-¿Sigue pensando que parte de la sociedad está reina da por la  hipocresía y la falta de autocrítica?
-El que se brinda plenamente a Dios es el que conoce la verdad y es aquel que disminuye el grado de hipocresía. Ahora, aquel que cumple con prescripciones, con formalidades, ese es el hipócrita, el famoso cumplimiento, cumplo y miento, ¿entendes? Entonces a mí me parece que mostrar una fe viva, un Jesús que verdaderamente es una presencia viva y real como lo definen los sacramentos va haciendo que la persona se sane de esta hipocresía. Hay gente que viene a pedir los sacramentos para sus hijos y no les importa lo que es el sacramento, no te vienen a una reunión de padres, no los acompañan, no vienen a misa con sus hijos y me parece que eso es un poco hipócrita porque si para mamá y papá esto no es importante, entonces evidentemente esto no es importante y es el doble mensaje que le damos a nuestros hijos que es muy mentiroso. Por otro lado, te llevo a la catequesis, te llevo a misa pero yo con esto no tengo nada que ver, dicen los padres. Por eso hay una idea muy linda de un santo de la Iglesia que es San Agustín que me parece es muy aplicable a esto y que dice “nada va a hacer Dios sin nosotros”, esto es un poco para romper la fe como algo mágico, como algo que Dios impone. No, Dios se va a valer de la familia para que llegue el mensaje, Dios se va a valer de mí, de vos, de todos, y así fue como comenzó la evangelización con Jesús; fue convenciendo a los apóstoles, fue mostrándoles la verdad, los apóstoles se fueron enamorando y ellos se la fueron transmitiendo a otros pero de la propia vida no desde un concepto. San Pablo dice que “el ejemplo entra por la predicación” y la Madre Teresa de Calcuta decía que el ejemplo “arrastra”. Entonces es lo que hoy la Iglesia está buscando y lo ves permanentemente con el Papa Francisco cuando pide una Iglesia más cercana, que de más testimonio porque hay mucho hipócrita y yo lo acepto porque yo también cometo errores.

-¿Esta revolución que se vive en Roma, esta apertura que le dio Francisco a la Iglesia, cómo se traslada a un pueblo como Balcarce?
-Yo estoy un poco enojado con Francisco porque él larga frases pero no define tanto y acá abajo la cosa se te complica –risas-. Con esto de los que no pueden comulgar a los curas se les dice “no sean aduaneros de la fe, de los sacramentos” pero no te dicen “denles los sacramentos a esta gente”. Claro que es un chiste que estoy enojado con Francisco. En este momento nos estamos preparando para un gran sínodo que es el seno de las familias donde todas las parroquias responderemos un cuestionario que viene directamente desde Roma donde hay todo un estudio muy profundo de cómo llegar y evangelizar a la familia y sobre todo como la Iglesia se puede hacer más cercana a toda esta gente que está en situación irregular, por ejemplo, lo que son las nuevas uniones, casados, separados y vueltos a formar familias, es un tema complicado, no es tan simple.

-¿Usted particularmente tiene una opinión formada sobre esta cuestión?
-Sí, por supuesto, yo tengo una opinión formada pero yo como ministro de la Iglesia hago lo que la Iglesia me pide, porque yo no soy el dueño de la Iglesia, yo no soy el Papa Francisco ni tampoco el espíritu santo, entonces trato de conciliar porque si no te imaginas, esto sería un pluralismo espantoso, yo digo una cosa y el padre Pablo Bosisio dice otra, yo tengo una idea formada y la mía es que lo que prima es la misericordia de Dios pero tampoco la pavada. Hay muchas maneras de poder ser receptáculo de la gracia de Dios, no solamente a través de la eucaristía y eso es lo que yo trato en esta comunidad de mostrarle a la gente. Acá no discrimino a nadie, pero bueno, hay límites y la Iglesia como madre te enseña, por ejemplo, en el caso del sacramento del matrimonio, quién soy yo para disolver algo que Dios unió. Vos si queres hacelo, allá tu conciencia –interroga-, pero yo no me meto en eso, yo no voy a disolver jamás lo que Dios unió y cuando vienen a casarse yo lo que estoy haciendo lo creo, y cuando digo que “el hombre no separe lo que Dios ha unido”, lo creo. Yo trato de la mejor manera posible y trabajo para esto. En todas mis charlas, si son de filosofía, o de antropología o de lo que sea, hablo del sentido que tienen los sacramentos, ¿por qué? Porque sin los sacramentos no hay presencia viva y real de Jesús en nuestra vida y Jesús quiere ser algo concreto en tu vida. Jesús no es una tradición, Jesús no es un estilo de vida, Jesús no es para un vestido blanco, no, yo creo que al contrario, huye de todas esas cosas, porque esos fueron los hipócritas y los fariseos del Evangelio que vivían todos los preceptos muy puntillosamente pero pobres tipos, que les pasó, se habían alejado de Dios y se habían olvidado de amar entonces me parece que no hay mejor sacramento que este, la persona que quiere amar, que sabe que es limitada, que sabe que es imperfecta y que necesita la gracia de Dios, la presencia de Jesús que se da en los sacramentos para poder amar con ese amor de perfección que solamente lo tiene Dios. Muchas parejas llegan acá y me dicen me quiero casar porque “nos queremos” y ya está, es muy superficial  porque después la vida te plantea cosas muy difíciles y bueno, si no estás preparado obviamente que te vas a quebrar y  vuelvo a repetir, nada va a hacer Dios sin nosotros, sin nuestro consentimiento.

-Muchas veces existe la sensación de una sociedad que va por un camino más vinculado a lo material, a lo superficial, que a lo espiritual, ¿es tan así?
-No es una sensación, es así y ¿sabes por qué? Porque yo creo que en la vida nadie camina vacío y los caminos los llenas vos. El tema es que hay que ver con qué los llenas. Hay gente que los llena de Dios, hay gente que tapa todo desde lo material, hay gente que lo llena de apariencia o hipocresía, hay gente que lo llena con el dinero y otros “con otros falsos Dioses”, por eso Jesús es muy claro en el Evangelio y dice “no se puede servir a Dios y al dinero”, ¿por qué? Porque somos nosotros los que idealizamos, nosotros los que endiosamos y ¿te crees que el dinero te va a dar la verdadera felicidad?  Jesús va por otro camino, mucho más profundo, mucho más pleno donde la persona realmente se construye desde adentro y no desde lo aparente y todo lo que te falte a vos para ser feliz te lo puede dar y para eso están los sacramentos. Hoy acá están más preocupados por la fiesta de la comunión, por la fiesta del casamiento, por el vestido, por quien te lo hizo, por la calidad de la fiesta, que es todo un comercio y que tiran la plata de una manera increíble por lo que están recibiendo entonces, bueno, que quede claro, Jesús va por otro camino.

-¿Ahí la Iglesia no se merece también una autocrítica?
-Por supuesto, esto es todo ensayo y error. Hoy estoy catequizando y no estoy catequizando de la manera que más me gusta, estoy haciendo las cosas como puedo y también me equivoco y trato de mejorar por eso continuamente vamos evaluando. Desde la Iglesia, ya ves, estamos a la puerta de un sínodo de la familia, de hacer todo un replanteo de todo que es lo que Francisco está pidiendo. No hay una receta mágica, a medida que uno va descubriendo por eso yo no juzgo a nadie y creo que el mal es la ausencia del bien o sea, nadie se hace mal a si mismo, nadie se hace mentiroso a si mismo o nadie es un hipócrita porque dice siendo un hipócrita la pasa bárbaro, sino porque le falta lo otro, le falta la verdad.

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