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Sociedad

Del archivo de LV: La Torta: una destrucción que todavía nadie perdona
13-06-2021

Estaba en la Plaza Libertad. Fue sede de la Asociación de Fomento y Turismo. También allí se dictaban clases de dibujo y pintura. Se la destruyó en 1945. La razón oficial esgrimida tuvo que ver con supuestas “reuniones nocturnas” en ese interior.

 

Héctor Ángel Martorello contó hace años en una nota publicada por La Vanguardia que fue testigo de un hecho que terminó siendo histórico. Tenía entonces 13 años y quizás no alcanzaba a comprender por qué se privaba a los balcarceños de entonces y a los futuros de esa obra. Puede que también haya pensado que había algo más que el motivo que se adujo. Lo mismo seguramente imaginaron muchos, muchísimos de los que circulaban habitualmente por el centro de la plaza Libertad o concurrían a las clases de dibujo y pintura que se dictaban en el interior de la Torta. Así popularmente se la llamaba, cuentan, cuando fue construida como parte de la remodelación de la plaza Libertad. Recordó en aquella nota publicada hace años que la razón esgrimida tuvo que ver con supuestas “reuniones” nocturnas en ese interior. En la mente, el corazón de la gente -y también la historia- quedó que haberla sacado del paisaje del principal paseo público de la ciudad fue un disparate. Un paseo que hace años tenía, como hoy, la pirámide que sostiene el monumento a la República, pero árboles bastante más pequeños. Es decir, era una plaza todavía “pelada”. En torno a esa pirámide estaba la muy atractiva y blanca Torta. Funcionaba allí la Escuela Profesional Argentina N° 1, que la profesora de dibujo y pintura era Nelly Tosi y también que en un principio se había proyectado que hubiera una confitería. Pero no se llegó a darle ese otro destino, porque –se cree- no podía aprobarse la iniciativa para ese local bajo el monumento republicano. Lo cierto es que fue construida con lo mejor posible. Se ha escrito que su interior era lujoso, con mármoles importados y tenía espejos biselados. Nilda Borselli de Duffard, apreciada vecina a quien todos nombran Nelly, fue una de las chicas de 15 ó 16 años que era alumna de la profesora Tosi. Ella es hija de Antonio Borselli, uno de los tantos santafesinos que desde Arroyo Seco vino con su esposa a radicarse a Balcarce atraído por la producción de papa. La Gaceta Conservadora editada por el Partido Conservador Principista de la provincia con motivo de una elección, publicó una foto de la construcción agregando que era sede natural de la Asociación de Fomento y Turismo. También señaló que se hacían exposiciones plásticas y puntualizó que la demolió “el comisionado atómico de la UCR”, que ejerció el cargo desde febrero a diciembre de 1945. Domingo E. Martínez fue el trigésimo cuarto jefe municipal y, ya que hablamos de la historia, quedó con ese apodo. Tuvo que ver obviamente con la tremenda novedad de esos años, cuando dos bombas destruyeron las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.

 

Lejos de interpretaciones con connotaciones políticas, cuando Hortensio Miguens en 1936 asumió el cargo de intendente, “su plan de gobierno se centralizó en los aspectos edilicios”.  Esa observación se refiere puntualmente a la obra pública, sin entrar en esas líneas en consideraciones sobre la restante gestión de gobierno, los derechos de los ciudadanos y la relación de aquél con éstos.  Con un préstamo de la provincia por valor de 700.000 pesos moneda nacional y los proyectos del talentoso ingeniero y arquitecto Francisco Salamone, el programa de obras comprendió el matadero modelo,  cementerio, corralón y la reforma y embellecimiento de la plaza Libertad, entre otras. Antes el gobierno de la comuna había pedido a la provincia la construcción de la sede de la Escuela Normal. El diario La Opinión tituló en esos días que se iniciaba una nueva etapa para el progreso edilicio de Balcarce. Las historiadoras vinculan ese empuje de Miguens con el auge de construcciones en la provincia que llevó adelante, a su vez, el gobernador Manuel Fresco. “Balcarce –apuntan- cambia su fisonomía y esto llevará a que los principales dirigentes conservadores atribuyan las más importantes obras públicas del partido a su gestión”. En materia de publicaciones y cuando la gestión concluyó, en mayo de 1940, en El Liberal se hizo hincapié que la comuna tenía una deuda excesiva y que “se hicieron varias obras, pero se ha incurrido en gastos  suntuarios que insumieron sumas crecidas”.

