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Recuerdo

Verónica Llinás recordó cómo negoció su primer contrato con Antonio Gasalla: ´Eso habla de su honestidad´

Redacción Vanguardia

La actriz habló de su época en el under con Gambas al ajillo y la llegada a la televisión de la mano del capocómico

El martes 18 de marzo será recordado como un día profundamente triste para la cultura argentina. Ese día, a los 84 años, murió Antonio Gasalla, uno de los más brillantes, irreverentes y entrañables humoristas que haya dado este país. Su partida no solo dejó un vacío imposible de llenar en los escenarios teatrales y televisivos, sino también una herida emocional en el corazón de quienes lo admiraron, lo aplaudieron y, sobre todo, compartieron con él momentos de arte, risas, riesgo y complicidad.

La talentosa y siempre sensible Verónica Llinás –compañera de aventuras creativas del actor en distintas etapas de su vida profesional– evocó, con una mezcla de admiración, cariño y nostalgia, los días compartidos.

“No sé si se puede decir puntualmente qué aprendí de él, porque no era una persona justamente didáctica”, dejó en claro la actriz, y arriesgó: “Yo aprendí de él viéndolo ser. Él me tiró a la pileta”, recordó Llinás, con emoción en la voz y brillo en los ojos, al rememorar ese primer cruce que marcaría su carrera.

Ese primer encuentro ocurrió durante una etapa de transición artística. “Estábamos con Gambas al ajillo -un grupo que venía del under, con todo lo que eso implica: la libertad, lo marginal, lo explosivo-. Y decidimos dar un paso hacia un teatro más comercial. A uno de nosotros se le ocurrió: ‘¿Y si lo llamamos a Gasalla?’. Parecía una locura. Nadie lo podía creer. Pero uno de los chicos decía: ‘Él ya conoce a Batato, él sabe quién soy’, así que lo mandamos a hablar con él... Y para sorpresa de todos, dijo que sí.”

 

Lo que siguió fue una experiencia tan caótica como inolvidable. “El primer ensayo fue un desastre. Llegamos tarde, él ya estaba ahí, sentado, con cara de traste... pero después se le pasó. Con él siento muchísima generosidad, desde el primer momento. Me mostró su admiración, algo que me costaba mucho devolverle sin sentirme obsecuente, porque yo lo admiraba profundamente.”

“El puntapié que dio el Parakultural es que fue un movimiento que agrupó a un montón de gente que venía a romper las estructuras clásicas, como del Teatro San Martín, o el llamado Teatro Abierto, que era más comprometido, más político, pero lo que venía a hacer este grupo era a romper la solemnidad del teatro, y decíamos que hacíamos vodevil. Bailábamos, cantábamos, nos dábamos todos los gustos. Lo que hacía Batato era muy disruptivo”, rememoró.

Llinás, que define el teatro como su hogar natural, cerró con una frase que sintetiza una vida de entrega y pasión. “En el escenario soy un pez en el agua. Me fui apenas ocho años, cuando hice mucha televisión. Pero salvo ese paréntesis, hace 40 años que estoy ahí”.

La despedida de Antonio Gasalla no es solo la partida de un hombre. Es el adiós a una forma de entender el humor, el arte y la vida. Es el cierre de un capítulo glorioso de nuestra cultura popular. Pero también es el comienzo del mito, del recuerdo imborrable que permanecerá en la memoria colectiva de millones de argentinos que alguna vez, frente a una pantalla o en una sala, rieron hasta las lágrimas gracias a su talento.

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