Por supuesto que la producción de soja siempre fue una carta importante en el proyecto, pero cumpliendo un rol dentro de una rotación. “Para hacer suelo debemos rotar gramíneas y leguminosas”. En la primera campaña cosecharon 3.500 kilos por hectárea de la oleaginosa. No tenían germoplasma adaptado para esas latitudes, había que ir encontrándole la vuelta. Y lo hicieron: hace dos años alcanzaron los 6.400 kilos promedio en un manto de 8 hectáreas. “Cuando el suelo reconoce la rizodeposición, la mejora es continua”, explica el productor.
La rotación actual, por la cual todos los ambientes ya pasaron por lo menos tres veces, consiste en maíz, soja de primera, trigo y vicia como cultivo de segunda. El sistema se completa con una pata ganadera, aprovechando la vicia y los rastrojos de maíz para alimentar vacas y terneros en recría.
Es que en total cuentan con unas 30.000 hectáreas de las cuales solo 400 se dedican a la agricultura bajo riego -200 de ellas en 3 pivots, 180 hectáreas bajo riego con manto (con compuertas australianas de alto caudal) y 22 hectáreas regadas por goteo enterrado, un sistema que por el momento les está causando algunos dolores de cabeza por la presencia de roedores que comen las mangueras-.
El último verano sembraron 130 hectáreas de soja, 130 de maíz (se cosecha en estos días) y 130 hectáreas de vicia implantada a fin de enero sobre trigo.
“De soja este año logramos un promedio general de casi 4.500 kilos con lugares que superaron los 5.000 kilos por hectárea. Estamos muy satisfechos por la sustentabilidad que deja en el sistema”, dice el Mazzieri.
En la Patagonia, la soja se siembra a 35 centímetros entre hileras, con una densidad de unas 350.000 semillas por hectárea. Se utiliza un grupo de madurez 2.9 y la ventana de siembra está entre fin de octubre y el 5-10 de noviembre como muy tarde. Una práctica importante previa a la siembra en esa latitud es minimizar la cantidad de rastrojo de maíz o el volumen de vicia a partir del pastoreo, para evitar la mortandad de plántulas por efecto de las heladas. Las semillas reciben doble inoculación y se fertiliza con 60-70 kilos de superfosfato simple a la siembra. Luego se riega para complementar las lluvias hasta alcanzar como mínimo los 750 mm totales de agua en la campaña. En algunos casos especiales, de acuerdo con el potencial que presenta la campaña, el aporte hídrico puede llegar hasta los 900 mm.
El rendimiento objetivo en soja es de 5 toneladas por hectárea. De maíz, el potencial productivo es de 18 toneladas pero hay que calcular que el 20 por ciento se lo comen los jabalíes, por lo que lo normal es cosechar 12-13 toneladas, y de trigo, hasta 9-10 toneladas por hectárea, y casi todo el grano se manda al puerto de Bahía Blanca, a 350 kilómetros de Conesa.
La vicia, que está aportando 5.000 kg/MS por hectárea, se aprovecha con animales. Mazzieri y compañía hacen cría con recría corta a corral. Las hembras quedan para la reposición y los machos se venden con 260 kilos. En total tienen 1.000 vientres, de los cuales 350 acompañan en la rotación agrícola y las restantes están desparramadas en el monte (una vaca cada 15 hectáreas).
El productor explica que se trata de una ganadería de monte muy atada a los ciclos naturales y los eventos climáticos. Por ejemplo, cuando pasan 30 días sin lluvias, los animales bajan a las aguadas y es entonces cuando se aprovecha para encerrarlos y realizar las labores sanitarias y de manejo. No hay servicio estacionado, el destete es de apenas el 50 por ciento y la productividad testigo es de 5 kg/Ha por año. Pero cuando entra la combinación con la agricultura bajo riego los números mejoran sustancialmente. Y Mazzieri asegura que el potencial para hacerlo es enorme.
“El río tiene agua para regar 350.000 hectáreas sin bajar de un caudal de 350-400 metros cúbicos (m3) por segundo, que sería el mínimo sustentable”, dice, y luego detalla que el caudal promedio del Río Negro es de 900 m3 por segundo y que para regar mil hectáreas se necesita un metro cubico por segundo. “Es una locura no hacerlo. No nos podemos permitir semejante derroche”, remarca.
Entre General Conesa y Choele Choel, sobre el Río Negro, en la provincia homónima, entre commodities y cebolla hay no más de 10.000 o 15.000 hectáreas regadas. “Acá con riego hay más productividad y estabilidad que en el sudeste cordobés, entonces empezás a mirar al agua como un seguro de inversión”, dice Mazzieri.
Según sus cálculos, el milímetro de riego cuesta 50 centavos de dólar, es decir que una lámina de 800 mm son 400 dólares, que equivalen a 20 quintales de trigo. Y los rindes pueden superar largamente los 60.