También se indicó que “la inversión no guarda relación con la urgencia que tales obras pudieron revestir”. Aquella deuda alcanzó a 1.319.728 pesos moneda nacional, según se dijo. Cinco años después y por orden municipal desapareció la Torta.

 

 

 

Salamone arrancó en Balcarce y no paró                   

 

Se ha escrito que Francisco Salamone –así se denomina hoy el Centro Cultural que lleva su nombre y busca preservar el patrimonio histórico de la ciudad- va teniendo de a poco el reconocimiento que se merece. Ingeniero y arquitecto nacido en Italia, proyectó y ejecutó casi 70 obras públicas en treinta ciudades de la provincia. Y también se ha apuntado que el comienzo de su elogiada obra fue Balcarce. “Y de ahí no paró –explican- siguiendo por Rauch, Laprida, Pringles, Guaminí, Alberti, Tornsquist, Azul, González Chaves, Lobería Tres Arroyos, Chascomús y otro puntos”. El colega El Día, de La Plata, ha comentado que en sus trabajos combinó elementos del racionalismo, movimientos modernistas europeos y el denominado Art Decò. Tras señalar que lo han estudiado arquitectos de todo el mundo, destacó también el diario platense “sus espectaculares edificios, las fachadas de cementerios y mataderos, puentes y plazas”. Para La Nueva Provincia, de Bahía Blanca, lo hecho por Salamone “es una de las obras más vastas, singulares y valiosas de la arquitectura argentina”. En una publicación de la Universidad Nacional de Mar del Plata, con edición de Alejandro Novacovsky, Felicidad Paris Benito y Silvia Rema, se afirma que esas construcciones “permanecen hoy como testigos irrefutables de una asombrosa epopeya futurística pampeana”. Los proyectos de todo tipo fueron ejecutados prácticamente en forma simultánea con el gobierno del conservador Manuel Fresco, de quien se ha dicho que fue su amigo. El plan de obras fue elaborado para una inversión de 120.000.000 moneda nacional desde 1936. Así fueron apareciendo palacios municipales monumentales en aquella época, cementerios con enormes portales y mataderos con características funcionales. Concluida la administración de Fresco, el profesional italiano siguió su trabajo en la Capital Federal. Se tiene entendido que allí murió en 1959, a los setenta años. En el libro de la universidad marplatense se dice, con razón, que dejó una huella en varios municipios de la provincia, como en Balcarce.

 

Las mesas de los Presidentes

 

El vecino Alberto Actis contó cuando Pocho Martorello fue requerido a medianoche de urgencia para el armado de la mesa y decoración del Club Rácing, donde al mediodía siguiente estuvo el presidente Arturo Illía. Quienes habían tomado ese compromiso, representando a una empresa marplatense dedicada a la venta de gaseosas, no conformaban para nada a la comisión organizadora del  gran festejo. Pocho salvó la situación trabajando toda la noche y, encima, engripado.  Cuatro años después se volvió a pedir sus servicios para el almuerzo que presidió Juan Carlos Onganía en el Campo de Pato, tras la inauguración de la Estación Terrena de Comunicaciones Vía Satélite. Martorello fue nuevamente decorador en otra visita presidencial. Esta vez su tarea fue elogiada en la fábrica Crespi Competición, donde almorzaron Carlos Menem  y cientos de comensales.

 

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