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Promete ser récord

El maíz redobla la apuesta: se amplia el área y se viene el tardío

Redacción Vanguardia

Es una campaña que promete ser récord, y con buenos perfiles hídricos que le dieron un gran envión al maíz temprano, ya se planifican las siembras tardías.

La campaña maicera 2025/26 avanza con gran expectativa, hacia niveles históricos para el cereal: entre 58 y 61 millones de toneladas (Mt). Una cifra récord que contrasta con los 49 Mt del año pasado y el máximo de 55 Mt alcanzado en la campaña 2020/21.

Aunque los perfiles están cargados por las buenas lluvias invernales —que impulsaron las siembras tempranas—, los márgenes siguen ajustados y el clima, impredecible. En un año que pinta “Neutro” o con una posible “Niña débil”, la escasez de lluvias en los momentos críticos del maíz temprano puede convertirse en un problema. ¿Temprano o tardío? Esa es la cuestión. Y la respuesta puede ser "los dos", aún para un mismo productor.

“Hoy tenemos los perfiles llenos y napas altas en buena parte del cinturón maicero. Con ese escenario, el maíz temprano podría funcionar muy bien, pero los pronósticos a largo plazo nunca son demasiado confiables. La mejor estrategia en Argentina sigue siendo diversificar los riesgos: una parte temprano, otra parte tardío. En contextos de márgenes finitos, minimizar amenazas es una necesidad imperiosa”, resume Pablo Talano, asesor CREA y consultor en agricultura regenerativa en BioRed.

Talano distingue con claridad los fundamentos técnicos de ambos esquemas. “El maíz temprano tiene mayores posibilidades de lograr los picos de rendimiento, porque coloca su período crítico a fines de diciembre, cuando hay máxima radiación”, explica. Sin embargo, advierte que si las condiciones de agua no acompañan o si se registran temperaturas muy altas, las caídas de rendimiento pueden ser mayores que en los maíces tardíos.

Por el contrario, los tardíos atraviesan su etapa crítica entre febrero y marzo, con menor radiación, pero también con menor demanda atmosférica y temperaturas más moderadas. “Con la misma cantidad de agua, o incluso con menos, se pueden lograr balances hídricos más estables y parejos. La diferencia está en que los techos del maíz temprano son más altos, pero los pisos del maíz tardío son más firmes”, resume.

 

Un cambio en la forma de hacer maíz

En los últimos años, el maíz se consolidó como un cultivo clave para la Argentina, con una rentabilidad sostenida en el tiempo. Talano destaca que el avance tecnológico —en genética y manejo— fue determinante. “Los nuevos materiales y el paquete tecnológico mejoraron en dos aspectos: los potenciales más altos y, sobre todo, la capacidad de sostener rendimientos en años complicados”, sostiene.

“Hace diez años, el 80% del maíz era temprano y el 20% tardío. Hoy la relación se invirtió: el 60 o 70% es tardío y solo el 30 o 40% temprano”, señala. El motivo es claro: “el maíz tardío es más estable, demanda menos insumos, compite mejor con las malezas y ofrece una mejor relación costo-beneficio. En muchas zonas, resulta más competitivo económicamente que el maíz temprano”, subraya.

Esa tendencia se acentúa en los ambientes más restrictivos. “En suelos arenosos o zonas marginales, donde la capacidad de almacenar agua es menor, el maíz tardío tiene ventaja. En esos lugares, si el agua escasea en diciembre o enero, el maíz temprano sufre mucho más”, apunta el especialista.

 

Las voces del campo

Fernando Bazán es productor de Hernando, en el corazón “del Iowa argentino”, dice con su inconfundible humor cordobés. “Soy maicero de corazón y este año estamos viviendo una situación inédita, porque está lloviendo… y eso lo cambia todo”, remarca.

Bazán cuenta que muchos productores del centro cordobés se están animando a sembrar en octubre. Y aunque en campañas anteriores el maíz temprano no superaba el 15% en esta zona, este año puede llegar a duplicar ese porcentaje histórico.

De todos modos, aconseja no poner todos los huevos en la misma canasta. Aunque la campaña arranca con buenos perfiles hídricos, el maíz tardío sigue siendo una alternativa confiable, capaz de adaptarse a escenarios más restrictivos, algo que los cordobeses conocen muy bien.

El productor sostiene que hay que pensar el manejo por ambientes para que cada híbrido exprese su máximo potencial. “Argentina no siembra en directa: siembra directamente”, bromea y enfatiza que “no es lo mismo la loma que el bajo, ni un suelo compactado que uno suelto”.

Para Bazán, monitorear los distintos sectores del lote es clave en aspectos como la elección de la semilla, el ajuste de la densidad o la fertilización.

En genética, prefiere “la americana”, desarrollada para responder con estabilidad frente al estrés. “La tecnología Enlist permite un control más eficiente de malezas resistentes y mayor flexibilidad en los esquemas de rotación de herbicidas. Mejoró la sanidad y la limpieza del lote desde el arranque, y eso se traduce en más kilos de maíz al final del ciclo”, destaca.

