En Mallorca, donde vive actualmente, el balcarceño divide su tiempo entre la música y su otra pasión, la de chef. La vida en Europa, las giras, y la pasión por el flamenco.
“Cuando me vine a vivir a Mallorca ya no estaba en Balcarce, vivía en Mar del Plata. Me fui de mi ciudad a los 18 años, ya tocaba la batería, aprendiendo en las clases que tomé con Marcelo Remolino y Antonio Procopio. Buscando otros horizontes, personales y artísticos, me fui a Mar del Plata, tocando en grupos de rock, el más popular fue Llidboy, con el que hacíamos conciertos por la zona, y grabé un disco, pero siempre inquieto escuchando músicas del mundo, árabe, flamenco, jazz, y blues. Cuando conocí el flamenco realmente me atrapó emocional y musicalmente, por sus compases, amalgamas, y la pasión que transmite. Lo disfrutaba mucho con mi hermano Martín, que también es percusionista y vive en Mar del Plata, escuchando a Paco de Lucía y a Camaron. A los 26 años, allá por el año 2003, un amigo me invitó a Mallorca y me enamoré de este sitio y aquí me quedé; viví 10 años en Puerto Pollensa, haciendo música con grupos locales siempre como percusionista, y viviendo también de mi otra profesión; la de chef”, le cuenta a La Vanguardia Roberto Paigé.
Vivir de la música
Roberto, más adelante, se fue a vivir a Palma, la capital de las Islas Baleares, donde conoció músicos con los que estudió. “Fueron muchas horas sentado al cajón, el instrumento de percusión más importante en el flamenco. Así tuve la suerte de conocer y tener como amigo a la familia Habichuela, referentes en el mundo del flamenco y son mis profesores, Benjamín y Benji Habichuela. Hace dos años que me dedico exclusivamente a vivir haciendo música, y actualmente estoy en tres grupos de flamenco, uno de flamenco jazz, otro flamenco tradicional y otro de flamenco moderno, donde uso muchos instrumentos étnicos. En mi set de percusión utilizo el cajón djembe, darbuka, platillos, congas, tabla India, udu, y percusión pequeña de mano. Trabajo de la mano de dos empresas de espectáculos de la isla, donde actuamos en teatros, hoteles, restaurantes, eventos internacionales y privados. Mis compañeros de grupo son todos españoles estudiosos del flamenco, Miguel Holguín, guitarrista de Huelva, una de las cunas del flamenco, Toñi Requena, cantautora de Almería, también de Andalucía, y colaboro con músicos internacionales de Mallorca. Vivir de la música no es fácil, además de conciertos doy clases particulares. Vivir en Mallorca ha sido una experiencia fantástica, hay gente de todos lados del mundo, y muy buenos músicos, la isla es maravillosa, hay lugares exóticos e increíble belleza, rodeado de playas y bares chill out, donde también solemos tocar flamenco chill, que es un estilo de flamenco suave y relajado”.
La evolución musical
“Sigo en el camino de la evolución musical al ir estudiando otros instrumentos étnicos, el tabla India, por ejemplo, que lo estudio en un templo de la religión Sik, donde intercambio la clase por un alimento, y me permiten conocer su cultura, que está muy familiarizado con la historia del flamenco. También la música árabe, de la cual ejecuto la darbuka, con la que he trabajado para ballets de danza árabe. Pero mi pasión es el flamenco, y España me ha enriquecido mucho con ello, ahora con el grupo Chill estamos por grabar el primer disco, porque el camino así lo requiere. Y con la evolución un sábado al mes nos reunimos con músicos de la isla en el taller del luthiers Antonio Morales, quien fabricaba guitarras para el maestro Paco de Lucía, como homenaje a él que comenzó con esta tradición; allí hablamos de música, de instrumentos, y todo lo que puede interesar a un músico, y por supuesto tocar que es nuestra pasión”, expresó.
Estilo de vida
“La vida aquí en Mallorca es muy relajada. Sí, es una ciudad, pero tiene ese encanto particular de las islas que es el relax. Estoy feliz de mi estilo de vida, y también haber viajado por Europa y parte de África, donde he conocido Marruecos, donde también he tocado en algún restaurante con músicos de allí. Viajar me ha hecho crecer mucho intelectual y espiritualmente. Pero volvamos a la música, que ha sido mi pasión de siempre. Tengo que agradecer a mis amigos de Balcarce con lo que compartí años muy hermosos. El flamenco no ha sido fácil para mí, yo vengo de otra cultura, y hay que vivirlo para entenderlo, me ha requerido muchas horas de estudio y ensayo. Es una música muy emocional, pasional, un estilo de vida, y una música muy apreciada por los músicos más grandes del mundo, por su técnica y compases. En España nunca me he sentido discriminado, al contrario, he sido bien acogido, hay oportunidades para los músicos extranjeros, pero todo requiere su trabajo, también se conoce músicos de otros países europeos, quienes me han invitado a participar de sus conciertos, pero no siempre resulta, por cuestión de agenda. La música ha sido mi guía en la vida, tengo amigos músicos de todas partes del mundo, de quienes aprendo, he intercambiamos experiencias, y eso es realmente muy gratificante”, concluyó.
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