Sin embargo, Fernández advirtió que el stock bovino todavía está 2% por debajo de los niveles de los últimos años y que la recuperación no será inmediata. En ese contexto, la mejora en la eficiencia reproductiva y la inversión en genética son claves. “Hoy se paga entre un 10 y un 15% más por un ternero de calidad genética. Eso lleva tiempo y requiere previsibilidad. Es difícil invertir si las reglas no son claras. Deberíamos mirar modelos como los de Uruguay o Brasil, donde las políticas agropecuarias se mantienen estables y el stock ganadero se triplicó”, explicó.
El empresario Miguel Armengol, socio de una firma proveedora de genética bovina, también destacó el buen momento que atraviesa la ganadería argentina y la creciente profesionalización de los productores. “La ganadería ya venía fuerte y creo que va a seguir así. Los animales que vemos hoy son el resultado de decisiones tomadas hace cuatro o cinco años, en contextos difíciles. Eso demuestra la persistencia y tenacidad del productor ganadero”, explicó, y luego remarcó que la inversión en genética se ha masificado. “Antes parecía una preocupación de la élite, pero hoy la base de productores también exige datos, información y calidad. El uso de técnicas como la inseminación artificial permitió un salto enorme: hoy cualquier cabañero puede acceder a semen de toros campeones con información de pedigrí y datos productivos confiables”, señaló.
Armengol también subrayó el impacto de la mayor tasa de extracción lograda por los productores en los últimos años, impulsada por el negocio de exportación de vacas a China. “Eso nos sacó del estancamiento. Hoy cualquier vaca tiene valor y el productor cuida más su rodeo. Si seguimos mejorando en sanidad y genética, la producción de kilos de carne no tiene techo”, afirmó.
Finalmente, insistió en que el ganadero argentino planifica a largo plazo, algo que le permitió sostener inversiones incluso en años adversos. “En genética, la respuesta a un cambio de precios no es inmediata, pero esa resiliencia es lo que hace que hoy estemos viendo resultados. Si hay previsibilidad, el productor va a seguir apostando y elevando la eficiencia de todo el sistema”, concluyó.
La invernada también vuela
Por su parte Hernán Sánchez, consignatario de hacienda con base en Tapalqué e influencia en la Cuenca del Salado, confirmó que el mercado de invernada también atraviesa un momento muy positivo, con precios firmes y en alza. “Hace tres meses el ternero macho y hembra promediaba entre $350 y $360; hoy estamos firmes en $390 a $400, y los lotes de calidad incluso superan esos valores. Son precios históricos”, aseguró.
El consignatario señaló que la brecha entre el precio del gordo y la invernada, que en los últimos meses había generado preocupación, comenzó a achicarse. “Con toda la movida de retenciones hubo un ajuste en el gordo, y eso ayuda a que el criador tenga un horizonte más claro. De todos modos, falta ver la reacción del mostrador, que es lo que marca la tendencia”, advirtió.
Según Sánchez, la escasez de gordo también empuja los precios. “Hubo muchos feedlots trabajando al 60% de capacidad por el exceso de lluvias, lo que generó un bache de oferta. Cuando hay menos hacienda, el precio se acomoda al alza”, explicó.
Por último, el consignatario se mostró optimista sobre el cierre del año. “Con las lluvias recientes tenemos una primavera asegurada. Muchos productores van a tratar de retener la hacienda y meterle kilos de campo baratos. A fin de año, históricamente, se logran los mejores valores, así que tenemos muy buenas expectativas”, concluyó.
Nuevas caras para el sector
Este momento de florecimiento en la actividad resulta atractivo para los que hace muchas generaciones apuestan por la ganadería y también para algunos que la miraban desde afuera y ahora se animan a invertir en ella. Es el caso de Diego Filardi, quien por más de tres décadas se movió entre rutas y depósitos frigoríficos, al frente de una empresa de logística refrigerada que hoy cuenta con 80 camiones y recorre todo el país, y esta semana estuvo en la exposición de Cañuelas para aprender a seleccionar toros para servir a su flamante rodeo de vientres Angus colorados. Hace un año, Filardi compró un establecimiento de 320 hectáreas en Rauch, donde ya supera los 400 vientres, y comenzó su camino en la ganadería.
“El campo siempre me gustó. No lo había hecho antes porque es una inversión muy importante, pero finalmente pude dar el paso. Lo primero que hice fue sembrar avena y raigrás para pasar el invierno, ahora vamos por el maíz y el sorgo para asegurar comida en el verano. Estoy aprendiendo, observando. Todo lo que estoy reponiendo es puro controlado para ir mejorando la genética”, afirma. Y luego agrega: “Metí los huevos en otra canasta. Me gusta la vida de campo, y quiero armar algo que quede para mis hijos. La idea es producir más y mejor, aprovechar las oportunidades del mercado y seguir aprendiendo”.