Cuando el sol comienza a recostarse en el horizonte, cientos de pibes emergen con sus camisetas naranjas y cumplen con el ritual del lugar. Muchos llegan corriendo, deseosos de cambiarse y ponerse lo botines, mientras otros caminan a paso firme hacia el entrenamiento. Antes que nada, todos, sin excepción, saludan al profe con la naturalidad y el afecto que lo haría un hijo con un padre, o un sobrino con un tío. Al margen de los rótulos y el cartel de "competitivos" que muchos buscan colocarles, allí la filosofía del fútbol se instala como una especie de regla sagrada que se nutre básicamente de la humildad y el compromiso de unos y otros.
El profesor Damián Gonzáles Pressa (32) es el coordinador de las categorías infantiles de Los Patos Fútbol Club, una cantera de talentos, una fuente inagotable de pequeños cracks que no sólo juegan bien a la pelota sino que disfrutan haciéndolo. Los Patitos son el sello de identidad de un club que ha forjado su propio camino y representa quizás el estímulo y la esperanza más grande que tenga la institución.
Esa inmensa ola naranja de pibes que juegan al fútbol lo hacen con la exigencia de una competición exigente, pero no por eso dejan de ser pibes. El profe es el encargado de neutralizar la adrenalina exitista de los chicos y los padres y los lleva cada tanto al mundo terrenal, enseñándoles que de todo se puede aprender y sacar algo positivo, incluso de las derrotas o los campeonatos perdidos en la última fecha.
LA VANGUARDIA y PASION 5 visitaron el predio de Los Patos para conocer la intimidad de un semillero y de un coordinador que son ejemplo del fútbol infantil. "Uno aprende de todo, pero sin dudas si tengo que nombrar a uno que nos marcó a muchos; Javier Vallina. Lo tuve mucho tiempo como entrenador y para mí es un "monstruo", un adelantado en muchas cosas. Un referente. Haber tenido un profe como él de chico, cuando te estás formando, me marcó como lo hizo en esta etapa Coco Iribarren", contó Damián quien como jugador de fútbol hizo su propia carrera hasta llegar a Estudiantes de La Plata.
"Fui un año y tuve la suerte de quedar, tenía 15 años. Jugué un año, pero la verdad tenía decidido volverme, no me sentí del todo cómodo, fue una experiencia linda, porque aprendí, competí y yo buscaba eso, pero quizás no era un Club como sí lo es hoy Estudiantes. Siempre cuento que yo allá no tenía un profesor como Javier Vallina en el sentido pedagógico del fútbol. Había más material acá que allá. Hoy cambió muchísimo esa realidad. Yo era un jugador muy físico, rápido, potente, eso me ayudaba pero mi pasión pasaba por otra cosa, y cuando ves que los intereses son más económicos que futbolísticos decidí no seguir. Igualmente esa experiencia es única, tuve la suerte de jugar, aunque sigo creyendo que no caí en el Club justo, ni en el momento justo. Cuando estaba estudiando ya uno se veía como profe de fútbol, yo tenía una imagen como que me gustaban los grupos de la adolescencia para arriba. Cuando empiezo a trabajar observé cosas que por ahí hay que hacerlas antes con los chicos, entonces dije: "me voy más abajo" y como que uno va formando los jugadores más a gusto de uno.
Mi primera experiencia fue un año en Amigos Unidos con chicos de 13 y 14 años, y después me llamó Coco para trabajar acá. En ese momento vivía y conocía el fútbol en Mar del Plata, así que arranqué. El primer día estaban entrenando en la Escuela Nº 1 y estaban haciendo fútbol cuando llegué. Escuché el ruido de la pelota y los chicos, y dije "acá me quedo por mucho tiempo". Aprendí a contar hasta diez para manejarme y estar al frente de un grupo, porque cambia mucho pasar de jugador a profe. Como jugador me divertí y jugué, en cambio como profe pensás mucho, trabajas mucho toda la semana, todos los días, y no dejas ni un momento de pensar en el equipo, en mejorar cada día. Uno va inculcando a los chicos valores que tienen que ver con lo ético, la moral y la simpleza del fútbol para que los chicos te entiendan. Y los chicos son muy sabios, saben cuándo algo está bien o está mal, o sea, no se pueden pelear con el compañero, no tienen que faltar a entrenar, no tienen que mentir, no tienen que hacer cosas que estén mal y estimulo el compañerismo y solidaridad entre todos.
El equipo no puede estar bien, si uno de los chicos está mal. Acá el equipo es uno y somos todos. No estoy tan de acuerdo con que se dice ahora que cambió todo, por lo que he leído sí, cambió todo, pero en el fútbol yo veo que siguen jugando los chicos de los barrios, está el que viene y con el correr del tiempo se apasiona y otros que dejan. Sí creo que hay otra forma de vivir, quizás antes el jugador venía en bicicleta y del trabajo y hoy ves un plantel semi profesional y los jugadores parecen casi modelos de televisión. A mí eso no me molesta, por ejemplo, hoy está el celular para conectarse pero igualmente muchas veces les inculco que, entre ellos, se conecten con la mirada, con un gesto, con las palabras, porque en el fútbol es más importante lo humano que lo tecnológico", afirmó.

