Rodolfo Walter Petigrosso
"La fe es medicina para el alma y plataforma para la acción social"
El pastor de la Iglesia Cristiana de Balcarce Transformación Internacional habló con La Vanguardia sobre el trabajo en la ciudad, los desafios y sobre un momento clave en su vida pastoral: "El punto de inflexión llegó en 2018, cuando conocimos el Ministerio Transformación Internacional —la casa central en Bogotá y la trayectoria ministerial del Apóstol Franky Rodríguez. Sentimos que Balcarce debía ser parte de esa red de transformación", dijo.
En un rincón de la ciudad donde la fe y la comunidad se entrelazan, la Iglesia Cristiana de Balcarce, bajo la guía del Pastor Rodolfo Walter Petigrosso, se ha convertido en un faro de esperanza y transformación. Desde su llegada a la ciudad, el ministerio ha crecido exponencialmente, impulsado por un profundo deseo de impactar vidas y restaurar comunidades. En una entrevista con La Vanguardia, el Pastor Petigrosso compartió su historia, su visión y los desafíos que enfrenta en su misión pastoral.
-¿Qué fue lo que lo formó y cuál fue el momento que cambió tu vida?
-Crecí literalmente dentro de la Iglesia: mi padre fue pastor y la fe no fue algo que elegí de grande, la fe fue el ambiente que me moldeó. Desde chico vi el sacrificio, la entrega y la dimensión transformadora del evangelio en la vida de la gente. Eso me llevó a estudiar teología y a involucrarme activamente en la obra pastoral desde muy joven. El punto de inflexión llegó en 2018, cuando conocimos el Ministerio Transformación Internacional —la casa central en Bogotá y la trayectoria ministerial del Apóstol Franky Rodríguez—. Viajamos, vimos cómo funcionan sus programas sociales, proyectos productivos y su trabajo con jóvenes. Fue en ese contacto donde algo profundo resonó: no era sólo admiración, sino un llamado claro de Dios. Sentimos que Balcarce debía ser parte de esa red de transformación. En 2020, a pesar de la pandemia, comenzamos con 20 personas y la convicción de que Dios nos encomendó una misión que iba a crecer más allá de nuestras expectativas. Hoy, con más de 100 asistentes, vemos que ese llamado fue el inicio de una obra con alma, propósito y dirección divina.
-¿Cuál es el corazón de su fe y cómo esa fe se traduce en cambios reales en la vida de las personas?
-El corazón de nuestra fe es Jesucristo y la autoridad de la Palabra revelada. No hablamos de teorías: predicamos una fe que debe transformarnos en lo íntimo y en lo visible. Creemos en valores, ética y moral como motor de conducta, pero también en una espiritualidad práctica que confronta situaciones concretas: relaciones rotas, adicciones, desesperanza y proyectos truncos. Cada predica, cada curso, cada grupo busca provocar una reacción: que la persona entienda su identidad en Cristo, sane sus heridas y recupere dignidad. Para nosotros, la fe es medicina para el alma y plataforma para la acción social. Desde capacitaciones para emprendimientos hasta consejería intensa en crisis familiares, buscamos que la doctrina se convierta en Libertad (con L mayúscula): la libertad para decidir, reconstruir y volver a soñar.
-¿Cómo conviven la apertura de la iglesia con la exigencia moral de quienes sirven? ¿Qué valores definen al que representa a la comunidad?
-Nuestra puerta está abierta: la iglesia es un lugar de bienvenida donde cualquiera puede entrar sin requisitos. La gracia no se gana, se recibe. Pero el servicio —la responsabilidad pública de representar a la iglesia— exige coherencia. Pedimos a quienes sirven que muestren un buen testimonio, integridad y compromiso. Esto no es “lista de reglas” fría: es una protección del mensaje y de las personas que confían en la iglesia. Quien acompaña en un ministerio no solo lidera actividades; es referente espiritual y social. Por eso la honestidad, la transparencia y la fidelidad al llamado son imprescindibles. Creemos que la calidad del servicio refleja la calidad del mensaje que proclamamos.
-¿Cómo estructuran la vida comunitaria para acompañar a cada etapa de una persona desde el niño hasta el adulto que necesita?
