La última vez que un presidente asumió dentro del parlamento fue hace 40 años, cuando Ronald Reagan mudó el evento al interior también por las bajas temperaturas.
Trump, que raramente no utilizó su tradicional corbata roja sino que prefirió una bordó con finas estampas azules, llegó al edificio junto a su esposa Melania, que lucía un fino tapado oscuro, sombrero de ala ancha y stilettos.
Primero juró el vicepresidente electo JD Vance, empresario y escritor best seller, con su esposa que tenía a su hijita de 3 años en brazos, y sus otros hijos pequeños a su lado y también su mamá, con la que estuvo peleado por años y se amigó hace poco.
Luego siguió Trump, a quien se lo veía emocionado, con Melania al lado y sus 5 hijos. Ella se llevo las dos Biblias, flanqueada por su hijo menor Barron, de 19 años y quien se cree que tendrá mucha mayor influencia en este mandato. Sonaron las salvas de cañones, como es la tradición.
En el recinto estaban los presidentes y vices salientes Joe Biden y Kamala Harris, los jueces de la Corte Suprema (el presidente John Roberts fue quien le tomó juramento) y los ex presidentes Barack Obama, George W Bush y su esposa Laura, Bill Clinton y Hillary, el ex vicepresidente Mike Pence.
Personalidades como Michelle Obama y la ex jefa de la Cámara de Diputados Nancy Pelosi faltaron a la ceremonia.
También se vio al presidente Javier Milei y su hermana Karina, invitados especiales de Trump, que saludaron a la primera ministra italiana Georgia Meloni, otra de las asistentes junto con el presidente salvadoreño Nayib Bukele y el ex premier británico Boris Johnson.
En primera fila, detrás de la familia de Trump y con mejor ubicación que los futuros miembros de su gabinete, estaban ubicados los magnates tecnológicos que tendrán enorme influencia en el segundo mandato de Trump: Elon Musk de Tesla, Tim Cook de Apple, Mark Zuckerberg de Meta, Jeff Bezos de Amazon, Sundar Pichai de Google y Shou Zi Chou de TikTok.
Es un símbolo de la influencia que tendrán estos empresarios en la futura administración, un conglomerado que el presidente saliente Joe Biden denunció como una “oligarquía”, un “complejo tecnológico-industrial” que amenaza la democracia.
En otro salón del edificio, el Emancipation Hall, los organizadores colocaron a otros 1.800 invitados, entre ellos gobernadores, que pudieron presenciar el discurso inicial del presidente. Además, la ceremonia fue seguida por televisión por unos 20.000 simpatizantes desde un estadio cercano, el Capital One arena, donde muchos de los que pensaban presenciar la ceremonia al aire libre fueron trasladados.
El día más que ajetreado comenzó temprano para Trump. Durmió, como indica la tradición para los presidentes electos, en la Blair House, la mansión de invitados frente a la Casa Blanca. Poco después de las 8 se trasladó con su esposa Melania a pocos metros de allí a la Iglesia episcopal St John, donde asistió a misa junto con su vice electo, sus futuros ministros y magnates tecnológicos como Elon Musk, Mark Zuckerberg y Jeff Bezos. También estuvo allí Milei.
De allí se cruzó junto con Vance a la Casa Blanca donde lo esperaba Joe Biden y Kamala Harris con sus parejas en otra tradición inaugural: tomaron un té juntos por cerca de una hora en la mansión presidencial.
Luego se trasladaron al Capitolio para la ceremonia inaugural. Tras la jura y su primer discurso como presidente 47 almorzó con su vice y se dirigieron a los escalones de la fachada este del Congreso para pasar revista a soldados.
El desfile tradicional que sobrevenía luego por la Avenida Pennsylvania fue cancelado por el frío y Trump decidió igualmente tener contacto con sus seguidores en un estadio cerrado en el centro de la ciudad, el Capital One arena, donde se agolparon cerca de 20.000 invitados que habían llegado de todas partes del país. Tenía pensado emitir una serie –se hablaba de 200—decretos inmediatos que marcarían el sello de su mandato.