Monseñor Eduardo Pironio fue obispo de nuestra Diócesis. Siendo cardenal, en agosto de 1978 el periodismo dijo que recibió varios votos cuando se eligió Papa a Juan Pablo I.

Fue 1968 un año importante en la trayectoria de monseñor Eduardo Pironio –más adelante cardenal-, cuando el Papa Paulo VI lo nombró secretario general del Consejo Episcopal para América Latina. La prensa afirmó que el prelado nacido en Nueve de Julio había tenido “especial actuación” en la muy importante Asamblea que el CELAM llevó a cabo en México.

Se comentó que fue  “un factor de equilibrio entre los sectores avanzados de la Iglesia latinoamericana, que aparecían como predominantes, y los minoritarios”. Cuatro años después el mismo

Sumo Pontífice lo designó obispo de la Diócesis de Mar del Plata, o

sea el territorio que comprende General Pueyrredón, Necochea, General Alvarado, Balcarce, Lobería, Mar Chiquita, Pinamar, Villa Gesell y General Madariaga, donde hoy hay 51 parroquias y 143 iglesias.

Había muerto el primer obispo monseñor Enrique Rau, creador del Instituto Universitario Libre, luego Universidad Católica Stella Maris y donde se creó la actual Facultad de Ciencias Agrarias de Balcarce. Pironio lo reemplazó con 29 años de sacerdote y siendo licenciado en Teología de la Universidad Angelicum de Roma, además de haber cumplido distintas funciones.

Así, fue nuevo obispo desde el 27 de abril de 1972 y comenzó a visitar Balcarce, como a las otras localidades de la Diócesis. Quizás

la más trascendente de esas presencias se vio en la fría tarde del sábado 14 de julio del año siguiente, cuando se escuchó su palabra en el atrio de la Iglesia San José en una ceremonia relevante en la historia de la Parroquia. Estuvieron autoridades municipales y eclesiásticas, con gran cantidad de balcarceños.

“LA VIDA CRISTIANA”

Casi un año antes había fallecido monseñor Nicasio Aníbal Durán, quien fue el cura párroco que hasta hoy ha sido el sacerdote que con mayor extensión ocupó ese cargo. Estuvo 31 años, desde  agosto de 1941 luego de Emilio Roque Paolino y antes del salteño

Francisco Raúl Peñalva. En aquel día de julio del ´72 se efectuó el traslado de los restos de Durán desde el Cementerio Municipal hasta la iglesia, donde fueron depositados.

En el frente del templo una placa recuerda ese acto, cumpliéndose así con el deseo del respetado cura que quiso descansar allí, donde infinidad de veces ofició misa, confesó, comulgó y aconsejó a miles de fieles. Pironio recordó en esa ceremonia en el atrio que Durán había vivido sus días en la sencillez y la entrega cotidiana a sus semejantes, además de destacar su vocación.

Acotó: “el misterio de una vida grande radica en seguir los preceptos. Esa es la vida cristiana”. Otros de sus conceptos fueron que “el sacerdote no se debe embanderar con un partido político, porque él es el que une” y que Durán había tenido pasión por la Iglesia en una “comunidad que tanto amó”.

Más veces vino el obispo a nuestra ciudad, señalando el diario El Liberal en una de sus ediciones que “la feligresía regional percibe claramente que, bajo su conducción, la actividad pastoral en la Diócesis ha cobrado un ritmo acelerado, haciéndose presente en muchos y variados problemas de la comunidad”.

Siguió ascendiendo su carrera en la Iglesia cuando en junio de 1974 desde el Vaticano se lo designó integrante del órgano que preside la Congregación para la Doctrina de la Fe, concluyendo entonces su misión en Mar del Plata y la zona. Al año siguiente fue secretario del Sínodo Universal, consultor del Pontífice en tareas de doctrina y de gobierno. Pasaron doce meses y Pironio fue Cardenal.

En agosto del ´78 murió Paulo VI, se reunió el Colegio Cardenalicio para elegir el nuevo Papa. Ahí el periodismo dijo que el argentino había recibido varios votos cuando se decidió que Albino Luciani condujera la Iglesia. Se llamó Juan Pablo I. Pero Pironio entró más en la historiaal ser el primer eclesiástico llegado desde nuestra tierra que alcanzó ese reconocimiento.