Hace más de un año muchos balcarceños confiábamos en que la pandemia nos mejoraría como sociedad, pero la realidad actual nos confirma que no hemos cambiado demasiado, tal vez sí en lo individual  pero no en nuestra respuesta comunitaria, el prójimo pareciera no ser otro humano como nosotros, el prójimo no está interesando, no se está tomando consciencia de que ese otro es una extensión de nosotros mismos, la situación de ese otro es lo que permitimos, generamos y avalamos, en el peor de los casos esos otros son las oportunidades que limitamos y la negligencia con que no los cuidamos,  son  los que nos provocan - lamentablemente-  indiferencia; hay mucha gente que no se encuadra en esta característica, es la que sabe que solos no nos salvamos,  es la que sostiene los cuidados por sí y por los demás, es la que se expone con precisos protocolos para ayudar a gente que no puede cubrir sus necesidades como consecuencia de esta situación pandémica, pero me preocupa lo otro, la irresponsabilidad humana que se sustenta en la incapacidad de ponerse en el lugar del prójimo y como parte de un entramado social que nos necesita a todos responsabilizados  con el mismo objetivo de salud, jamás entendieron que en este universo social que es Balcarce podríamos estar sanitariamente  mejor si nos viéramos sin tantas diferencias y entendiéramos de una vez por todas que las divergencias de ideologías políticas sirven de poco cuando lo que vale oro es la unidad con coherencia ante lo necesario y en este caso urgente como lo es la salud de un pueblo. Voy a ser absolutamente clara: cuando hablo de irresponsabilidad humana digo: política y ciudadana, porque desde ambos sectores hubo deberes que asumir. No estoy de acuerdo con quienes piensan que la situación sanitaria de los balcarceños por el Covid  fue producto solamente de errores; los errores son involuntarios, todos podemos cometerlos y tienen que ver con la representación de la realidad y de lo correcto que cada uno de nosotros tenemos.

 

¿Hubo errores?...por supuesto desde la convicción que son parte de lo humano, yo también los cometí durante toda mi vida, pero cuando en las decisiones que tomamos y en las acciones que desplegamos hay conocimiento del daño que provocamos y actuamos a sabiendas de lo que vamos a generar, ya no podemos hablar de errores, porque hay voluntad, hay intención y a veces hay un pensamiento egoísta, selectivo y ventajero.

De los errores aprenderemos, de lo intencional debemos hacernos cargo y no disfrazarlos de errores, exponiéndolos a la consciencia  para no volver a cometerlos y pidiendo perdón a un Balcarce que comunitariamente merece y puede ser diferente; la arrogancia no sirve, la altanería menos, el culpar al otro de todo lo malo es ridículo. 

 

Soy parte del pueblo y pude comprobar que muchos ciudadanos hicieron  las cosas mal sabiendo lo que hacían, la irresponsabilidad la vi de muy cerca, la vi en muchos espacios, también en mi propio barrio y pasando por mi vereda, escuché a gente de mi propio entorno burlándose de lo que los médicos  nos alertaban, me dieron mucha bronca las manifestaciones antivacuna y anticuarentena  sin ningún fundamento más que el de hostigar a un gobierno que en la peor crisis económica recibida debía enfrentar una terrible pandemia, me dieron bronca  los barbijos muy mal colocados, lo mismo saber sobre  los encuentros sociales en el cerro, en viviendas particulares  o en el autódromo; a la par de todo eso  los controles me parecieron tibios y focalizados durante un tiempo a un solo sector de la ciudad,  percibí lentitud de  decisiones políticas  con  la presencialidad escolar ante el avance  de la segunda ola,  apoyé la  reiniciación de la actividad comercial porque fue en los comercios donde más vi el respeto por el protocolo y tenían razón los comerciantes al decir que los contagios se generaban en otros lugares,  me emocioné ante la solidaridad de tanta gente para mejorar los insumos del Hospital pero me acordé de algunos políticos avalados por lugareños que negaban las necesidades no cubiertas en salud. 

 

Se nos han muerto muchos balcarceños, a todos nos duelen las muertes, hay familias a las que más dolor no les cabe porque han perdido a varios de sus integrantes, ni hablar de los jóvenes  que no podrán conocer a sus hijos,  todos los días se muere gente sexagenaria como yo, se está enfermando gente menor de cincuenta años, los de mayor edad se mueren agonizando porque no resisten la enfermedad después de haber dedicado todas sus vidas al trabajo, hay tristeza, hay miedo, lo he sentido muchas veces ante este avance invisible de las nuevas cepas, pero sí es visible lo que hacemos y eso puede mejorar…es ahí donde lo que va a ser resiliente va a ser la confianza en que podemos decidir y actuar de mejor manera para   sobreponernos de lo peor que nos ha pasado en materia sanitaria, con la dignidad y la paz de consciencia de habernos corregido, evitando hacer lo que sabemos que causa un profundo daño sanitario.