no oficial” de la entidad, porque todavía era menor de edad. Su padre fue quien firmó la ficha. Hoy Raúl José lleva nada menos que 63 años en esto de criar palomas para que vuelen…y vuelvan.

Su historia es una de las que se pueden escuchar en la Asociación Colombófila Alas Balcarceñas, como las de Alfredo Diego, Adolfo Neri, Pablo Marchetti y Jorge Porchile, los de mayor trayectoria. Es decir, quienes con indudable dedicación han mantenido durante años este quehacer en Balcarce y siguen ahora junto al espíritu de los más jóvenes. En la noche de un viernes de semanas atrás en la sede de calle 18, cuando son encanastadas las palomas para la competencia del fin de semana, Guma  charla con La Vanguardia. Comenta que fue en la década de 1950 cuando Juan Carlos Rentería, Tito García, Juan Carlos Móline, Néstor Llobet, Pirincho Flores, Odriozola y otros comenzaron con la cría, adiestramiento y cuidado de palomas en la ciudad. Entonces las reuniones se hacían en la casa de la familia García. Tras un paréntesis de años sin actividad, en 1978 se logró la organización de Alas.

Mientras en ese viernes hay permanente actividad previa a la nueva carrera, Raúl enumera los actuales socios que compiten desde el 16 de junio al 23 de noviembre, con 16 carreras más las especiales de la Federación Argentina: Gustavo Colaneri,  pujante presidente de la entidad; Alfredo Diego, Pablo Marchetti, Gladys Giménez, Adolfo Alberto Neri, Rolando Cella y Juan Pablo Marchena, además de Guma. Hay una categoría B: Alicia Vila, Luca Colaneri, Clarita Martorello, Lionel Flores, Alvaro Martorello, Fermín Marchena y Luca Lantaño.

Los balcarceños participan en el campeonato intersocial junto a colombófilos de Necochea, Mar del Plata y Tandil, además de hacerlo en el torneo local, y en una competencia con la gente de Necochea.

 

CUANDO VUELVEN

Cuenta Raúl la satisfacción que siente un colombófilo cuando tras el paso de las horas, después de la largada a cientos de kilómetros de Balcarce, escucha o ve que empiezan a llegar al palomar. “Vuelven –comenta- porque las espera la pareja, la compañía, o porque hay huevos o hijos”. Para llegar a esos momentos del término de la carrera, antes hubo permanente tarea, muchas horas de dedicación del propietario del palomar. Son la crianza, el adiestramiento, la alimentación utilizando maíz mezcla, la competición, medicamentos, el entrenamiento que significa por ejemplo llevarlas en la semana a unos 50 o 60 kilómetros de Balcarce. Todo eso por supuesto también significa el gasto de dinero. Con la experiencia de tanto tiempo, Guma dice que de un mejor macho y una mejor hembra es difícil que no tengan la que será una buena paloma. El conserva ejemplares con varios años de vida, con hijos, nietos y hasta bisnietos. Si el clima es favorable en la ciudad de largada, las palomas pueden correr cada siete días. El programa a cumplir en el año comprende competencias en los circuitos norte y sur, con partidas desde Zárate, Gualeguaychú, Mercedes, San  Nicolás, Médanos, Río Colorado, San Antonio Oeste, Choele-Choel, Villa Regina y otras localidades. Una gran especial de la Federación es desde Zapala que en línea de vuelo hasta Balcarce son 1.032 km. La ganó Raúl Guma. La entidad invita a que acerquen todos los balcarceños que deseen conocer más detalles de esta actividad que, dice la historia, data del tiempo de las guerras entre egipcios, griegos, romanos y árabes. Los viernes después de las 20 horas y hasta las 24 es un buen momento para ir a la sede de calle 18-378 entre 5 y 7, donde se encanasta a las palomas que serán llevadas cientos de kilómetros por una camioneta hasta el punto de partida. En esa cita de los viernes  se habla, se comentan cosas, surgen recuerdos, en la camaradería previa a las horas de ver a las palomas volver a casa. Es cuando se vive ese instante, que un colombófilo sólo puede contar.

