Sociedad
Oscar Gallardo llegó a Balcarce hace más de una década. Nació en San Martín, en la provincia de Mendoza, y desde muy pequeño tuvo que luchar por sobrevivir en un país donde la estabilidad laboral es un bien tan preciado como la vida misma. Hace 12 años un trabajo temporal en una empresa privada hizo llegara a Balcarce donde conoció a quien hoy es su mujer y madre de sus cinco hijos. Entonces decidió quedarse, pensando que aquí podría empezar de nuevo. Pero el destino siguió ensañado con él y no tuvo más remedio que convertirse en reciclador, un nombre que utilizan algunos sólo como una etiqueta vacía que busca devolverles algo de la dignidad que en parte perdieron. Estos hombres, que cada mañana, antes de que el sol asome por el horizonte, llegan hasta el sector más contaminado de la ciudad, piden mejores condiciones para poder trabajar entre la basura. Es que de las entrañas mismas del colapsado relleno sanitario extraen materiales que luego venden en chatarreras y hasta algunos alimentos, que los consumen aún a costa de intoxicarse. Allí, ante el avance de la contaminación, todos son vulnerables y potenciales víctimas. Esta semana Oscar Gallardo sufrió una grave herida en su mano derecha al intentar retirar el contenido de una bolsa de una empresa que, además de desperdicios, tenía copas rotas sin estar debidamente identificadas. El corte afectó un tendón y lo obliga a estar con su mano enyesada por varios días. Pero lo que le ocurrió a Oscar era algo previsible. Durante 2011 las autoridades se habían comprometido a regularizar la situación de estar personas, entregándole ropa de trabajo, además de guantes que justamente eviten este tipo de contratiempos. La ropa, aseguran, nunca llegó, como tampoco los baños químicos ni el agua para que puedan higienizarse o refrescarse en verano. Según le contó Oscar Gallardo a La Vanguardia, él no quiere enfrentarse con nadie, sólo pretende que le extiendan una mano solidaria ya que durante un mes no tendrá ningún tipo de ingreso más que la asignación universal que recibe por sus hijos a través de un aporte de ANSES. “Cuando agarré la bolsa sentí el corte y enseguida me empezó a sangrar. Agarré mi chatita y me fui hasta el Hospital para que me atiendan. Yo sé que estamos expuestos a este tipo de riesgos pero no podemos seguir trabajando sin la ropa necesaria o mínimamente un par de guantes. La gente de la Municipalidad me ha dicho que me va a ayudar pero en 25 días, no antes, pero yo no puedo esperar. Le agradezco al intendente lo que pueda hacer, ya que tenemos que comer y mis hijos tienen que ir a la escuela. Por eso sigo yendo al basural, y hago lo que puedo pero con una mano, aunque el médico me lo ha prohibido por que dice que la herida al ser tan profunda puede infectarse. No soy tonto y sé que esto que me dice el doctor es cierto, pero no puedo dejar a mi familia a la deriva”, explicó Oscar mientras habla con este diario en la cocina de su humilde vivienda.
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