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Proyección

China apuesta a la digitalización plena de su producción agroalimentaria

Redacción Vanguardia

El objetivo del agro chino no consiste hoy en elevar los rendimientos o aumentar la productividad, sino en mejorar las condiciones de vida y de trabajo de la población rural.

China, la segunda economía del mundo, y la primera – junto con EE.UU - que encabeza la revolución de la Inteligencia artificial, se ha propuesto digitalizar la totalidad de sus sistemas productivos en los próximos 5 años, y en primer lugar, la actividad agroalimentaria.

Para eso, prevé acelerar la migración interna del campo a las ciudades y reducir sistemáticamente el número de sus productores, que en este momento ascienden a 280 millones, y que se caracterizan por disponer de unidades productivas de sólo 0.4 hectáreas de superficie, lo que provoca necesariamente una muy baja productividad, que equivale a menos de 20% de la norteamericana, la primera del mundo.

De ahí que el impulso a la migración interna sea acompañado por dos medidas estructurales: la concentración de las tierras en grandes unidades productivas, y la apuesta sistemática a la alta tecnología, ante todo la Inteligencia artificial.

La Ley Agrícola ha establecido que la superficie sembrada de la producción agroalimentaria nunca puede ser inferior a 120 millones de hectáreas, como forma de defenderla del avance incesante de la urbanización.

La propiedad de la tierra agrícola es pública, pero los productores tienen garantizada su utilización por 50 años o más; y con el agregado estratégicamente decisivo de que estos derechos pueden ser transferidos si abandonan sus tierras y migran internamente. Es una forma de capitalización que les permite a los productores contar con recursos suficientes al incorporarse a sus nuevas labores urbanas.

Como es natural los productores se vuelcan hacia las tareas mejor remuneradas, que son las fruti-hortícolas; y esto hace que el abastecimiento de las principales urbes esté a cargo de cooperativas y asociaciones de grandes dimensiones, capaces de utilizar en gran escala enormes capitales y tecnología de última generación.

El objetivo del agro chino no consiste hoy en elevar los rendimientos o aumentar la productividad, sino en mejorar las condiciones de vida y de trabajo de la población rural (la denominada productividad de todos los factores o PTF), con la finalidad explícita de integrarlos con el más alto nivel de las labores urbanas, en un ambiente de prosperidad generalizada. Es un cambio cualitativo el que experimenta el agro de la República Popular.

De ahí que la prioridad sea ahora el despliegue sistemático de una infraestructura de última generación en todo el inmenso territorio chino – caminos, ferrocarriles, puentes, túneles – y también Internet, con un denso tejido de fibra óptica en todo el territorio de la República Popular que alcanza a 9.4 millones de km2.

También en gran escala se incentiva el comercio por Internet (“e-commerce”), así como el turismo local con el objetivo de afirmar las identidades de regiones y localidades, lo que exige rechazar todo intento de gris uniformidad burocrática.

El agro chino se funda esencialmente en la energía emprendedora de los productores. No es una visión tecnocrática la que sustenta el desarrollo agrícola de la República Popular, sino que está basada en la capacidad de acción del pueblo chino, un rasgo surgido de sus 5.000 años de historia independiente.

De ahí que se rija por un sistema de precios exclusivamente fijados por las leyes de mercado, y que premia cada vez más a los productores más exitosos.

Ahora lo que busca el agro es diversificar su producción con nuevos alimentos y productos; y para eso aumenta el crédito destinado a la industrialización de sus bienes en el seno mismo de las actividades rurales.

En suma, el aumento de las importaciones de soja, es una exigencia de raíz estructural, ya sea que provenga de Brasil o EE.UU.

La premisa establecida por Deng Xiaoping, el gran líder que volcó el sistema al capitalismo y la globalización a partir de 1978, es que “no hay socialismo en la pobreza”; y esto es válido sobre todo para la producción agroalimentaria, porque “…todo en China gira sobre el campo y el campesinado”, como advirtió en su momento André Malraux.

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