María Eva Espil vive junto a su esposo en su casa de calle 16, entre 3 y 5. Una enfermedad –la artritis reumatoidea- la tuvo postrada durante 16 años. Durante ese tiempo luchó, realizó tratamientos, se sometió a estudios y vivió momentos muy difíciles. Eva sufre una enfermedad que afecta a las articulaciones y genera deformaciones en el cuerpo, sobre todo en los brazos y las piernas. “Yo comencé con un dolor muy fuerte en uno de los dedos del pie, pero los médicos no daban con la enfermedad, hasta que logré dar con el doctor Álvarez, que me derivó con un colega de Mar del Plata, que logró determinar que tenía este tipo de artritis, y desde ahí que comencé con el tratamiento. Por suerte no estaba avanzada y no llegó a deformarme el cuerpo”, expresó Eva. Pasaron 16 años en los cuales la abuela debió padecer muchísimo malos momentos y donde la esperanza de una recuperación se desvanecía por el avance de la enfermedad.  “La pasé muy mal, me la pasaba en la cama, no aguataba más, y no había calmante que alcanzara. De la cama, me sentaban a una silla de ruedas, y de ahí a la cama porque esta enfermedad te quita toda la fuerza”, manifestó. Eva además tiene osteoporosis, una enfermedad que ataca a los huesos y los debilita, y hace dos años cuando intentaba volver a caminar, se quebró y eso frustró el momento tan anhelado. “Yo sé que siempre tendré que andar con el andador, por la osteoporosis, pero ya el poder movilizarme sola me llena de alegría”. La abuela de 12 nietos, expresó que fue la kinesióloga Cristina Mussi, quien logró convencerla de comenzar un tratamiento para dar sus primeros pasos después de tanto tiempo. “Era llorar de emoción, al verme estar caminando de vuelta. Yo lo que más quería era poder disfrutar de mis nietos, y no poder hacerlo me amargaba mucho, pero ahora la vida me sonríe y voy a poder estar con ellos mucho más tiempo”, dijo.  

Artritis reumatoidea. Es una enfermedad inflamatoria sistémica autoinmune, caracterizada por una inflamación persistente de las articulaciones, que típicamente afecta a las pequeñas articulaciones de manos y pies, produciendo su destrucción progresiva y generando distintos grados de deformidad e incapacidad funcional. Aunque el trastorno es de causa desconocida, la autoinmunidad juega un papel primordial en su origen, en su cronicidad y en la progresión de la enfermedad. La enfermedad se asocia con la presencia de autoanticuerpos (particularmente el factor reumatoide y los anticuerpos antipéptidos cíclicos citrulinados).