El sistema inmunológico es la principal defensa de nuestro cuerpo contra infecciones y otros invasores dañinos. Compuesto por una red compleja de células, órganos y tejidos, es el encargado de defender al organismo ante las infecciones, como las bacterias y los virus, y de regular la totalidad del cuerpo. A través de una reacción organizada, el cuerpo destruye los organismos infecciosos que lo invaden.
Si tener un sistema inmune comprometido nos hace más vulnerables al COVID-19 y otros virus, ¿tener un sistema fuerte nos brinda algún tipo de protección? La respuesta es diferente para cada paciente. Es posible que un sistema inmunitario saludable no evite que nos infectemos con el virus, pero diversos estudios demuestran que puede ayudar a algunos pacientes a recuperarse más rápido.
Por otra parte, es probable que una persona con un sistema inmunitario debilitado contraiga infecciones con mayor frecuencia que la mayoría de las personas, y estas enfermedades pueden ser más graves o más difíciles de tratar. Estas personas también pueden encontrarse lidiando con una infección que una persona con un sistema inmunitario más fuerte no contraería.
Es por ello que debemos estar atentos a todos los signos de alarma, colaborar en su cuidado y realizar la consultas médicas correspondientes. Algunas veces sentimos la necesidad de dormir sin despertador, de comer más fruta o de beber agua. De la misma manera hay dolores, molestias o ciertas infecciones que nos pueden estar hablando de cómo se encuentra nuestra salud. Si escuchamos estas señales a tiempo podremos brindarle los cuidados que necesita.
Señales de que nuestro sistema inmunológico está débil:
- Sufrir infecciones frecuentes de orina, oído, riñón o estómago. Tener las encías siempre inflamadas. Pasar episodios de diarrea.
- Inflamación de órganos internos como páncreas, hígado o bazo.
- Tener resfríos y gripe muy a menudo.
- Sufrir dolores de cabeza constantes y mareos.
- Tener dolor muscular y articular sin razón aparente.
- Sentirse cansados y agotados (no solo al hacer esfuerzos, sino a primera hora de la mañana).
- Tener heridas, rozaduras o moretones que tardan en curarse.
- Tomar un antibiótico durante varios días sin señales de mejora es también un indicador a tener en cuenta.
La Alimentación
Un aliado fundamental en el fortalecimiento del sistema inmunológico es la alimentación, ya que la salud depende casi al 100% de lo que ingerimos. Por lo tanto, no solo hay que vigilar lo que comemos, sino también lo que no comemos y deberíamos incorporar a nuestra dieta si queremos llevar una vida sana. Entre los nutrientes que participan de forma directa en nuestro sistema inmunológico se destacan: las Vitaminas A, C y E, el Manganeso, el Beta-caroteno, el hierro, el zinc y el Selenio.
En general, este sistema hace un trabajo notable defendiéndonos contra los microorganismos que causan enfermedades. Pero a veces falla y debemos ayudarlo a restablecerse.
¿Qué es lo que NO debemos hacer cuando tenemos las defensas bajas?
- Ignorar estas señales. Cuanto más tiempo pasemos sin hacer caso del estado de nuestro sistema inmunológico más tiempo sufriremos las consecuencias, que además pueden agravarse con el correr del tiempo.
- Comer poco y mal porque nos notamos enfermos. El organismo necesita proteínas para fortalecer al sistema inmunológico y, si solo tomamos comidas muy ligeras, no lo ayudaremos a recuperarse.
- Ingerir comida cruda, como carnes, pescados, salmón, algunos tipos de sushi, fiambre o embutidos, así como huevos sin cocinar. Esos alimentos pueden contener bacterias que pueden enfermar a nuestro sistema inmunológico.
- Hacer mucho deporte. Por supuesto que el ejercicio es muy saludable y nos hace sentir bien, pero si nuestro sistema inmunológico está debilitado debemos frenar el entrenamiento, ya que el ejercicio en un estado de baja fortaleza puede minar aún más nuestras defensas.
- Ponernos a dieta. Cuando tenemos una baja de defensas debemos evitar perder peso, porque si ya estamos débiles y bajamos la ingesta de calorías, lo único que haremos será empeorar aún más.
- Dormir poco. El sueño es esencial para nuestra salud y en un estado de inmunodeficiencia, podemos perjudicar aún más las defensas si no nos dedicamos a descansar el tiempo que nos corresponde. Una persona necesita entre seis y ocho horas de sueño cada día.
(*) Dr. Ernesto Crescenti (MN: 50.776), es médico, investigador y Director del “Instituto de Inmunooncología, “Dr. Ernesto J.V. Crescenti”
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