-Trabajamos con una estructura intencional: tenemos reuniones y espacios que integran a la familia y también encuentros específicos por etapa. Hay propuestas para niños (formación de identidad), jóvenes (visión y propósito), mujeres (restauración y liderazgo) y hombres (responsabilidad y propósito). Cada espacio tiene objetivos claros: enseñar doctrina aplicable, formar carácter y ofrecer acompañamiento práctico. Además, desarrollamos grupos de autoayuda y consejería personal para quienes atraviesan crisis. Esa combinación —comunidad amplia más atención personalizada— permite que las personas no solo reciban mensajes, sino que se involucren, sean discipuladas y recuperen funcionalidad en su vida diaria.
-¿Cuál es su misión personal como pastor y cómo se articula con la misión del equipo que liderás?
-Mi misión es pastoral en el sentido más amplio: amar, formar y acompañar. No me limito a predicar desde el púlpito; acompaño bodas, doy responsos, visito hospitales, sostengo familias en crisis, y personalmente participo en procesos de recuperación de adictos y reintegración de quienes estuvieron privados de libertad. El equipo comparte esa misma visión de servicio total. Juntos coordinamos actividades sociales (entrega de ropa, alimentos), programas de ayuda, y ofrecemos consejería profesional y espiritual. El objetivo colectivo es ser una iglesia que cura y capacita: que no solo consuela, sino que habilita a las personas para que se sostengan, trabajen y vuelvan a integrarse plenamente a la sociedad”.
-¿Qué heridas sociales ven con más urgencia y qué respuestas concretas ofrecen desde la iglesia?
-Las heridas más recurrentes son las adicciones y las enfermedades mentales (ansiedad, depresión, trastornos graves). Las adicciones destruyen familias y marcan a generaciones; los cuadros de salud mental, cuando no se abordan integralmente, terminan en desesperanza profunda. Nuestra respuesta es doble: espiritual y práctica. Espiritualmente, ofrecemos consejería, grupos de apoyo y ministración. Prácticamente, coordinamos redes de atención, acompañamiento judicial en casos que lo requieren y programas de reinserción. Además trabajamos en la prevención: talleres para jóvenes, actividades deportivas y proyectos productivos que dan alternativas reales a la falta de oportunidades. Creemos que la libertad interior es la semilla que permite derribar cárceles externas —y por eso trabajamos las dos cosas a la vez”.
-¿Qué significado tuvo la visita del Apóstol Franky Rodríguez para Balcarce y qué señales de cambio dejó en la comunidad?
-La visita del Apóstol Franky Rodríguez fue un hito. Su ministerio trae una unción, experiencia y una modalidad de trabajo que moviliza. Para Balcarce fue más que un evento: fue la confirmación pública de que la ciudad puede ser epicentro de proyectos de impacto regional. Vimos señales concretas: vidas restauradas, testimonios de sanación y una energía comunitaria renovada. Además, su presencia fortaleció la red ministerial local y despertó interés de vecinos y líderes que antes no se acercaban. Fue una oportunidad para proyectar iniciativas sociales más grandes y para que la gente entendiera que lo que hacemos busca transformar la ciudad, no solo la iglesia.
-¿Cuál es la visión a futuro de Transformación Internacional Balcarce y cómo piensan convertir los sueños en realidades palpables?
-Nuestro lema lo sintetiza: “Donde los corderos se convierten en leones.” La visión es formar personas fuertes, líderes comprometidos y comunidades autosustentables. En lo práctico, soñamos con desarrollar proyectos productivos, programas de formación laboral, escuelas de liderazgo y centros de apoyo integral para familias y jóvenes en riesgo. Pero soñamos con un plan escalable: capacitar para el trabajo, ayudar a iniciar microemprendimientos, articular con otras iglesias y organizaciones y multiplicar sedes si es necesario. La idea es no solo dar asistencia, sino crear oportunidades para que cada persona pueda levantarse y sostener a su familia. Porque una comunidad transformada genera impacto en la ciudad entera. Y ese es nuestro norte: libertad, dignidad y propósito para todos.
Para saber más
Iglesia Cristiana de Balcarce - Transformación Internacional
Calle 39 N° 560
Contacto: 2266 516802
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