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Sociedad

La increíble historia de Darío y un encuentro que esperó 42 años
22-01-2017 A los 15 años se enteró que era adoptado. Sus hermanas biológicas lo ubicaron después de una búsqueda en las redes sociales. Una partera fue clave. Una historia increíble. Foto: La Vanguardia.

La historia de Darío De Santis (42) es una historia de encuentros y desencuentros. De amores y desamores. Y es también parte de un relato que hoy le permite reescribir quizás el capítulo más importante de su vida. Cuando nació en el Hospital de Ayacucho su madre lo dio por muerto y lo abandonó.  Un matrimonio –integrado por Ana María Linares y Héctor de Santis- lo adoptó como hijo del corazón. Pero fue recién a los 15 años cuando se enteró que era adoptado. Estudiaba en la Escuela Secundaria N° 3 –ex Nacional- y una tarde cuando buscaba un plano de su casa en un viejo ropero para un trabajo práctico que había ordenado el profesor halló ese documento que había motivado su búsqueda pero, casi de casualidad y al mismo tiempo, encontró un certificado de adopción. Cuando lo abrió y lo leyó se dio cuenta que el nombre que figuraba en ese papel ya resquebrajado por el paso del tiempo era el suyo. Fue una sorpresa y un shock pero enseguida lo asimiló. “Después de una semana, y luego de una conversación con mis padres del corazón, me dijeron que era verdad. Todo quedó ahí porque mis viejos son mis viejos y nunca más se habló del tema. Al margen de saber que era adoptado  mis viejos eran ellos y nadie más”, asegura. Darío nació en Ayacucho pero vivió desde los tres años en Balcarce hasta que hace unos días una joven que lo conoce y que sabía de la búsqueda de sus hermanas le preguntó si era adoptado y le contó que intentaban localizarlo. “Me dijo “¿queres contactarte con ellos?” y le dije que sí.  Ese mismo día por teléfono me contacté con mi hermana Claudia, de Necochea, y con mi otra hermana de Ayacucho. Hablamos varias veces  y al fin de semana siguiente viajé a conocerlas. Me encontré con las dos y al poquito tiempo con mis hermanos aquí en Balcarce”, contó Darío a La Vanguardia. En esta historia la red social Facebook fue determinante. Esa fue la plataforma de búsqueda de las hermanadas de Darío que finalmente pudieron dar con él y reencontrarse después de 42 años.

Abandono. Dice Darío, con cierta tristeza, que la que fue su madre lo tuvo y lo abandonó. “Ella dijo que yo había fallecido, pero en realidad me abandonó. Soy el más chico de todos, entre mis hermanos se conocían pero no a mí porque ella no lo hizo público ni lo mencionó nunca”. La búsqueda de sus hermanas comenzó también por la necesidad de encontrar la verdad y saber de su hermano. “En la libreta de casamiento de los que eran mis padres figuraba mi nombre. Si yo hubiera fallecido, como dijo mi madre, tendría que estar la notificación de defunción cosa que no pasó ni nadie nunca la aportó. Así que mis hermanas averiguaron en el Registro Civil de Ayacucho y no había nada, entonces concluyeron en que yo vivía y que estaba en el algún lado. Publicaron por Facebook e increíblemente la enfermera en Ayacucho que atendió a mi madre cuando yo nací se dio cuenta por el nombre que esa historia la conocía. Así fue que decidió contar que en ese momento había un matrimonio de Balcarce en mi nacimiento y se dio cuenta de que era yo. Ana Graciela Luna,  podríamos decir sin temor a equivocarnos, que fue la que destapó e inició todo, así que gracias a ella pude reencontrarme con mis hermanos”, contó Darío.

El encuentro. “Viajé a Necochea a conocer mi hermana,  y ese mismo fin de semana viajó mi media hermana que vive en Ayacucho y ahí nos conocimos. Al poquito tiempo conocí a mis dos hermanos en Balcarce y tengo un hermano mayor que falleció. La verdad fui a la deriva porque no sabía con qué me iba a encontrar, lo mismo les pasaría a ellas, pero fue una alegría enorme. Mi hermana Claudia de Necochea es igual a mí, mi otra hermana no es tan parecida pero fue una alegría encontrarla también ya que ha sido bueno recuperar momentos perdidos que nos lo quitaron hace cuarenta años. Yo estuve pasando Año Nuevo en Necochea, estuve de vacaciones con mis hermanos de acá y nos vemos seguido, ellos vienen a cenar a casa y yo voy a la de ellos, estamos juntos, hay una muy buena relación ahora”, relató Darío.

Su madre. La madre biológica de Darío vive y tiene más de 80 años, supone, y su papá falleció. “Mi mamá cuando lo dejó a mi papá nos abandonó a todos. Hizo matrimonio de nuevo y ahí es donde nació mi media hermana y otra chica más. Mucho más no quise indagar ya que quienes me criaron son mis viejos, ellos son mis padres, llevo el apellido de ellos, De Santis, y es a quienes valoro y llevaré siempre en mi corazón. Mi apellido real es Mayo pero cuando ellos me adoptaron me cambiaron solamente el apellido. Pero todo lo que soy es gracias a ellos, mis padres viven, son los que me contuvieron, los que me contienen y lo mejor que tengo en la vida”, dijo Darío sobre sus padres adoptivos.

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