 

Charla con el presidente Colaneri. Reconocimiento por los apoyos

 El proyecto para que un salón de la sede de calle 18 sea utilizado en eventos. La historia que, en el país, comenzó con dos inmigrantes belgas.                            

 Son 40 años de actividad consecutiva los que está cumpliendo la Asociación Colombófila Alas Balcarceñas. El presidente Gustavo Colaneri habla con entusiasmo del presente de la entidad y, más aún, ese ánimo se advierte cuando se refiere en la charla con La Vanguardia a las ideas que se analizan hacia el futuro. Tienen que ver con la sede. Esas instalaciones de calle 18-378, entre 5 y 7, son propias. En el amplio salón que da a la calle hoy funciona un gimnasio de box y en la parte posterior está la Colombófìla, donde también cuentan con espacios cómodos e incluso una parrilla. En los viernes previos a las competencias, la mesa tendida con buena comida une a los socios en gratas reuniones. Gustavo anticipa la refacción de un salón, con el objetivo que se lo  pueda utilizar en eventos. Es decir, que sería un aporte de la entidad en ese barrio de la ciudad. No olvida el presidente logros conseguidos con el paso de los años y, en ese sentido, agradece a todos los que en distintos momentos pusieron el hombro y apoyaron las iniciativas de Alas hasta hoy. La entidad integra la Federación Colombófila Argentina que, por la ley 12.913, es la única encargada de llevar a nivel nacional el registro de palomas mensajeras de carrera. Fue creada en febrero de 1926 por un decreto del presidente Marcelo Torcuato de Alvear y leyendo su página digital se advierte la organización con que lleva adelante la actividad. Cuenta con el periódico “El Mensajero”, que llegó a los 20 años. 

En su página digital, además, se brinda información sobre el deporte, la Federación, el registro nacional, circulares, notas del periodismo, las resoluciones del SENASA, comunicaciones, la realización de jornadas, la escuela colombófila y diversos servicios.

La Federación define a la actividad como la cría y adiestramiento de palomas para convertirlas en mensajeras, capaces de volver a su palomar recorriendo un trayecto a la mayor velocidad posible que es medida mediante relojes especiales.

Señala también que el colombófilo llega a establecer y mantener un entendimiento con sus palomas a las que entrena, lo cual es necesario para enviarlas a competir o favorecer el regreso en las mejores condiciones. “Se disfruta –acota- el grado de emoción y expectativa, el momento de llegada de la paloma a su meta, tras del esfuerzo realizado”. Tiene el animal una capacidad innata para orientarse.

Por un dato calculado en 2013, se estimó que había en Buenos Aires y las distintas provincias alrededor de 2.000 colombófilos, con un total de 150 asociaciones como la de Balcarce. Nuestra provincia por la ley 13.784 adhirió a la norma nacional en lo concerniente a la regulación de la actividad y que reglamenta esa labor en todo el territorio argentino. Es mencionada además la función cumplida por el Ejercito al contar con colombofilia militar, cuya mayor presencia fue en la unidad de remonta y veterinaria en Lomas de Zamora. Otra estuvo en el Colegio Militar General José de San Martín, ubicado en Campo de Mayo.

 

LOS BELGAS

En la charla con el diario, Colaneri y otros compañeros comentan que el origen con carácter deportivo en la Argentina fue propiciado por dos inmigrantes que llegaron de Bélgica. Dice la historia que en 1867 vinieron los ciudadanos Pedro Duvivier y Emilio Vanderzendar  quienes se radicaron en Zárate. Trajeron algunas palomas y fueron construyendo palomares, para iniciar los vuelos. En 1899 crearon la primera entidad: la Sociedad Zarateña. Iban así divulgando la cría y organizando pequeñas competencias. El colega Diego Morini escribió tiempo atrás en La Nación que la cuna es indudablemente Bélgica y la mayor cantidad de criadores está en  Japón. Es una disciplina que tiene adherentes en casi toda Europa, Asia, Estados Unidos y gran parte de América Latina. Así fue creciendo esta tarea con el paso del tiempo, desde épocas remotas cuando las palomas favorecían la comunicación con facilidad de un lugar a otro.

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