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Sociedad

Monseñor Gabriel Mestre se convirtió en el nuevo obispo de Mar del Plata
27-08-2017 Con inmensa alegría, miles de fieles, un centenar de sacerdotes, 17 obispos presentes y un cardenal; se realizó ayer la ordenación episcopal.
Con inmensa alegría, miles de fieles, un centenar de sacerdotes, 17 obispos presentes y un cardenal; se realizó ayer la ordenación episcopal y toma de posesión del nuevo obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Mestre. Es el séptimo obispo de la historia de la diócesis, el más joven y el primero que es marplatense. La ordenación estuvo a cargo de monseñor Antonio Marino, obispo emérito de Mar del Plata y fue co-consagrada por monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, Juan Alberto Puiggari, arzobispo de Paraná; monseñor Ramón Dus, arzobispo de Resistencia y monseñor Joaquín Sucunza, obispo auxiliar de Buenos Aires. La celebración comenzó a las 16, monseñor Gabriel Mestre ingresó con los sacerdotes y se sentó delante y a la derecha del altar. Luego se leyó la bula papal en la que el papa Francisco nombró a Mestre como nuevo obispo de Mar del Plata. Finalizado el evangelio, monseñor Marino pronunció la homilía. “Esta diócesis vive hoy una hora memorable, con ocasión de la ordenación episcopal de uno de sus presbíteros, hijo de esta ciudad, quien también dará inicio a su ministerio como séptimo obispo de Mar del Plata”, inició diciendo el actual obispo emérito de la diócesis. “Querido Gabriel, dar la vida por el rebaño confiado implica la fortaleza del pastor. Nunca se descarta el martirio de la sangre, pero en su modalidad cotidiana dar la vida coincide con el heroísmo oculto y sin aplausos, sobrellevando dificultades cuya solución sólo el Cielo puede dar”, resaltó y finalmente expresó, “en el sexagésimo aniversario desde su creación, la diócesis recibe un gran regalo y no podría yo recibir mejor obsequio que concluir mi gobierno pastoral ordenando obispo a uno de sus hijos. Luego de ungir tu cabeza con el crisma, te entregaré el libro de los Evangelios, el anillo de tu desposorio con la Iglesia y la mitra, símbolo de la santidad de este oficio. Por último, te haré entrega del báculo, signo del gobierno pastoral, y te invitaré a sentarte en la sede episcopal, hasta ahora ocupada por mí. En ese momento, mi misión estará cumplida y también mi gozo por haberme permitido el Señor ejecutar el mandato del Santo Padre Francisco de constituirte como mi sucesor. Te expreso aquí mi público reconocimiento y gratitud por tu fiel servicio hacia mi persona hasta el día de hoy en que el Señor te confía una misión más comprometida”.
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