 

Innovación y fertilización orgánica

“Al maíz no le mezquinamos nada. Es un cultivo con alta respuesta al nitrógeno”, dice el hombre de Heraldo, y agrega que, en los últimos años, incorporaron una práctica revolucionaria. “Estamos usando residuos pecuarios: bosta de feedlot, cama de pollo y cama de ponedoras”, cuenta. El resultado fue contundente: “en un lote vimos que las plantas fertilizadas con guano tenían dos entrenudos más y un 20% más de rinde en relación al testigo”, pondera.

 

Gustavo Ferraris, especialista en fertilidad de suelos y nutrición de cultivos del INTA Pergamino, coincide en la potencia nutricional del estiércol, pero condiciona su aplicabilidad a la logística. “El guano se volvió un producto codiciado. Es un muy buen abono orgánico, casi lo mejor que le podés hacer al campo”, asegura.

Pero “una aplicación normal son 10 toneladas por hectárea, por eso el costo de moverlo, trasladarlo y aplicarlo es alto. Pero todo lo que hay se aprovecha y se recicla. Hay lista de espera para aplicar guano”, afirma.

Para este especialista, el análisis de suelo como punto de partida todavía no tiene el uso y costumbre que debería. En la campaña actual, “una gran parte del maíz se está fertilizando a la siembra y se deja un tercio para después”, calcula.

El investigador del INTA destaca que el maíz es uno de los cultivos con más tecnología y también uno de los más versátiles. Ofrece ventajas operativas frente a otros cultivos como la soja, que tiene un manejo más complejo por la gran presión de malezas y los costos que esto acarrea.

La tendencia, explica, es “a dividir las dosis teniendo en cuenta el riesgo de lavado de nitrógeno”. Además, “hay muchas mezclas complejas con diversos nutrientes —fósforo, azufre, zinc—. O sea, se apunta a una nutrición balanceada, con muchas inversiones en fertilización”.

 

Récord de maíz, pero con márgenes justos

Joaquín Pellejero, analista del Departamento de Estimaciones Agrícolas de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, especializado en maíz y sorgo, analiza un escenario dominado por una alta oferta global. “Estados Unidos proyecta 427 Mt, Brasil 130 Mt y Argentina también va por un récord de 58 Mt. Con tanta producción en todos lados, los precios están más bien bajos.”

El valor de referencia ronda los 175 dólares por tonelada a cosecha, con márgenes ajustados. Según los cálculos de la Bolsa, los dos insumos principales, semilla y fertilizante, representan cerca del 60% del costo de producción.

“Como siempre, los márgenes del maíz son muy justitos. Los costos siguen altos: la semilla bajó un poco, pero los fertilizantes —nitrogenados y fosforados— aumentaron”, sopesa.

Después de varios años de sequía —especialmente la devastadora de 2022—, los maiceros recuperan el entusiasmo. Entre tecnología, genética y manejo, los productores argentinos muestran que, frente al clima, los costos nacionales y la volatilidad global, nunca es tarde para el tardío.

 

El maíz, motor económico en la campaña 2025/26

Con una producción récord prevista, el maíz vuelve a posicionarse como uno de los pilares de la economía argentina. Según estimaciones, en la campaña 2025/26 las exportaciones alcanzarán los 8.050 millones de dólares, un 15,4% más que el ciclo anterior.

La recaudación fiscal, que incluye impuestos nacionales y provinciales, crecerá 8,9%, hasta los 5.037 millones de dólares, mientras que el Producto Bruto Maicero trepará a 21.759 millones de dólares, un 6,8% más interanual.

El aporte del maíz consolida así su peso estratégico como generador de divisas, empleo y actividad en las economías regionales.

 

Mundo en guerra comercial

La disputa entre EE.UU. y China reconfigura el mapa global del maíz. Los aranceles generan desvíos comerciales que pueden abrir oportunidades para la Argentina en algunos mercados, aunque también más competencia en otros.

Según Juliana Inda, especialista de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, el nuevo esquema beneficia a países con acuerdos preferenciales, como México, pero complica a exportadores que compiten directamente con Estados Unidos. En ese escenario, la posición argentina dependerá de su capacidad para diversificar destinos y sostener acuerdos comerciales estratégicos.

Inda advierte que la clave será adaptarse y definir una estrategia de inserción internacional flexible, capaz de mitigar riesgos y aprovechar los nuevos flujos del comercio mundial.

 

El fantasma de la chicharrita

Sobre la plaga que causó daños e irradió temores, los especialistas coinciden sobre la chicharrita en estos aspectos principales:

● Sigue presente, pero controlada: el foco ahora es recuperar potencial.

● Menor presión, mejores condiciones: el maíz retoma su ciclo normal.

● Tras el pico de 2024, cede presencia y el manejo agronómico vuelve a equilibrarse.

● La plaga perdió fuerza, pero dejó aprendizajes: genética, nutrición y manejo clave.

● Bajó su impacto; el desafío ahora es sostener sanidad y rendimiento.

 
 
 
 

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