Sociedad
Diego Martino nació en 1976 en Balcarce y fue entregado a una pareja que hace sólo un par de años le confirmó que era adoptado. Cree que el rol de una partera pudo ser clave. Lanzó una búsqueda para conocer a sus padres biológicos. “No tengo nada, sólo mi instinto de búsqueda para saber quién soy y de dónde vengo”, le dijo a La Vanguardia.
Hay un impulso, acompañado por un sentimiento interior silenciado durante años que lo mantuvo siempre alerta. Diego Martino (42) vive desde hace cinco años con la incertidumbre cotidiana de no conocer sus orígenes, de no saber quiénes son sus padres y no puede, por lo tanto, hilvanar y vincular esas fichas sueltas de su historia personal. Diego nació el 20 de junio de 1976 en la casa de una partera en Balcarce, según pudo averiguar. “Fui entregado en adopción a un matrimonio de Mar del Plata que me inscribieron tiempo después como hijo legítimo, por lo menos así figura en mi partida de nacimiento a la que pude acceder. No tengo ningún dato de mi madre biológica, sólo que mi padre –Ernesto Martino- había estado en la Marina –era submarinista- y tenía contactos y amistados en la Base de Mar del Plata. Ese dato me llevó a mí en 2014, en el marco de una campaña de Abuelas de Plaza de Mayo junto a la selección argentina que disputaba el Mundial de Brasil, denominada “te estamos buscando”, a vincularme con ellas para intentar conocer mis orígenes. Me tomaron una muestra de sangre pero el ADN no era compatible con el banco de personas desaparecidas que ellos manejan. Fue la hija de Estela de Carlotto la que me pidió que no me de por vencido y que siguiera adelante con la búsqueda. Con mis padres adoptivos no tengo una relación fluida, es la realidad, lo que complicó aún más las cosas. Mi padre hace más de 25 años que se fue a vivir a Valencia, España, y mi madre –Matilde Martínez- está acá pero no quiere recordar mucho de aquellos años”, contó Diego a La Vanguardia. A través de un contacto que consiguió, Diego pudo saber que su madre biológica, mientras lo llevaba en su vientre, recibió ayuda de su madre adoptiva para los controles, alimentos, y otros gastos en aquellos meses. Mi madre biológica tenía entre 14 y 15 años cuando me tuvo, y vivía en un barrio obrero, un tanto alejado del centro. Según me contaron, mi abuelo estaba postrado o incapacitado de moverse por un accidente y era mi madre biológica –una niña- la que lo cuidaba. Cuando me tuvo, por su situación y su edad, me dio en adopción. Ella no podía tenerme y creyó que aquella decisión era la más correcta”, indicó.
Vínculos
Contó Diego que la relación de sus padres adoptivos con la partera se extendió más allá de su nacimiento. “Sé que venían cada tanto a Balcarce, se veían, y además se llamaban para las fiestas o los cumpleaños. Cuando tenía tres años, la partera –la que me trajo a este mundo- le contó a mi mamá adoptiva que mi madre biológica había dado a luz a otro varón que sería mi hermano. Esta mujer que hoy tendría entre 55 y 57 años, mi mamá biológica, tendría tres hijos. Es decir que tendría dos hermanos menores que no conozco”, explicó Diego en un duro y conmovedor relato.
Búsqueda
Gracias a un compañero de trabajo, a principio de este año Diego viajó a Balcarce para comenzar una búsqueda que no sabe qué final puede tener. “Recorrí el centro, hablé con el hijo de la partera que está delicada de salud y la verdad que no me pudo ayudar mucho. También estuve en el Registro Provincial de las Personas donde me dijeron que todos los registros de 1976 a 1985 se mandaron a digitalizar a La Plata. Igualmente pidieron una copia de los originales y ahí pude obtener el acta de nacimiento. El pasado fin de semana hablé con varias personas –vecinos de aquellos años- que me están ayudando y se están moviendo en la búsqueda que ahora comparten conmigo”, enfatizó.
Lo último
En los últimos días, Diego volvió al Barrio Obrero para reunirse con los vecinos que hoy habitan la zona. “Fue increíble. Todos se comprometieron con mi historia y me abrieron los brazos. Juntos, hicieron una suerte de relevamiento histórico y casi sin pensarlo empezaron a surgir datos que ahora trataré de chequear de alguna manera. Hay nombres, datos, y situaciones que ahora intentaré recrear de alguna manera para poder dar un paso más y avanzar con mi búsqueda”, afirmó.
Tres millones
En la Argentina, como Diego, hay más de tres millones de personas que desconocen su verdadera identidad: han sido entregados al nacer, robados, vendidos y la mayoría se enteró de adulto, según distintas organizaciones que se dedican al tema. Los grupos se mueven por las redes sociales, se pasan datos, fotos, videos. De todas maneras, muchos de los que buscan sus raíces se encuentran con escollos que ningún adelanto tecnológico puede resolver: cuando fueron entregados no quedaron registros, sus partidas de nacimiento son apócrifas, hay sanatorios que desaparecieron, los obstetras y las parteras han muerto y sus padres adoptivos también o prefieren seguir guardando silencio. La búsqueda se vuelve un laberinto de obstáculos repleto de secretos familiares.
Las redes como radar
En Facebook hay varios grupos: Raíz Natal, ¿Quiénes somos? Búsqueda Verdades Infinitas, Herman@s y Madres del Alma, Completando mi historia. Julieta Terrile, de Raíz Natal, cuenta que la ONG nació en 2002 y en estos años han pasado por ella unas diez mil personas. “La mayoría todavía no sabe su identidad porque fueron adoptados ilegalmente. Antes en Argentina no existía el derecho a la identidad, y para la sociedad era un tema tabú”, reflexiona.
Banco genético
En Argentina existe el banco de datos genéticos de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) y tiene que ver con los robos de bebés de la última dictadura militar. Es decir, quienes nacieron entre 1976 y 1983 pueden acercarse a Abuelas de Plaza de Mayo para comparar su ADN con la base de familiares que buscan a sus parientes apropiados. Pero quienes están fuera de ese período no tienen de dónde aferrarse. Claudio Avruj aseguró: “Desde la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación queremos ampliar el concepto del derecho a la identidad a todas estas personas, mamás, hermanos, hijos y familias que buscan hace años completar su historia y sus afectos. Para eso, estamos comenzando a elaborar un proyecto para ampliar las competencias de la CONADI para que incluya en sus investigaciones los casos que no tienen que ver con delitos de lesa humanidad”. En tanto, la Secretaria de Niñez, Adolescencia y Familia tiene el Programa Derecho a la identidad y Búsqueda de Orígenes, abierto a quienes busquen información de sus orígenes o de familiares.
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