                                         LA ESCUELITA 

Damián Gonzáles Pressa tiene a su cargo 120 chicos. "Aunque parezca mentira, tengo las características en la cabeza de cómo juega cada uno, los conozco a todos, los tengo totalmente identificados. Es muy difícil manejar el contexto de los chicos porque si el padre o la familia es exitista es complicado, pero siempre en el fútbol infantil lo más importante es la formación, eso no quita, aunque muchos critiquen, lo trascendente que es la competencia. Tengo en claro que para mí la competencia es la escuela de vida más linda que hay.
Yo soy de la escuela de los que piensan que hay que competir ubicando la competencia en el punto justo para que te ayude a mejorar, para formarte, para tener capacidad de frustración cuando las cosas te van mal o para levantarte cuando te caes. En el fútbol un día te vas triste y otro día contento, pero lo importante es seguir jugando, divertirte, disfrutando del deporte y saber que con esfuerzo todo se logra. A mí me gusta ver que los jugadores van creciendo, trabajo sobre las necesidades del equipo e individuales para que los chicos vengan y no falten a entrenar. Tengo las categorías 2004 a 2007 y hago hincapié en la técnica, se busca el estímulo pero sobre todo con posesión de pelota; pase, remate al arco, tratar de estar siempre atentos, cosas simples pero que son el ABC del fútbol. Mis equipos intentan salir jugando de abajo, que el arquero sea un jugador más, después en los partidos si hay que rechazar o pegarle para arriba se lo hace, pero soy optimista siempre en intentar jugar y con el tiempo sale.
Probablemente este sea el mejor año del club, individualmente como profe también, ya hace varios años que estamos entre los 3 ó 4 equipos mejores de Mar del Plata en el total de las categorías, y creo que nos hemos metido en la mesa de los grandes peleando casi de igual a igual, aunque hay equipos muy poderosos pero desde lo futbolístico los hemos emparejado", destacó.

                                                   EL OCTAVO AÑO

Hace ocho años que "el profe", como lo llaman los pibes, está en el Club. "Voy para el octavo año, y estoy muy contento porque este Club te permite crecer día a día y mejorar las expectativas año tras año y eso hace que te renueves. Y uno por ahí puede andar de mal humor o cansado pero cuando venís acá y te encontras con los alumnos y te dicen "profe" te empieza a cambiar la cara, te cambia el día, es una hora y media que te cambia la energía totalmente. Si bien te cansa, te renueva la energía también, es algo muy lindo. Fuera de esto soy tranquilo, me gusta estar en casa, miro televisión y leo mucho, me gusta, y como dice Guardiola "voy robando ideas" (risas)".

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