En las últimas semanas se dio por concluida la cosecha de girasol de la campaña 2024/25 y los rendimientos promedio y la producción final son los más altos de los que haya registro.
Según los relevamientos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, el rinde promedio nacional fue de 23 quintales por hectárea y el volumen producido alcanza los 4,7 millones de toneladas, un 26 por ciento más que el promedio de las últimas cinco campañas.
Solo se perdió un 1,96% (45.650 hectáreas) del área implantada de 2,05 millones de hectáreas.
Desde La Pampa y oeste de Buenos Aires, donde se sembraron con girasol 264.900 hectáreas y se obtuvieron en promedio 28,3 qq/ha, el ingeniero agrónomo Aldo Riesco cuenta que la campaña fue muy buena en términos generales pero comenta algunos contratiempos que generó el clima en el momento de la cosecha. “La campaña fue mejor de la esperada pero tuvimos complicaciones para la entrega de mercadería porque se llovió todo en marzo, hubo zonas de hasta 250 milímetros y afectó mucho la calidad comercial, hubo mucha pepita negra y mucho cuerpo extraño porque la torta se pudrió, hubo muchos descuentos y rechazos”, dice.
En zona centro de Buenos Aires, donde se implantaron 162.350 hectáreas de girasol con rindes promedio de 24,9 quintales, concretamente en La Numancia, cerca de Tandil, Sebastián Marolda sembró girasol en 80 hectáreas de loma mediados de noviembre. Lo hizo con una densidad de 45.000 plantas por hectárea y fertilizando con 60 kilos por hectárea de fosfato monoamónico más algo de UAN, y al momento de la cosecha se llevó una grata sorpresa.
“En enero llovieron solo 25 mm y febrero pasó sin lluvias hasta el 23, que llovieron 25 mm con ola de calor extremo. No daba dos mangos pero se la re banco el girasol. Esperábamos 2.300 kilos por hectárea y cosechamos 2.900. ¡Sorpresa total!”, comenta.
Por su parte un productor y asesor con presencia en el centro y sur de Córdoba comenta las conclusiones que obtuvo tras un relevamiento de los manejos aplicados en su zona. “El 70 por ciento de los lotes se han hecho en siembra directa y buscando una densidad de entre 50/60 mil plantas por hectárea, con entre seis y ocho kilos de semilla. Además, a diferencia de años anteriores se relevó un 25 por ciento de lotes con siembra de precisión. Hubo fertilización en un 80 por ciento de los cuadros, en general con fosfatados (como arrancador) y urea (no más de 25 kg/ha). Es más común hacerla cuando van sobre maíz”, detalla.
Más allá de los buenos rendimientos de esta campaña, los rindes argentinos de girasol aún están lejos de su potencial. Un estudio de FAUBA, INTA, ASAGIR y otras instituciones determinó que las brechas de rendimiento —la diferencia entre lo cosechado y lo que se podría lograr— oscilan entre 34% y 40% a nivel país. “La producción podría crecer con tres ajustes clave: optimizar la fertilización con fósforo (P) y nitrógeno (N), elegir cultivares de buen potencial de rendimiento y adoptar sistemas de labranza más eficaces”, aseguran.
El complejo girasolero exportó, entre enero y marzo, por un valor de 328 millones de dólares, lo que representa una suba interanual del 24,7% y una participación del 3,1% en las exportaciones agroindustriales.
Hasta el 30 de abril la Secretaría de Agricultura publicó compras de girasol para la campaña 2024/2025 por MT 2,48 (50,6%más que las registradas el año anterior).
¿Los precios? En Quequén se pagan 300 dólares por tonelada y en Rosario 343.800 pesos por tonelada (unos 306 dólares) más bonificación por contenido de aceite.