Para guardar el acceso directo en el escritorio de su celular, pulse y haga clic en AGREGAR A INICIO

Información Premium Registrate

¿Olvidaste tu contraseña?

Viernes, 19 de Abril de 2024 | 2476 Usuarios únicos

Sociedad

Fue un adicto compulsivo a la cocaína y sobrevivió: “se puede salir”
21-08-2017 Su historia, vinculada al consumo de cocaína y su recuperación, son el testimonio vivo de un ex adicto, pero también de un hombre que logró sobreponerse a todo.

“La droga es un universo gigante, con su vocabulario, sus reglas, códigos, y personajes. Un mundo ilegal dentro de otro supuestamente legal que conviven sin problemas y que a la noche, cuando nadie mira, cuesta diferenciarlos”. Pablo Vela, de su libro Consumidor Final.    


La historia de Pablo Vela parece resumir muchas otras pequeñas historias a lo largo de sus 42 años de vida.  Es el espejo de un niño solitario e introvertido, hijo de padres desaparecidos en la dictadura militar por su participación en Montoneros (aunque de pequeño le dijeron que sus padres habían muerto en un accidente en España), pero también la historia de un adolescente que, cuando creció, se convirtió en un esclavo de la cocaína. De su madre sólo supo que se la llevaron primero y que había alcanzado a tomarse la pastilla de cianuro, y que a su padre lo sorprendieron con él en brazos, que le dispararon para detenerlo, pero no lo mataron en ese momento. Pablo tenía todo, lo perdió todo, pero ahora parece haber empezado a recuperar el tiempo que la droga le arrebató cuando era joven. Según le cuenta a La Vanguardia, "cuando pienso en mi infancia recuerdo que siempre me sentí atrapado por el miedo. Lloraba de miedo, todas las noches. De noche escuchaba que nos abrían las puertas, cuando los vidrios temblaban por el tráfico de la avenida, sentía que nos estaban atacando. Me pegaba a la cama de mi abuelo pero igual la pasaba muy mal". Tenía 14 años cuando "pasó lo que nunca pensé que podía pasar". Su abuelo, lo único que le quedaba, también murió. Ahí se enteró que de parte de la familia de su papá- él pertenecía a una familia adinerada y había heredado un campo en Balcarce. Con esos casilleros vacíos y con esa información, arrancó su adolescencia. "La primera vez que tomé cocaína estaba en un casamiento. Le pedí a un amigo que me convidara un porro y él me dijo que tenía en el bolsillo de un jean que estaba en el auto. En el bolsillo había porro pero también un papel de cocaína. Agarré uno con cada mano y dije: "bueno, habrá llegado la hora'. Yo sabía que eso me iba a pasar. O mejor dicho, yo sabía que iba a hacer que eso pasara", cuenta. La adicción acababa de fecundarse. Me fui a vivir solo y empecé a drogarme. Después empecé a drogarme más. Después solamente me drogaba". Fue en 2004 que lo supuestamente controlado se descontroló. "Ya no podía administrar el campo, no tenía ganas de ir al contador, dejé la facultad, dejé de contestar el teléfono", cuenta como parte de una historia de altibajos emocionales, de pendientes y bajadas tan bruscas que le costaba cada vez más volver a la realidad que lo rodeaba. 

-¿Por qué decidiste empezar un tratamiento?-Porque sentí que era el momento. Me dijeron andá y probá y si va mal lo dejas. Así que empecé el tratamiento, tuve que aguantármela sobre todo los primeros tres meses que fueron muy bravos. Estuve internado en una granja, en una comunidad terapéutica  en Tortuguitas y después le fui agarrando la mano, me fui acomodando, me empecé a sentir un poco mejor y que se yo, después apareció Belén, que es mi actual mujer y eso fue como que a mí me ayudó un montón para poder seguir porque dije: con Belén vamos a formar una familia. Era muy rígido el tratamiento y mi camino era siempre hacerles caso. Fueron 15 meses ahí y  yo hice caso, hice caso, hice caso, tuve mucho acompañamiento que es la clave del tratamiento de mi familia y mis amigos pero absolutamente era clave y que ellos me pusieran límites.

-¿Cuándo entendiste que en definitiva estabas saliendo y dejando atrás el consumo?-Yo nunca tuve ganas durante el tratamiento de consumir, quizás porque estaba hastiado de tomar, fumaba cinco atados por día de cigarrillos, y no tenía ganas, me costaron otras cosas pero no tenía necesidad de consumo. Cumpliendo todo es como fueron saliendo las cosas y mis amigos también se comprometieron a cumplir y hacerme cumplir las reglas. En el tratamiento necesitas una razón para seguir, no sólo por el tratamiento sino para que cuando salgas cumplas con lo que te propusiste. Yo me propuse retomar la administración del campo acá en Balcarce, afianzar mi relación con Belén y ahora disfrutar de mi hija de un año y dos meses,  o sea todos los meses lo que yo soñé se fue cumpliendo. Ese fue mi motor, siempre.

-¿Tuviste recaídas después del tratamiento?-No, ninguna y tampoco tomé alcohol, eso por decisión propia. Ya  llevo siete años y algunos meses sin consumir. Evidentemente se puede salir.

-¿En algún momento estuviste al límite o al borde de morirte por el consumo?-No, pero sí me ha pasado estar en una villa en la noche o ir a buscar droga en algún lugar medio pesado  y pasarla mal. Tengo una anécdota; una noche se apareció un perro en el medio de la calle en un barrio bastante pesado de Bariloche y yo pensé que el perro se iba a correr y no se corrió, y lo atropellé. Quise frenar para correrlo de la calle, y ahí escuché los tiros y uno pegó contra el auto, por lo que no nos mataron de casualidad. He consumido mucho, demasiado, pero nunca estuve al borde de la muerte, y si lo estuve la cocaína hizo que no lo recordara.

-¿El sentido del libro es ese también, el mensaje que se puede salir del consumo?-Sí, pero también el mensaje es que sólo no se puede salir de las drogas. Necesitas de la familia, de gente que te acompañe y necesitas estímulos, pero no de los que se compran en la farmacia, sino de los que están dispuestos a dar desde el corazón.

-¿Podes decir que sos finalmente un adicto recuperado?-Sí, yo te contestaría que no soy un moralista ni soy un militante del no consumo. Creo que la gente tiene que tener la posibilidad de poder elegir, de tomar elecciones, pero deben saber que todos los actos y todas las decisiones que tomamos tienen su consecuencia. Si van a consumir sepan que tienen consecuencias como lo tiene el no consumir, que tiene otra. La consecuencia no lo veo como algo malo, no, uno elige. Yo cuando doy un consejo hablo más de los padres que pueden actuar a tiempo, y me quedo con esta frase para los pibes: “hace boludeces pero no seas boludo” ese podría ser un mensaje. También había un aviso de leche que me gustaba mucho: “Y si ponemos de moda algo que nos haga bien”. Me quedo con eso.


Consumidor final: su libro
Fue en 2013 cuando Pablo empezó a escribir en un bar de Palermo su historia que, más tarde, le dio vida a su libro: Consumidor final. Escribió 190 páginas y allí expuso su vida como nunca antes, con la intención de cerrar un capítulo y dejar un mensaje que, pese a todo, está cargado de esperanza.

Más Noticias
ver historial de noticias
Publicidad
Publicidad

Contactanos

Crear Cuenta

Tengo Cuenta

Ingresar a Cuenta

Recuperar Clave

Generar Clave Nueva

Ingrese y confirme nueva clave