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Policiales

Pepino: la oscura historia de un violador que podría morir en la cárcel
26-07-2015 Exclusivo. La comisario Cristina Páez lo investigó y persiguió durante ocho años. El testimonio de la funcionaria policial fue revelador en el juicio oral. El violador serial fue condenado a 35 años de prisión. La verdadera y oscura historia de un caso sin antecedentes. Foto: La Vanguardia.

Hasta casi una década después de haberlo investigado no conocía su rostro, aunque sí su perfil genético y su manera de atacar a las víctimas que se repetía en cada violación. Claudio "Pepino" Napolitano (45), más conocido como el violador serial de Mar del Plata, fue condenado esta semana a 35 años de prisión, aunque este desenlace está vinculado con la historia de uno de los casos más resonantes que recuerde la crónica policial en la provincia de Buenos Aires. En 2008 la comisario Cristina Páez –actual jefa de la DDI de Balcarce- comandaba la División de Delitos Sexuales de Mar del Plata que dependía de la Dirección de Investigaciones. Ese año comenzaron a sucederse una serie de ataques sexuales que tenían una particularidad: la secuencia y las características que los definían eran idénticos. Páez sabía que en algún momento la investigación la iba a llevar a Napolitano, aunque nunca imaginó que sería tanto tiempo después. Napolitano fue detenido en mayo de 2013 gracias a que la familia de una chica violada lo encontró. Ese día, en la casa que habitaba con su mujer, la policía secuestró importante material para la causa y elementos que comprometían a Pepino con los ataques. Los investigadores encabezados por Páez, a esa altura ya habían acreditado que siempre actuaba de la misma forma: esperaba a las mujeres en los alrededores de las paradas de colectivo, las amenazaba con un arma y las llevaba a un descampado para violarlas y asaltarlas. Al allanar la casa de un familiar, encontraron elementos que habían sido robados a las víctimas. Napolitano fue detenido y esta semana condenado por un tribunal en un juicio en el que la comisario Páez declaró durante casi dos horas, aportando un testimonio que fue esclarecedor y que contribuyó a que se haga finalmente justicia. “Estoy convencida que se llegó a una pena ejemplar para un hombre que violó sistemáticamente en la última década”, le dice la comisario a La Vanguardia.  “Es muy importante resaltarlo porque hay un antes y un después para las víctimas. El shock y el cambio psicológico que sufre la mujer al ser humillada, ultrajada, y sometida, es muy grande y cambia el sentido de sus vidas y necesitan contención y ayuda profesional”, afirmó.

Violador serial
Páez es especialista en investigaciones de ataques sexuales considera que un hombre que ataca más de dos veces es considerado un violador serial. Sobre el caso de Pepino Napolitano aseguró que todos sus hechos eran consumados en la vía pública. “Buscaba chicas jóvenes y lindas –de entre 17 a 23 años-, las esperaba cuando bajaban del colectivo y luego las interceptaba. Las amenazaba con un arma, las llevaba a un descampado o una obra en construcción que elegía con precisión antes del ataque y las violaba”, sostuvo la jefe policial quien además contó el perfil “obsesivo y enfermizo” de Pepino. “Napolitano llevaba siempre varias bombachas encima. Una vez que tenía a sus víctimas reducidas, las hacia desnudar, las obligaba a posar ante él, les cambiaba la ropa interior y después abusaba de ellas. Nunca dejó rastros, aunque sí pudimos encontrar rastros en el cuerpo de las víctimas que nos permitieron establecer un patrón genético que pudimos cotejar una vez que lo detuvimos. Por su supuesto que ese cotejo confirmó que Pepino había sido el autor de  las violaciones”, contó. 

Rasgos
A Napolitano lo identificaron por su ADN pero también por otras características que aportaron las víctimas. “Él siempre llevaba un cuellito, ropa oscura, a veces tenía un gorro de lana ocultando parcialmente su fisonomía”, mencionó Páez. Después de violar a las chicas, se corría el cuellito y besaba a sus víctimas quienes en muchos casos contaron que le faltaba parte de la dentadura superior. A todas les sustraía el celular y les dejaba el chip. “Cada violador tiene un modus operandi, y siempre repite patrones como en este caso”, detalló Páez quien recordó que Napolitano de todas sus víctimas se llevaba como una especie de “trofeo de guerra”. “Una prenda íntima, una media, o una remera eran para él un botín que luego guardaba en su casa como parte de una conducta perversa y enfermiza”.
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