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Sociedad

El empresario que le prestó cheques al camarista Freiler explota tierras en Balcarce
27-08-2017 Con ese dinero, el camarista, compró un Mercedes Benz. Polémica. Foto: La Nación.
El camarista federal Eduardo Freiler, investigado por el Consejo de la Magistratura por sospecha sobre un supuesto enriquecimiento ilícito, compró un automóvil Mercedes Benz con 12 cheques de una ignota fábrica de pastas de La Plata, cuyo dueño resultó beneficiado en una millonaria investigación sobre narcolavado en la que intervino el juez, según reconstruyó el diario La Nación sobre la base de testimonios de una docena de jueces, fiscales, secretarios, abogados, testigos e involucrados y la revisión de expedientes judiciales.  Según se conoció esta semana, Freiler compró una cupé Mercedes Benz C 250 Blue Efficiency, color negro, en enero de 2013. La adquirió en Automotores Juan Manuel Fangio SA, que aceptó el pago de su valor en parte al contado y el resto con doce cheques mensuales de poco menos de $ 7000 cada uno. Esos cheques, sin embargo, no los libró Freiler. Salieron de la fábrica de pastas Establecimiento DF SA y los firmó su dueño, Raúl Alberto Mingini, un empresario oriundo de Mar del Plata y radicado en La Plata que acumuló varios tropiezos con la Justicia, pero que salió beneficiado de un expediente en el que había intervenido Freiler. Raúl Alberto Mingini comenzó a desarrollar una fábrica de pastas sobre la avenida 32. Y llegó a venderles a cadenas medianas y grandes de supermercados. Pero afrontó varios pasos por Tribunales. Por un lado, debió lidiar con un concurso de acreedores por deudas millonarias. “La cadena Eki tuvo problemas y me dejó colgado con cuatro millones de pesos que tuve que ir devolviendo como pude, mayormente a mis proveedores.” Y, por el otro, debió acudir a Comodoro Py para pelear por un campo en nuestra ciudad del narco mexicano Amado Carrillo, más conocido como “el Señor de los Cielos”, sobre el que Mingini afirmó tener una hipoteca. En Argentina, Carillo había recurrido a un empresario, Ángel Salvia, para lavar a través de departamentos y campos. Pero Salvia intentó quedarse con lo ajeno. Apareció muerto a balazos, arriba de una camioneta del Grupo DF. “Salvia no era amigo mío; él era el capo de la mafia”, aclaró Mingini, que inició un largo recorrido judicial para quedarse con la estancia Rincón Grande, en Balcarce. Para eso, presentó pedidos ante el juez de la causa, Rodolfo Canicoba Corral -se lo negó-, y recurrió a la cámara, donde Freiler y otro camarista, Eduardo Farah, también le dijeron que no. Llegó hasta Casación, donde admitieron su pedido, aun cuando luego el Tribunal Oral Federal N° 6, al dictar condenas a los narcolavadores, lamentó y criticó esa decisión por el millonario perjuicio al Estado. Para entonces, Canicoba Corral había sido apartado de la causa y el juez subrogante Octavio Aráoz de Lamadrid tomó el expediente, que pasó reiteradas veces por las manos de Freiler. Hoy, Mingini sigue sin inscribir la propiedad de Rincón Grande, pero sí tiene su explotación, aunque debe rendir cuentas a la Justicia.
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